Avalar la acusación de rebelión y terrorismo subrayando, eso sí, que la "violencia" es de "baja intensidad". Esto es lo que hacen hoy la mayoría de los grandes diarios españoles en sus editoriales que, a pesar de que admiten que, según su juicio, la "violencia" que dicen que ha existido en Catalunya no ha sido para tanto, sí que se excusan en ella para aplaudir la operación de la policía española contra los Comités de Defensa de la República (CDR) poniéndolos al nivel de terroristas peligrosos.

Pocos se han atrevido a sentenciar que haya terrorismo independentista en Catalunya, incluso ni siquiera Ciutadans lo hizo ayer en el Parlament, pero la prensa de Madrid vuelve a representar hoy el papel de jueces y da por hecha una violencia que ya viene produciéndose desde hace meses, mientras obvia, como siempre, sucesos como la quema del Ateneu de Sarrià con pintadas y símbolos nazis y fascistas o las palabras de un legionario catalán deseando la muerte a los independentistas y al president Carles Puigdemont que le violen.

Precisamente por todo esto, emplazan a las fuerzas jurídicas y policiales españolas a continuar actuando en esta misma línea para evitar que los CDR, que consideran que se dedican a repartir la violencia por toda Catalunya, sigan repartiendo una supuesta violencia por las calles catalanas.

Brazo terrorista

La Razón no puede esconder el orgullo y la satisfacción que les ha brindado la acusación del juez Manuel García-Castelló a la miembro de los CDR de haber cometido un delito de rebelión y terrorismo. Bajo el título "Terrorismo callejero en Catalunya", los de Francisco Marhuenda no se cortan ni un pelo a la hora de soltar que "la acusación de un delito de terrorismo, en el conjunto de la defensa de los derechos democráticos en Catalunya, trasciende el ámbito jurídico, por cuanto sitúa las acciones de violencia callejera vividas en el Principado en el contexto del movimiento separatista, que pretende subvertir el orden constitucional".

El diario citado se vuelve a poner el vestido de juez y asegura que la "articulación de unos grupos de acción directa que actúan como punta de lanza del movimiento secesionista, reúne, tanto en sus fines como en sus medios, todas las características de un brazo terrorista, por cuanto pretenden la subversión del orden constitucional, alteran gravemente la paz pública y atemorizan para sus fines a miembros de colectivos sociales, políticos o profesionales que defienden la legalidad".

Pero el escrito aún va un paso más allá y, casi como si se tratara de un grupo terrorista, describe cómo los CDR se han articulado de forma horizontal —sin líderes— para "facilitar su penetración entre los jóvenes", aunque al final acaban por admitir que la violencia es, de momento, "de baja intensidad", así como que la denuncia de la Fiscalía puede suscitar ciertas dudas entre la población.

Eso sí. Para terminar, instan al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y a todas las fuerzas de seguridad españolas a seguir en la línea que lo están haciendo ahora para "poner coto a este tipo de grupos radicales y cortar de raíz unas acciones contra la seguridad ciudadana que pueden evolucionar negativamente en su gravedad". 

Deriva violenta

"Respuesta proporcional". Así es como define El Mundo la operación policial contra los CDR, que considera esta es una buena respuesta al "intento de agitar la calle" y de "subvertir el orden constitucional". El diario citado se lamenta de que aunque "estos comandos independentistas" —como bautizan a los CDR— "se presentan como un movimiento político pacífico y democrático, lo cierto es que sus actos han provocado graves desórdenes públicos"​.

Con este argumento bajo el brazo, aplauden los distintos pasos judiciales y policiales que va dando el Estado que, según su punto de vista, "tiene la obligación de protegerse de quienes intentan derribarlo" y más aún teniendo en cuenta lo que ellos ven como "agresiones" y un "clima de agitación social" que se dedica a "amenazar a jueces y sus familias".

Pero eso no es lo peor. Este rotativo acaba vinculando la puesta en libertad de Carles Puigdemont por parte de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein al incremento del "clima insurreccional con que el separatismo [...] pretende seguir amedrentando al Estado".

Ahora bien. Como los de Marhuenda, acaban reconociendo que "las acciones de sabotaje de los CDR no pueden considerarse una analogía estricta de la kale borroka, en la medida en que no ejercen violencia complementaria de una banda terrorista en activo", aunque, eso sí, insisten en la idea de que sus actuaciones "atentan gravemente contra la paz pública y tratan de inocular la intimidación en la sociedad catalana" y que, justamente por esto, "se requiere contundencia [...] para evitar la explotación propagandística por parte del independentismo de aquellas medidas judiciales ejecutadas al amparo del Estado de derecho".

Vandalismo... ¿terrorista?

El Español va un paso más allá y sustenta que esta operación contra los CDR "debería servir para erradicar la imagen idílica que los partidos separatistas y TV3 propalan de sus actos de sabotaje en Catalunya", al mismo tiempo que emplazan a Podemos a "abstenerse de dar cobertura narrativa a la violencia de baja intensidad que ya se está produciendo en Catalunya".

El digital de Pedro J. Ramírez apunta que "si ya resultaba difícil de digerir que cortar carreteras quemando neumáticos, asediar las delegaciones del Gobierno y amenazar a jueces, fiscales y políticos fueran acciones de resistencia pacífica", esto debería servir para "zanjar cualquier relativismo en la valoración que se hace de este tipo de actos".

Actos que el independentismo bautiza como "desobediencia civil" y "resistencia pacífica", pero que, en realidad, y siempre según el punto de vista del diario citado, "sirven los exaltados para justificar el vandalismo y la coacción sobre quienes no piensan como ellos".

Por todo ello, reclaman "tolerancia cero frente a una violencia de baja intensidad que podría ir a mayores en Catalunya".

Típicamente terrorista

De su lado, ABC dedica su portada a esta cuestión y en su editorial, hoy no disponible en su edición digital, consideran que esta es la "respuesta legal que hacía falta" porque, subrayan, "el Estado tiene medios para hacer frente a la violencia". A su juicio, "sus actos son típicamente terroristas" y, justamente por eso, ponen de relieve que "si se demuestra que estos actos están vinculados a partidos políticos "se abre la puerta a que se puedan ilegalizar".

Mientras, El País no se moja en la acusación de terrorismo a los CDR y, además, tampoco dedica ninguna opinión a la operación policial contra los CDR, pero sí que trae dos columnas sobre la cuestión catalana. Aunque esta vez optan por no posicionarse sobre la decisión del juez, Francesc de Carreras se pregunta en su espacio de opinión si "Fue un golpe de Estado" y se lamenta de que el tribunal alemán "se excede en sus funciones de cooperación judicial, en el marco de una euroorden, al entrar a juzgar, sin tener conocimientos suficientes, si los hechos acaecidos son constitutivos de un delito de rebelión".

Lo peor, para Carreras —que en ningún momento se atreve a avalar la acusación de terrorismo de los CDR—, es que el juez decidiera con esta rapidez dejar libre a Puigdemont porque, a su juicio, "que el juez alemán haya emitido una resolución en tan poco tiempo sería normal si admitiera el tipo de delito y las razones del juez español" y acaba comparando la situación en Catalunya con el golpe de Estado de Antonio Tejero, mientras se lamenta de que "sin embargo, nadie puso en duda que los acontecimientos de aquel día fueron un golpe de Estado".