Está muy bien el título que lleva El Periódico sobre lo de Venus. Es el mejor y menos papanatas: "Encuentran en Venus un gas que en la Tierra es señal de vida". Es exactamente eso, aunque sea más largo que un día sin pan. El comentario de portadas arranca por aquí porque esa noticia ha hecho mella en todas las primeras páginas impresas y en las webs ha tomado un vuelo espectacular. Se conoce que la vida extraterrestre ilusiona. Hace años, en un chiste de Perich, un hombre enfadado decía: ¡"Claro que hay vida extraterrestre! No todas tienen que ser tan imbéciles como la nuestra". Lo de Venus quizás no será nada, pero los diarios que lo llevan en portada han sabido captar la esperanza que estos hallazgos científicos hacen latir en las personas. Dicho así suena un poco altisonante y pomposo, de acuerdo —sin embargo, como el chiste del Perich, es una verdad como un templo.

Volvemos al planeta Tierra. En las portadas de los diarios de Barcelona se detectan —salvo en la de El Punt Avui— ganas contenidas (o no) de castigar a Junts per Catalunya, aka "el partido de Puigdemont", subiendo a caballo de las declaraciones del president Artur Mas, que ha dicho que no se mueve y que está "triste, decepcionado y enfadado" al ver que PDeCAT y Junts no se llevan bien.

Cuesta poco entenderlo. Casi toda la vida dedicada a una máquina de ganar elecciones y gobernar como Convergència, engrasada con una capacidad de pactar y acordar casi sobrenatural, y ahora los herederos no saben administrar el patrimonio. Es lógico que Mas esté fastidiado, más aun cuando el establishment español, incluidas sus terminales catalanas, le consideran el origen de todos los males y se lo han hecho pagar sobradamente. Si al menos este calvario hubiera servido para mantener el espacio político unido... debe pensar.

Las portadas explican que Mas culpa a Junts de la división. No es exactamente lo que ha dicho el expresidente, que ha señalado a unos y otros y ha repartido por todos lados. Pero en la elección de culpable que hacen los diarios interviene otro factor que pesa desde hace semanas y meses. La actitud insubordinada y rebelde de Junts, paralela a la trayectoria insurgente del exilio encabezada por Puigdemont, gusta poco a los diarios de Barcelona, que no se cortan a la hora de castigar al nuevo partido y a su líder. Junts, ahora mismo, es el partido de gobierno que peor cae, especialmente a los dos diarios más vendidos, La Vanguardia y El Periódico, que se lo miran casi siempre con el ojo izquierdo. Son muy dueños, por supuesto.

Los diarios de Madrid, si los leyera un alienígena —uno de esos de Venus— confirmaría que España es una especie de monarquía judicial, donde jueces y fiscales tienen vida propia y gobiernan las vidas de los ciudadanos, las decisiones de los cuales pueden ser consideradas (o no) en este proceso.

Qué espectáculo ver a los tres diarios de la derecha criticar a los fiscales porque no dicen lo que les gustaría. Qué espectáculo ver al diario progre reírse por debajo de la nariz porque el pronunciamiento de los fiscales le gusta —y es normal: las decisiones políticas no se juzgan. En su obsesión judicial, sin embargo, rebajan el peso de un hecho que tendrá una repercusión muy directa en la vida de las personas: el gobierno español se ha visto obligado por el Congreso —no por los jueces ni los fiscales— a sacar sus manos de los remanentes presupuestarios de los ayuntamientos, que podrán gastárselos como les parezca bien. Ha sido una gran victoria de la política, como han sabido ver, mira por donde, La Vanguardia y El Periódico.

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