En un mundo donde la oficina está abierta pero el bar no, las diferencias cualitativas en la manera de vivir la vida serán casi tan significativas como el hundimiento de la economía, dice el semanario The Economist en su editorial de hoy sobre la pandemia. En fin, lo que de hecho anuncian la mayoría de las portadas de hoy —Ara con una onomatopeya como un martillazo: CRAC— no es sólo la peor crisis económica del siglo, sino que el momento reclama soluciones políticas, económicas y sociales de una creatividad y una osadía como nunca se han visto. Cambios profundos, extensos, densos. Con urgencia, además.

Un gran riesgo es poner un parche a la situación con actitud de que tras un día viene otro hasta que llegue un tratamiento, una cura, una vacuna, que permita el regreso a la vida anterior.

No es la mejor actitud, parece. Fíjate en el chocante título de portada de El Periódico: la enseñanza online ha venido para quedarse. Ellos apenas hablan del año que viene, pero... quizás dejará de ser una salida de emergencia o un "acompañamiento emocional", y se transformará en el modo ordinario de aprender y ser educado. Encaja con el teletrabajo —todos en casa— y hace pensar en cómo deberán ser las viviendas y los puestos de trabajo, de recreo, de cultura... del inmediato futuro que, en consecuencia, exigen una evolución grande en las ciudades. Es difícil imaginárselo.

Parece que no pueda ser. Mientras aun nos preguntamos qué tipo de economía quedará, otras cuestiones se insinúan bajo los titulares de las portadas. ¿Cuántos comportamientos originados en la pandemia se naturalizarán entre nosotros? ¿Qué espacios de socialización, de ocio, de comercio serán adecuados? ¿Hasta qué punto rescataremos el estilo de vida casual, a cielo abierto, serendípico, que gastamos por aquí?

Hay que descender al detalle para advertir la magnitud de lo que nos viene encima, de lo que hay tras esas cifras económicas tan desgraciadas, esos porcentajes tan fríos. ¿Como votaremos? ¿Podremos hojear libros en la librería? ¿Podremos probarnos la ropa en la tienda? ¿Dónde nos sacaremos el carnet de conducir? ¿Y el vermú, el asado, la cata?

La economía se recuperará, pese a los malos augurios que ahora llenan los diarios. Pero ¿y la vida? ¿Seremos libres en casa y prisioneros fuera, como comentaba por aquí David González? ¿Qué herida dejará la preocupación intensa de las políticas de alarma de "la única autoridad competente" por proteger al poder y a los poderosos? ¿Se normalizará la obediencia pasiva de los ciudadanos, la dimisión de libertades adquiridas con tanto sacrificio de vidas y tiempo? Eso es lo que corre bajo las portadas que ahora sólo se ocupan de la salud, del poder y del dinero.

ARA

LV

EPC

EPA

EP

EM

ABC

LR