Cuesta saber qué ha dicho el presidente de la Comisión Europea sobre el referéndum del 1-O. Hay que atravesar una niebla de reelaboraciones y reinterpretaciones. Claro que cada medio escoge un fragmento de la respuesta de Juncker. Seguramente el que más le gusta. Es lógico: en un titular no cabe todo. Otros, sin embargo, han preferido considerar las palabras de Juncker como un error, una pifia. En consecuencia, explican que Juncker no quería decir lo que ha dicho sino aquello que les encaja mejor o que les parece que tenía que decir.

Pero Juncker, en directo, ha dicho lo que ha dicho: 1) Que la Comisión no interfiere en asuntos internos de los Estados miembros; 2) Que la Comisión tiene que respetar las sentencias del Tribunal Constitucional español y [las decisiones] de las Cortes españolas ("el Parlamento"); 3) "Está claro que si se da el 'sí' a la independencia de Catalunya, bien, pues respetaremos esta elección", y 4) El nuevo Estado catalán tendrá que pedir el ingreso en la UE como cualquier Estado aspirante, etcétera.

Su portavoz ha salido a aclarar después que Juncker hablaba de un referéndum "legal". Claro, después de la guerra todos somos generales. El problema de esta aclaración —y el de las reinterpretaciones de algunos periodistas— es que la pregunta era muy clara, precisa y concreta: "¿Reconocería la Comisión el resultado del referéndum del 1 de octubre?" No hablaba de un referéndum cualquiera, ni de un referéndum legal ni de un referéndum en general. Se preguntaba exactamente por el referéndum del 1-O en Catalunya. Juncker lo ha entendido perfectamente. "Esperaba esta pregunta", dice. Si la esperaba se puede deducir que había preparado la respuesta, al margen de que no es la primera vez que se le plantea este asunto. Si no, ¿por qué explica que no le coge por sorpresa?

¿Qué razón hay, pues, para decir que se ha liado, como hace El Mundo, o que comete "un desliz", como escribe El País, o que se refería a un referéndum "legal", como le atribuye La Vanguardia? Quizá, puestos a interpretar, son las ganas de hacerle decir a Juncker lo que queremos que diga y asegurarse de que el lector entiende lo que "es correcto". Que no piense por su cuenta. Juncker ha dicho que respetarán el resultado del referéndum del 1-O pero, ojo, lo ha hecho porque se ha equivocado, se despistó; en realidad quería decir otra cosa, lo ha condicionado, etcétera. ¿Por qué "se lía" en esta afirmación y no en las otras? Es un lío selectivo.

A ver ¿a quién hacemos caso? ¿A Juncker o a los intérpretes y exégetas de Juncker?

El presidente tampoco ha dicho, por ejemplo, que este referéndum es ilegal, ni que Catalunya quedará para siempre fuera de la UE o vagará por el espacio exterior. Podríamos hacer un titular a la inversa, como por ejemplo: "Juncker no se opone al referéndum del 1-O" o "Juncker rechaza las tesis de Margallo". Claro que no. Aquí radica la cuestión. Quien te quiere informar de unos hechos te los explica, no te los interpreta.

El presidente de la Comisión, este mismo jueves, en una entrevista en La Vanguardia, ha dicho lo mismo, en un formato más largo, eso sí. Algunos han querido ver que la Comisión de la UE se opone al referéndum. Si es así ¿por qué no lo dice claramente? ¿Por qué no lo dice en la segunda oportunidad del día, en su respuesta más breve a un internauta? ¿No será que no quiere decirlo? Se pueden hacer titulares con un juicio de intenciones. Pero informar se informa de hechos, que son lo que pasa y queda. Era la primera vez que Juncker dice aceptan los resultados del 1-O. De ahí tanto cuidado en desnaturalizarlo.Te gusten o no, los hechos son tozudos, tozudos, tozudos.