Entre Ara y El Periódico te hacen el resumen del día de ayer en dos títulos. El PP rescata a Pedro Sánchez en el Congreso, pues se había quedado colgado de la brocha al perder el apoyo de sus socios parlamentarios en el trámite de la ley audiovisual. El Mundo hace un enredo y dice que "Moncloa detecta un desplome de Sánchez por Pegasus". Anda ya. La derecha mediática, cegada por su costumbre de titular con interpretaciones retorcidas en lugar de hacerlo con los hechos, perdió la mejor oportunidad del año para poner a secar al presidente del gobierno español. Les bastaba con decir qué pasó, sin añadir ninguna exégesis vestida de verbos altisonantes y fuentes sin acreditar: la abstención del PP ayudó al PSOE a pasar la ley audiovisual a la que se oponía Esquerra Republicana —ley que hace unos meses fue clave para que ERC votara los presupuestos de Pedro Sánchez—. En resumen, que el PP ayudó al PSOE a engañar  a Esquerra por enésima vez. Ya pueden prepararse, pues dice El País que Sánchez quiere repetir la misma jugada para aprobar la reforma de las leyes que regulan el CNI y los secretos oficiales. Por lo que el presidente español explicó ayer, esas reformas tienen pinta de que serán un maquillaje. No tendría que ser difícil para los socialistas conseguir el acuerdo de la derecha, ni que esté muy enfadada —o lo haga ver— con las razones con que Sánchez justificó esos dos cambios legales.

Haga lo que haga, el viento sopla a su favor. El mismo diario explica, en una pieza por debajo de la portada, que los ministros del Interior de la Unión Europea autorizarán a Europol, la agencia policial de la UE, a pedir datos sobre cualquier persona a empresas privadas (telefónicas, proveedoras de internet...). Llegados aquí, ¿para qué quieres Pegasus, Villarejo, controles judiciales y reformas legales? Lástima que ningún diario conecte bien esos puntos y que no reaccionen, como si ya no les importara que aquello que hace dos días llamábamos cloacas y nos indignaba tanto —porque, claro, vulnera derechos y libertades básicos— pase a ser parte de la actividad normal y protegida del Estado: del gobierno, de los cuerpos y fuerzas de seguridad, de la justicia, de la administración pública y de todo el aparato auxiliar, incluidos organismos de control y supervisión o la misma prensa de Estado, que se ocupa de fabricar una coartada narrativa que justifique toda esta confusión democrática. La Razón, en la portada de hoy, por ejemplo, sitúa el espionaje en el contexto del "terrorismo callejero en Cataluña", en referencia a las protestas contra la sentencia a los líderes del 1-O, que no fueron tan diferentes a otras protestas europeas, como los chalecos amarillos, o españoles, como las del sector naval en Cádiz o contra el tren sin soterrar en Murcia. ¿Qué es lo que la prensa no quiere ver aquí? Que mientras destacan en sus titulares que Pedro Sánchez pone en riesgo la estabilidad del gobierno cabreando a sus aliados —La Vanguardia por delante, siempre inquieta con la turbulencia política—, no vigilan ni controlan el tema más decisivo: los dos grandes partidos dinásticos empiezan a ponerse de acuerdo en los llamados grandes temas de Estado, y eso incluye decisiones como desnudar tu privacidad y controlar, si quieren, tu vida, de la misma manera que lo han hecho con los líderes independentistas catalanes, su entorno y sus familias.

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