Melodías de diálogo resuenan en la capital de España en el que podría ser el primer concierto de la nueva Operación del presidente Mariano Rajoy, celebrada este lunes en el Hotel Ritz de Madrid. Desde la Generalitat esperan que el Estado intente dar una imagen de intransigencia del president Carles Puigdemont si no cambia el referéndum por diálogo y presuntas reformas para Catalunya. Es con esa banda sonora de fondo, que una serie de ministros de Rajoy y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, han desfilado hacia el desayuno del empresario catalán Luis Conde, fundador de la empresa Seeliger y Conde, y que mantiene una buena relación con el expresident Artur Mas.

Al margen de ser un gesto de cortesía hacia un prestigioso empresario, la presencia de la vicepresidenta y ministro de Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, el exministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, o el ministro de Justicia, Rafael Catalá, puede ser la constatación de que la partitura de Rajoy toma un nuevo trazo cuanto a la carpeta catalana. El hecho es que ningún miembro del Gobierno ha asistido a un desayuno similar cuando Puigdemont ha acudido a Madrid: ni el pasado 10 de octubre, ni el 27 de mayo. Sí lo hicieron varios embajadores, llevando a ciertos medios de la capital a extrañarse de la actitud del ejecutivo.

Pero todo eso era antes de que Rajoy decidiera rodearse de las melodías del pacto, frente a un soberanismo que ve en el compás del derecho a decidir la única vía para resolver el conflicto. En esa tesitura, actos como los de hoy serán de obligada asistencia en adelante. Incluso, a pesar de que la agenda de Santamaría estaba apretada este lunes: a las 9h era el desayuno –que ha acabado hacia las 10h y pico– y a las 12.30h estaba en la Delegación del Gobierno en Barcelona presentando al diputado del PP, Enric Millo, como nuevo titular. Es más, la vicepresidenta y Catalá confirmaron su asistencia el viernes pasado, como ha confirmado este diario mendiantes fuentes de Moncloa.

Así las cosas, escoger este escenario para poner en marcha la Operación no se aleja de la casualidad. Conde es empleador de una multitud de talentos y siempre se ha autodefinido como "posibilista", exhibiendo tesis de abertura de miras en cuanto a la relación entre Catalunya y España. De hecho, uno de los asistentes –consciente del perfil del ponente– le ha preguntado si alguien le había pedido que hiciera interlocutor y él lo ha negado. "No es momento de interferir", ha dicho. "Ofreced soluciones y ponedlas en marcha" ha avisado más tarde a los presentes, sentado al lado de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, quien ha introducido el acto.

Sin embargo, el golpe de realidad ha llegado cuando Conde, conocedor de la realidad catalana, ha hablado claro sobre que el "suflé" –como algunos dicen del soberanismo– no bajará a pesar de que el apoyo al independentismo varíe en 1 o 2 puntos porcentuales en las encuestas. Este cree que la "esperanza" fruto de que los interlocutores sean diferentes es infundada. "Oriol Junqueras no es Pujol. Quiere la independencia", ha advertido. El delegado del Govern en Madrid, Ferran Mascarell, lo miraba desde el fondo, con gesto de aprobación hacia las palabras del ponente.

Así el empresario ha invitado a la Moncloa a reconocer cuestiones para suavizar las relaciones con la Generalitat: la "nación cultural, o nación histórica", "las competencias educativas o estratégicas", o el papel de la economía catalana como "motor" del Estado. "Se trata de afecto, de cariño", ha aconsejado. La cuestión es que Conde es el organizador de una comida anual en Catalunya que reúne a multitud de personalidades -Mas, Junqueras, entre otros- y que es el relevo del suquet del antiguo miembro del PSUC, Pere Portabella, en los años 80-90 y época de apogeo de la Tercera Vía.

Precisamente, esos gestos de "afecto" hace un par de semanas que se gestan en el Estado: primero, con el nombramiento del exfiscal general del Estado, José Manuel Maza, relevando a María Consuelo Madrigal; después, con el nombramiento de Millo como nuevo representante en Catalunya, a cambio de Maria de los Llanos de Luna, y finalmente, renovando a toda la cúpula existente en el ministro del Interior, cuando la Operación Catalunya.

Pero la Operación diálogo justo se empezaba a ensayar este lunes y ha tenido su momento de tensión. Conde ha explicado que él concebía España como una "gran orquesta" –reanudando un símil musical que había hecho en su discurso–. El moderador ha invitado entonces a Santamaría a responder y esta ha lanzado una advertencia a Puigdemont, siguiendo el hilo musical: "La armonía en este caso es la lealtad institucional, si tenemos una buena armonía, tendremos una buena orquesta" ha cerrado, camino del avión.

Así las cosas, los otros presuntos implicados en la Operación se han quedado haciendo otros tonos. El líder de Ciudadanos también estaba hablando con varios empresarios, nada más el mismo día en que la presidenta del partido en Catalunya, Inés Arrimadas, decía que a los independentistas "les incomoda el diálogo". El mismo Rivera estaba sentado muy cerca de la exalcaldesa de Madrid, Esperanza Aguirre –empleada de la empresa Seeliger y Conde–. Y es el mismo Rivera quien le decía cosas en voz baja a Santamaría, mientras Conde hablaba.

Margallo también ha tenido su momento estelar, como es habitual en él. El portavoz del PP, Pablo Casado, haya hecho un pequeño aparte con él en la recepción del hotel. Este diario los ha visto hablar más de 10 minutos, en tono serio, pero acabando con una carcajada. Margallo es quien decía la semana anterior que con Catalunya se tenía que hablar. El mismo Margallo a quien Catalá le ha preguntado: ¿"Cómo estás"? como si no se hubieran comunicado en mucho tiempo. Los exministros entre ellos deben dialogar poco, pese a haber compartido casi 5 años de mesa de gobierno. Pero la Operación diálogo con Catalunya puede marchar ya viento en popa.