Mariano Rajoy siempre quiso seducir al PSOE para la gran coalición, tras perder el rodillo de la mayoría absoluta. El exsecretario general, Pedro Sánchez, era novato en la política española y le concebía como un enemigo, pero Rajoy llevaba ya 30 años en activo, y le avisaba: "El principal aliado del Partido Popular es el PSOE". No lo consiguió de facto entonces, pero sí por la puerta de atrás esta semana con unos primeros acuerdos. El entendimiento ha sido puntual, aunque podría tener ingredientes para extenderse a más casos con el "sentido de Estado" de la gestora socialista y un tácito compromiso del PP de enaltecer al PSOE para que Podemos no lo engulla.

Déficit y techo de gasto

Los populares anhelan la estabilidad de los escaños socialistas y tras el Consejo de Ministros enseñaron sus intenciones de priorizarles, pese al pacto de investidura con Ciudadanos. El titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, defendió que su partido había buscado al PSOE para pactar el techo de gasto y el déficit autonómico al 0,6%, porque suman holgadamente, en contraposición al "voto marginal" de los otros partidos. "Todo aquello que no entre en la suma de los votos suficientes, no se podrá hacer", se justificaba Montoro. La máxima marca un precedente para los presupuestos, si C's y PNV no ceden.

Así las cosas, el acuerdo no habría sido posible sin los intereses de las 7 autonomías socialistas. La Moncloa hacía semanas jugaba con la hipótesis de que los barones necesitaban el techo de gasto aprobado para cuadrar sus números y pagos. Incluso, este dato permitió al Ejecutivo albergar hasta el final la esperanza de que no habría terceras elecciones. Fuentes del Ministerio de Hacienda no niegan la influencia autonómica que ha permitido pasar el déficit del 0'5% –que quería el PP-, al 0,6%. Y preguntadas las fuentes sobre cómo llevan tener que satisfacer a los barones, responden: "Las circunstancias no las crea uno, te tienes que amoldar".

Sin embargo, la coalición espontánea también tiene un componente ideológico fruto del post-PSOE y su génesis. La facción liderada por la presidenta andaluza, Susana Díaz, siempre criticó "la obsesión" de su exlíder, Pedro Sánchez, con Podemos y la "demonización" por ceder ante el PP. De hecho, Díaz fue la cabeza visible de la operación que le destronó en el comité federal de octubre y dio paso a la gestora que facilitó la abstención en la investidura de Rajoy. Y es la misma Díaz quien ha reivindicado esta semana la oposición "útil" que estaría haciendo su partido aviniéndose con el PP, en contraposición al "espectáculo" de Pablo Iglesias. Eso, mientras el PSOE trabaja en el Congreso para derogar la obra popular.

Rajoy no se ofende porque cree que no puede dejar al PSOE a la altura de subordinado, ante la pujanza de Podemos. "Todo dependerá de si hacemos las cosas bien", dijo hace un mes, sobre si la cesión de los socialistas en la investidura llevaría a su derrota y a que el "populismo" creciese. "Si hacemos actividad normal, la gente ya verá qué son [los podemitas]", añadían fuentes populares. Por eso, el PP hace cesiones a las peticiones socialistas, como el incremento del salario mínimo en un 8%. El gesto ha ahogado la iniciativa de la formación morada, que instaba al Gobierno a subir los salarios y a la cual el PSOE dio apoyo.

Asimismo, esta alianza tácita entre el antiguo bipartidismo esconde una serie de gestos recíprocos para sacar al PSOE del agujero de la abstención. Montoro ha dado un cariz social a Hacienda hasta el punto de subir el Impuesto de Sociedades, y no el IRPF, que afecta a los trabajadores y las familias. Eso llevaría que no se tengan que hacer recortes en el Estado del Bienestar, según el ministro. Montoro ya tiró otro globo de oxígeno al PSOE la noche anterior, cuando se negó a confesar después del CPFF si subiría el salario mínimo: el golpe de efecto fue el día siguiente mayor. A su vez, el portavoz socialista Antonio Hernando se limitó a preguntar a Rajoy en la sesión de control por los medios públicos: un tema atemporal y menos polémico que la economía.

C's, fuera de juego

Al PP, la alianza con el PSOE le permite arañar votos a C's, poniendo en cuestión que son el "voto útil". Los de Albert Rivera no esconden el enfado porque Rajoy suba impuestos, cuando en campaña dijo que no lo haría. Incluso, todavía estudiaban papeles por la mañana sobre temas económicos mientras los otros dos ya forjaban la entente por la puerta de atrás. Al respecto, Montoro quita hierro al asunto, riendo al ser preguntado si había dejado de lado la formación naranja. El hecho es que fuentes del Ejecutivo han explicado a El Nacional que C's estaba al corriente de los contactos del PP con el PSOE.

La educación también es otro ítem donde el PP ha pactado priorizando los intereses de Ferraz, arrinconando a C's de su otra política estrella. Después de la reunión mantenida entre el ministro de Educación y Cultura Íñigo Méndez de Vigo, algunas comunidades –entre ellas Catalunya, País Vasco, y Navarra– se quejaron porque los acuerdos alcanzados invadían competencias y porque los populares los habrían cocinado en privado con las 7 autonomías del PSOE. En ese encuentro es donde se acordó –hasta que no llegue el pacto educativo– volver a una prueba similar a la selectividad –cómo quería a la gestora socialista.

Revisar la Constitución

El PSOE querrá más cesiones, como la reforma de la Constitución, porque cree que es una forma de apaciguar el soberanismo. Pero ahí el PP muestra recelos. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, lo hizo evidente en la comisión constitucional esta semana. Así y todo, Santamaría había pedido días antes a la diputada del PSC Meritxell Batet apoyo para que "juntos" resolvieran la crisis territorial. Y juntas también, tienen la mayoría para tocar lo mínimo que les beneficie. El PP puede ceder, pero a cambio, quiere lealtad y sentido de Estado. Como aseguró Rajoy al PSOE en una ocasión: "Yo me parezco más a ustedes que a los independentistas".