La portada más extraña de hoy es la de La Vanguardia, que se nos pone pesimista con el pulso entre el PSOE y ERC en las negociaciones para la investidura (o no) de Pedro Sánchez. Prefiere destacar los obstáculos de la negociación —¿cuál no los padece, no?— que su continuidad, una señal de que, mal que bien, la cosa marcha. El pesimismo no le pega mucho a este diario, más cuando ya ha dicho directa e indirectamente que el acuerdo entre ambos partidos es conveniente para el bien del país, el bienestar de todos y etcétera. El Periódico, que está en la misma línea, hace una cosa parecida, aunque no pinta tan raro porque este diario es de carácter más bien dramático.

Por contraste, las portadas de El Punt Avui, de Ara y de El País hacen todo lo contrario y se lo miran con más amor: las negociaciones "siguen adelante", "avanzan" o "están en la recta final". El diario madrileño incluso concede un piropo al presidente Puigdemont en un subtítulo, un auténtico milagro.

Es lo de la botella medio llena y medio vacía, el color del cristal con que se mira o que cada uno cuenta la feria según le ha ido. Los hechos son los mismos y las interpretaciones son diferentes. De las conversaciones no hay mucha información —el comunicado conjunto tiene siete líneas— y lo único que queda a los diarios es escoger entre mirárselo con optimismo o con pesimismo.

El trío de diarios de la derecha mediática madrileña, en cambio, tiene que fabricar cada día un nuevo motivo de indignación patriótica porque ya ha decidido que, aunque los hechos le lleven la contraria, tiene que decir que todo va por la pendiente. ABC incluso afirma que socialistas y republicanos "no tienen nada que contarse", cosa que tiene mérito porque entre lunes y martes se han visto al menos seis horas, que es mucho tiempo juntos para no tener nada de qué hablar. La Razón dice que el rey perdonará la vida a Sánchez. El Mundo parece enfadado porque Sánchez "reconoce a Torra como interlocutor", hecho que encajaría en la normalidad más vulgar de las relaciones entre gobiernos si no fuera porque.

Así seguirá la cosa hasta que pacten (o no): unos te irán explicando qué pasa —lo poco que se sabe— con más o menos alegría y los otros convocarán en portada a los cuatro jinetes del apocalipsis, el mundo se acaba, España se rompe, etcétera. Paciencia o acabaremos todos de los nervios.

LV

EPC

EPA

AHORA

EP

ABC

LR

ME