Dejar de tomar azúcar no es fácil. Es adictivo, tiene un sabor muy agradable y cada vez más productos lo contienen entre sus ingredientes. Hay muchos estudios que demuestran que tomarlo nos hace sentir bien emocionalmente, por eso, a pesar de los efectos secundarios negativos, la mayor parte de la gente no lo aparta de su dieta.

Como una droga

Sin embargo, deberíamos reducir su consumo, tal y como alertan los especialistas. Al principio cuesta, porque nuestro cerebro se acostumbra al azúcar como si fuera una recompensa, pues activa los circuitos neuronales que se encargan de ellos y libera la producción de las hormonas del placer, la serotonina y la dopamina. Los estudios han demostrado que cuando alguien deja de comer azúcar se producen efectos similares a cuando las personas dejan las drogas. Se puede experimentar agotamiento, dolores de cabeza e irritabilidad. Algunas personas incluso tienen problemas gastrointestinales.

Dejar el azúcar es como atravesar un periodo de abstinencia y nos hace sentir mal. En algunas personas se presentan episodios de tristeza e incluso síntomas de depresión, pero no se trata más que de una fase en la que nuestro organismo se tiene que acostumbrar a los niveles ahora bajos de glucosa, dopamina y serotonina. Este periodo suele durar aproximadamente una semana.

Los beneficios de dejarlo

A partir de entonces, aparecen los primeros beneficios de reducir su ingesta. En primer lugar, se recupera la energía. Es una de las consecuencias más notables. Las personas se sienten con más ganas de afrontar su día a día y no tienen la sensación de necesitar comer continuamente. Además, se reduce la inflamación crónica, una respuesta de nuestro cuerpo y de nuestro sistema inmunitario que favorece la aparición de ciertas enfermedades como el cáncer. Está demostrado que la ingesta de azúcar es precursora de esta condición. Por eso una de las consecuencias más visibles de la reducción de su toma es una mejora del estado de la piel, porque la inflamación disminuye y se fortalece la formación de elastina y colágeno.

Otro de los beneficios es la mejora de la calidad del sueño. Los alimentos que contienen altas cantidades de azúcares refinados reducen el grado de sueño de ondas lentas (SWS), el sueño reparador que consolida los recuerdos y la información aprendida a lo largo del día, y el sueño de movimientos rápidos de los ojos (REM), la fase de sueño. Al comer menos azúcar, disminuyen las veces en las que una persona se despierta de noche.

Al reducir su consumo, lo normal es comenzar a perder peso si se lleva una dieta equibrada, puesto que los alimentos ricos en este componente son muy calóricos. Además, provocan una actividad constante del páncreas que tiene que segregar insulina para equilibrar los niveles de glucosa en sangre. La función del hígado también mejora y se reduce considerablemente la posibilidad de sufrir un accidente cardiovascular, al igual que el desarrollo de otras enfermedades como el cáncer. Los efectos no se producen inmediatamente, pero ingerir menos azúcar y sobre todo el refinado y añadido en los alimentos, tiene una gran cantidad de beneficios para nuestro organismo.