Parece una perogrullada: si no respirásemos bien, no viviríamos. Pero no es tan sencillo. Recientemente se ha presentado un estudio sobre estabilidad corporal en el que se pone de manifiesto que una gran parte de la población no es capaz de respirar adecuadamente. Los trabajos han sido realizados por expertos del BCN MedTech de la Universitat Pompeu Fabra, con participación la Universitat Politècnica de Catalunya y del Instituto de Investigación Sant Joan de Déu en Ingeniería Biomédica.

El estudio analiza cómo la tensión muscular afecta negativamente a la estabilidad postural y, entre las conclusiones, cabe destacar la siguiente: “la respiración tiene un efecto directo sobre el manejo del dolor y el estrés y los resultados que se presentan aquí señalan la necesidad de explorar explícitamente el hecho preocupante de que una gran parte de la población podría no ser capaz de respirar adecuadamente”. En concreto –y sobre todo para muchos jóvenes– el estudio apunta a que la respiración abdominal es muy difícil de conseguir para buena parte de las personas que participaron en la investigación, con los efectos negativos que implica para su salud.

respirar pixabay

Pero… ¿cómo se puede saber si respiramos de forma correcta? Partimos de la base de que la respiración más adecuada es la abdominal, que es aquella en la que interviene el diafragma, un tejido musculotendinoso que separa la cavidad pectoral de la abdominal. Saber si lo utilizamos para respirar es tan fácil como observar si nuestro abdomen se hincha o deshincha cuando inhalamos el aire. Si sólo notamos que se mueve nuestro pecho es que no lo estamos haciendo bien. La respiración abdominal es más profunda y tiene efectos beneficiosos: reduce la presión sanguínea, mejora la digestiones, la función cardiovacular y el metabolismo.

Un buen ejercicio para practicar la respiración abdominal es tumbarse boca arriba y colocar una mano sobre el abdomen y otra sobre el pecho. Después, de forma pausada, inhalar siempre por la nariz y sentir cómo el aire viaja por los pulmones y continúa descendiendo hasta llegar a la altura del abdomen. Esperar hasta que se hinche hasta que no podamos más y después comenzar a espirar mientras lo presionamos ligeramente. Es aconsejable repetir este ejercicio entre cinco y diez minutos durante varios días hasta que se vaya dominando la técnica.

En definitiva, parece muy simple, pero no lo es tanto. Y, sobre todo, es muy necesario. Tal y como recoge la revista Breath, de la Sociedad Respiratoria Europea, la respiración correcta, realizada de forma controlada y lenta, a un ritmo de seis a 10 inspiraciones y exhalaciones por minuto, reduce la mortalidad y alarga la vida.