Hay un aire de alegría y alivio en las portadas de los diarios de Madrid. También en los de Barcelona, aunque se les note pelín más tensos. Unos y otros parecen jugadores a los que han llegado buenas cartas en un mal momento de la partida. El fervor contenido de la prensa madrileña proviene de dos acontecimientos que le suman: la decisión de Ciudadanos de levantar el veto a los pactos con el PSOE, y la caída de Podemos y aliados, debilitados para hacerse pagar su apoyo a los socialistas. ABC hace un resumen adecuado: Cs dice ahora a Sánchez que ya veremos con el objetivo de rentabilizar su papel de bisagra en autonomías, ayuntamientos y diputaciones. El País, El Mundo y La Razón, entre títulos y subtítulos, vienen a decir más o menos.

Ambos factores suman porque dejan a los independentistas arrinconados y sin capacidad de hacer valer sus escaños en el Congreso y, menos aun, su poder de fuego municipal y autonómico, que puede ser fácilmente aislado y/o sometido vía cierre del grifo económico —como de hecho pasa—, y por vía judicial, como se ha visto en el Congreso la semana pasada.

Los diarios se huelen una situación casi ideal. Los indepes tienen su representación ganada a golpe de voto —¡como en cualquier otra democracia!, sigue la canción— pero están condenados a la esterilidad, no sólo por sus disensiones. Nadie les necesita. Su capacidad de obligar al Gobierno a hacerles caso, menos aun a negociar, es casi nula —concluye el relato que se desprende de esas portadas.

Ni siquiera Podemos y asociados pueden presionar al PSOE en otra dirección, pues los socialistas tienen otros apoyos a mano. Encima, dos catalanes presiden Congreso y Senado, oiga. Si todo eso es lo que explicó Sánchez a Macron anoche, la causa indepe queda como un asunto de descontentos en que se quejan de vicio —como vuestros chalecos amarillos— que el gobierno de Rajoy irritó con una pésima gestión. Ni caso, créeme, Emmanuel. Vamos a los asuntos serios, pensemos en Europa.

ABC

EP

ME

LR

Barcelona, una anécdota

A la vista del panorama, que el Ayuntamiento de Barcelona caiga en manos del soberanismo tiene una relevancia descriptible. Por eso los diarios de Madrid ni se ocupan de la cosa, al menos en portada. Para ellos pesa más la batalla interna en el PP, Casado contra Feijóo, donde se dirime el futuro de la oposición.

Del Ayuntamiento de Barcelona se ocupan los diarios de casa, claro. La Vanguardia y El Periódico, que ayer parecían resignados a la victoria de ERC, reviven hoy. La palabra clave —ambos la usan— es "abierta", en referencia a la alcaldía. Maragall todavía no ha ganado, dicen. Hay otras opciones, ni que sea al precio de mantener a Ada Colau, siempre tan criticada desde el diario de los Godó. Los poderes fácticos se han animado. Sus peones todavía tienen un par de movimientos para cambiar la partida y, de paso, amarrar a la alcaldesa de la gente, porque un pacto como el que se propone —y de hecho lo ha propuesto la misma La Vanguardia— no saldrá gratis a la lideresa. Ensima, los comunes que tratan con más respeto al mundo soberanista (Asens, Pisarello...) ya no están cerca de la alcaldesa, que no se corta de decir que jamás pactará con JxCat a la vez que no descarta el apoyo externo de Manuel Valls.

Una cosa se ha ganado en una y otra prensa: rebajar el tono de beligerancia utilizado, cada uno en su estilo, durante el larguísimo ciclo electoral. Es la hora de los pactos, dice El Punt Avui, en otro sentido, más neutral —o más ingenuo. Los pactos también son el tema del resto de diarios, ciertamente. Pero con más mala leche: sirve cualquier pacto si inutiliza al independentismo, al que sus portadas apuntan como cañones.

LV

EPC

EPA

AHORA