Solamente le hacen falta 12 días al azúcar para cambiar tu cerebro y generar una adicción. Tal es su poder. Utiliza el sistema de recompensa del cerebro, ese que se activa cuando aprendemos algo nuevo o experimentamos una sensación placentera. El secreto está en la química. Con ayuda de determinadas sustancias, al producirse esa experiencia, varias áreas del cerebro se comunican entre sí para ayudarnos a aprender y repetir esos comportamientos que mejoran nuestro conocimiento y bienestar.

El sistema de recompensa depende en gran medida de un neurotransmisor, la dopamina, que está involucrado en el enamoramiento, el placer sexual y otras situaciones que nos producen placer, como disfrutar del tiempo con amigos o, en el peor de los casos, ciertas sustancias, como las drogas, que secuestran el sistema de recompensa del cerebro, activándolo de forma artificial transmitiendo al cerebro la información para que repita constantemente el comportamiento de búsqueda de placer. Este es el mecanismo detrás de la adicción.

Rosquilla

Que la comida crea adicción, ya se sabía. De hecho, en los ámbitos científicos se viene estudiando de forma exhaustiva desde los años 50, cuando se analizó el consumo compulsivo de ciertos alimentos, como la leche, los huevos y las patatas fritas. Desde entonces ha habido cierta controversia, porque muchos científicos creen que hablar de adicción a la comida es un poco exagerado.

Ahora, una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, investiga esta cuestión y, más en concreto, el efecto de la ingesta de azúcar en los circuitos de recompensa en los cerebros de los cerdos. Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.

El estudio

Los científicos analizaron cómo afectaba el hecho de consumir azúcar en siete minipigs hembra de Gotinga, utilizando realizando imágenes cerebrales mientras se experimentaba con agonistas de los receptores de opioides y antagonistas de los receptores de dopamina.

El objetivo era examinar los sistemas de recompensa cerebral de los animales. El equipo proporcionó a los animales una solución de sacarosa durante 1 hora durante 12 días consecutivos y luego volvió escanear el cerebro 24 horas después de la última dosis de azúcar. En un subgrupo de cinco minipigs, el equipo aplicó una sesión de exploración PET adicional después de la primera exposición al azúcar.

Bizcocho

Los resultados mostraron que después de solo 12 días de consumo de azúcar, se produjeron cambios importantes en los sistemas de dopamina y opioides del cerebro. De hecho, el sistema opioide, que es esa parte de la química del cerebro que está asociada con el bienestar y el placer, ya se activó después de la primera ingesta. Específicamente, se produjeron alteraciones en estas zonas cerebrales:  el cuerpo estriado, el núcleo accumbens, el hipotálamo, la amígdala, la corteza cingulada y la corteza prefrontal.

Al parecer, los alimentos con alto contenido de sacarosa influyen en los circuitos de recompensa cerebral de manera similar a los observados cuando se consumen drogas adictivas. Algo que ya se había encontrado en algunos estudios y que esta investigación viene a confirmar. El problema es que cuando el cerebro se centra en el consumo de azúcar, los estímulos naturales, como el aprendizaje o la interacción social, pasan a un segundo plano y son reemplazados por azúcar y otros estímulos artificiales. Es decir, que en los casos más graves, puede producir una alteración importante de la conducta.