La joven activista Greta Thunberg no quiere viajar en avión para ahorrar el agresivo impacto que representa este medio de transporte para el medio ambiente. No obstante, el viaje de Thunberg de ida y vuelta a Nueva York para participar en la cumbre del medio ambiente de septiembre ha dejado mucho más rastro de lo que seguramente esperaba.

La razón ha sido el hecho de que el velero del príncipe de Mónaco Pierre Casiraghi que utilizó la activista para hacer el viaje ha obligado diferentes miembros de la tripulación a desplazarse en avión.

El mes de agosto Thunberg inició el viaje desde Plymouth (Reino Unido) hasta Nueva York en el velero Malizia II, del hijo menor de Carolina de Mónaco, para asistir a la cumbre de las Naciones Unidas, donde llegó el 29 de agosto.

Este viaje duró dos semanas y no produjo ningún tipo de contaminación, gracias al sistema de paneles solares y turbinas subacuáticas de que dispone aquella nave, que permite evitar el uso de combustibles fósiles. Los 0 kg de CO2 que hizo falta para este recorrido contrastan con los 798 Kg que comporta el viaje de 11 horas en avión que requiere el mismo periplo.

El problema es que, según un artículo publicado por el diario alemán Taz, el velero volvió a Europa comandado por cinco marineros que tuvieron que viajar en avión hasta los Estados Unidos para recogerlo, para lo cual adquirieron seis billetes. Además uno de los navegantes y copropietario de la nave, Boris Herrmann, hizo el viaje de vuelta de Nueva York a Hamburgo también en avión.

Estos viajes habrían lanzado al medio ambiente 5.535 kg de CO2, lo cual supera las 4,8 toneladas de dióxido de carbono que cada persona emite a lo largo de un año, según los estudios de COP25.

Thunberg hizo el viaje de vuelta desde los EE.UU. hasta Europa en el catamarán La Vagabonde, que pertenece a una pareja de australianos que navegan alrededor del mundo de forma sostenible y documentan sus viajes a través de Youtube.

Embarcó en el puerto de Hampton el 13 de noviembre y llegó a Doca de Santo Amaro, en Lisboa, el 3 de diciembre, después de recorrer 5.762 km en diez días.

El trayecto no provocó ningún tipo de emisiones contaminantes dado que el catamarán cuenta con dos paneles solares, cuatro baterías, un generador eólico y un regulador inteligente para cargar a la batería de arranque, según explica la pareja en Youtube.

Para llegar a Madrid utilizó un tren nocturno de media distancia que hace este trayecto en 10 horas y genera 25,69 kg de CO2.