Después de la crisis desencadenada por la reforma laboral, llega el alto el fuego en La Moncloa. Este mediodía, el presidente Pedro Sánchez ha convocado a las vicepresidentas primera y segunda, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, para fijar una posición común. Después del encuentro, que ha durado una hora, todas las partes han mostrado su compromiso con la "derogación de la reforma laboral" en los mismos términos que lo recoge el acuerdo de gobierno de coalición. Fuentes de La Moncloa defienden que están "cumpliendo con la palabra dada" de aprobar una nueva normativa laboral antes de finalizar año, que acabe con los "desequilibrios" de la aprobada por el gobierno Rajoy. Eso sí, más allá del término "derogación", que se había puesto en duda, no hay más concreción por parte del ejecutivo central.

La reunión, según estas fuentes, se ha producido en un "clima positivo" y con una "actitud constructiva". Y ha servido para constatar que "el Gobierno está comprometido con la derogación de la reforma laboral del 2012 en los términos que establece el acuerdo de coalición y el Plan de Recuperación enviado a la Comisión Europea". En este sentido, aseguran que "la temporalidad y la precariedad son, junto con el desempleo, las principales anomalías del mercado laboral español y estamos decididos a dejarlas atrás". Por eso consideran "imprescindible disponer de herramientas equilibradas en la negociación colectiva y al mismo tiempo establecer condiciones claras para la subcontratación".

En segundo lugar, desde el ejecutivo central señalan que buscan un "acuerdo con todas las partes justo y equilibrado" partiendo del trabajo hecho por la mesa de diálogo social con sindicatos y patronal hasta el momento. "Esta voluntad es la mejor garantía de obtener una reforma duradera dentro del acuerdo establecido con la Comisión Europea en el Componente 23 del Plan de Recuperación", afirman.

Finalmente, desde La Moncloa aseguran que "el objetivo del gobierno es construir un nuevo modelo de relaciones laborales para el siglo XXI que acompañe el proceso de modernización de la economía gracias a los fondos europeos, a través del diálogo social."

Fuentes del equipo de la vicepresidenta Yolanda Díaz se muestran satisfechas con el acuerdo alcanzado, que consideran que va en la línea de lo que reclamaban desde el Ministerio de Trabajo.

Ninguna concreción

Pero no hay ningún tipo de concreción en los detalles. Se ha visto claramente en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. A la ministra portavoz Isabel Rodríguez le han preguntado por activa y por pasiva por aspectos concretos, como la preeminencia de los convenios de empresa por encima de los convenios colectivos o la ultraactividad. Al final, la dirigente socialista ha acabado dejando claro que no prounfizaría, apelando a la "discreción" para que las negociaciones lleguen a buen puerto. "Me puede seguir preguntando que no le voy a decir nada más", le ha respondido a un periodista.

El término "derogación", que Sánchez evitó este fin de semana, es el que más cola ha traído. Ha aparecido finalmente en el acuerdo de los dos socios. En cambio, Rodríguez ha evitado el concepto. Hasta la última pregunta: "Cualquier nueva normativa implica la derogación de la otra". Ahora bien, ha asegurado que quieren ir más allá de una "contrarreforma" y quieren profundizar en la transformación económica de España". Y ha insistido en que el gobierno en bloque siempre ha estado de acuerdo en los contenidos.

Satisfacción de Díaz y Calviño

En los pasillos del Senado, minutos antes de la sesión de control, Yolanda Díaz ha expresado su "satisfacción" por los frutos de la reunión celebrada este martes en La Moncloa. En declaraciones a los medios de comunicación, la vicepresidenta segunda ha asegurado que "hoy han ganado los trabajadores y trabajadoras de nuestro país" y que "lo que haremos es cumplir con el acuerdo de gobierno y, además, cumplir con el componente 23 cerrado en su día y que el Ministerio de Trabajo remitió a la Unión Europea". Si Díaz ha hablado a su llegada, Nadia Calviño lo ha hecho a la salida. Preguntada sobre si estaba contenta, la vicepresidenta primera ha respondido que "claro".