Para el año 2030, la Organización Mundial de la Salud calcula que aproximadamente el 89% de los adultos tendrán sobrepeso y el 48% serán obesos. La obesidad se ha convertido desde hace tiempo en el principal problema médico de las sociedades occidentales y las cifras se multiplican también en los países en vías en desarrollo.

La ciencia ha demostrado que tener un peso saludable no sólo es cuestión de voluntad y autocontrol, sino que detrás hay una serie de reacciones fisiológicas de las que ni siquiera somos conscientes y que nos lleva a comer más de lo debemos y necesitamos.

Un nuevo estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Ontario en Canadá, ha analizado la conexión entre el apetito, el autocontrol y el cerebro examinando el vínculo entre la obesidad y el área del cerebro que se asocia con el autocontrol: la corteza prefrontal. Su objetivo era comprobar si variaciones en esta parte del cerebro podrían “predisponer” a alguien a consumir demasiados “alimentos ricos en calorías”.

La investigación concluye que, efectivamente, las diferencias en la estructura y función de esta región cerebral pueden causar obesidad. Concretamente, aquellas personas que tienen una actividad prefrontal más baja, parecen estar predispuestas a comer en exceso, lo que a su vez puede llevar a un aumento de peso y obesidad.

Este tipo de investigaciones no hace sino poner de manifiesto la complejidad que encierran los problemas de obesidad. El comportamiento consciente parece que no es el único responsable de esta epidemia que tantos problemas de salud causa.

Al margen de los estudios neurológicos, lo cierto es que en nuestro día a día desarrollamos comportamientos que terminan convirtiéndose en hábitos y que pueden influir a la hora de aumentar el peso. Estas son cinco costumbres que podemos cambiar.

1. Desayunar con demasiados hidratos de carbono y pocas proteínas

Si eres de los que se levantan con pocas ganas de prepararse un buen desayuno y cogen unas galletas o unos cereales, que sepas que estás contribuyendo a que tu cuerpo engorde. Los estudios demuestran que tomar un desayuno rico en proteínas aumenta la sensación de saciedad y acelera el metabolismo. La mejor opción, unos huevos escalfados o en tortilla con frutos secos o pan integral.

2. Comprar sin una lista hecha desde casa y no planificar menús

Los supermercados están organizados para incentivar a tu subconsciente y que compres más productos. La distribución de los alimentos, los colores, los olores… Todo es utilizado como reclamo, por lo que lo más aconsejable es hacer una lista de la compra en casa y ceñirse a ella en la tienda. Lo mismo ocurre con los menús. Si no planificas, tienes más opciones de comer lo primero que encuentres en la nevera y que exija menos esfuerzo a la hora de cocinar, que raramente coincide con lo más saludable.

3. Utilizar platos demasiado grandes

Ya lo dicen los expertos, es mejor que hagas uso de platos pequeños aunque estén repletos. Y mejor platos llanos que los hondos, porque tendemos a rellenar aún más los segundos que los primeros. Una buena opción es probar a comer en platos de postre. De esta forma comerás menos, pero engañarás a tu subconsciente.

4. Masticar muy rápido los alimentos

El hecho de comer rápido no engorda más que hacerlo de forma más lenta. Pero nuestro cerebro tarda más en sentir la sensación de saciedad. Si comemos más despacio, daremos tiempo a nuestro organismo a sentirse lleno y tenderemos a comer menos cantidad.

5. Utilizar demasiada sal en las comidas

En los últimos años se habla sobre todo del azúcar como responsable de la epidemia de obesidad que sufrimos, pero la sal también tiene su cuota de responsabilidad. De hecho, buena parte de la comida procesada que tantos efectos nocivos tiene para nuestra salud contiene un exceso de sal en su elaboración. La sal nos induce a comer más porque es un potenciador del sabor e induce de manera clara el apetito.