Un mes después de su publicación en Francia, este miércoles han aparecido en España las memorias del rey emérito, Juan Carlos I. Reconciliación (Planeta). El libro, realizado en colaboración con la escritora francesa Laurence Debray, ha levantado polvareda por los reproches que el monarca dedica a su hijo, el rey Felipe VI, y a su nuera, la reina Letizia, así como por un esperpéntico vídeo promocional que ha enfurecido a la Zarzuela. ¿Y qué parte ocupa Catalunya en las memorias de Juan Carlos I? Poco más de dos páginas, de un total de 500, en las que el es jefe del Estado, huido a Abu Dabi desde 2020 tras haber abdicado en 2014 rodeado de escándalos amorosos y acusaciones de corrupción, expresa por primera vez su opinión sobre el referéndum del 1 de octubre del 2017 y el proceso independentista catalán.
A diferencia de la distancia con su hijo en otras cuestiones, Juan Carlos muestra un contundente apoyo a la actuación del actual rey de España, que el 3 de octubre de 2017 emitió un discurso que el independentismo siempre ha considerado que amparaba el "A por ellos”, la dura represión y la suspensión de la autonomía con que el Estado respondió a las urnas del 1 de octubre. “Yo ya había abdicado, pero obviamente apoyé la postura decidida del rey Felipe sobre el respeto a la Constitución y la unidad del país, de la cual él es garante. En el plano personal, me sentí traicionado”.
Juan Carlos habla de Catalunya en la parte final del capítulo 3 del volumen, “El calvario del terrorismo”, que dedica a los atentados de ETA y el yihadismo islámico, el 11-M. Sin embargo, al monarca, que reinó entre 1975 y 2014, parece que le preocupaban más las reivindicaciones del nacionalismo catalán que las bombas de los terroristas vascos. “Las reivindicaciones nacionalistas vascas eran provocadoras y violentas, y monopolizaban la atención mediática y gubernamental; no obstante, y como advertía a todos los presidentes del Gobierno, los independentistas catalanes son menos ruidosos pero más correosos”. Acto seguido, centra su análisis sobre la cuestión catalana en la figura de Jordi Pujol y la coalición CiU, de quienes destaca “una hegemonía y una longevidad política únicas en democracia”.
Establecer límites firmes a Jordi Pujol
De Jordi Pujol se detiene Juan Carlos en el hecho de que “sobre todo, llevó a cabo una ‘catalanización’ de la vida administrativa y cotidiana. En diez años, decenas de miles de funcionarios pasaron de la administración pública española a la catalana”. “Se llegó a la absurda situación —se exclama— de que, en las estadísticas oficiales catalanas, las ‘relaciones comerciales con el exterior’ incluían el comercio con el resto de España”. Juan Carles añade que el president de la Generalitat iba a Madrid a “negociar más derechos y prerrogativas”. “Primero iba a la Moncloa para entrevistarse con el presidente del Gobierno, antes de reunirse conmigo en la Zarzuela. Tenía el tiempo justo para que me avisaran de sus reivindicaciones. Sabía que había que marcar límites firmes a Pujol siempre que intentaba sobrepasarlos”.
Apoyo al mensaje de 'A por ellos'
Juan Carlos aborda la “crisis institucional de octubre del 2017”, es decir el momento álgido del proceso independentista catalán, como el resultado de la LOHPA, la ley de recentralización autonómica de 1983, posterior al intento de golpe de Estado del 23-F que él reivindica haber parado, y el “café para todos”. Es decir, la generalización del modelo autonómico, dejando en papel mojado la distinción constitucional entre nacionalidades y regiones. “Los catalanes no vieron con buenos ojos que sus particularidades quedaran diluidas entre las de los demás”, concede. Después, relata cómo la declaración de inconstitucionalidad del nuevo Estatut d'Autonomia del 2006 y las reivindicaciones de una nueva fiscalidad en 2012 condujeron a “un referéndum ilegal de autodeterminación el 1 de octubre del 2017”. De su hijo, el rey Felipe VI, dice que afrontó “con firmeza” la crisis del 2017, “pronunciando un discurso importante digno de un gran rey”, en alusión al mensaje de aquel 3 de octubre que tanto ha contribuido a alejar la Corona española de la sociedad catalana. Pero, además, presenta los hechos como una afrenta a él mismo.
Así, Juan Carlos detalla la “traición” de los catalanes a su persona: “En el plano personal me sentí traicionado. El territorio catalán, tan dinámico en el plano económico y cultural, de acogida de gente en busca de trabajo y prosperidad, se convertía en una zona de intolerancia donde no ser un nacionalista radical equivalía a ser ‘facha’. Si alguien me hubiera dicho diez años antes lo que iba a suceder en Catalunya no me lo habría creído. Para mí era impensable, inimaginable”. El monarca que huyó de España por sus escándalos, y que alcanzó la Corona tras ser designado por el dictador Francisco Franco, por quien expresa admiración en las memorias, advierte: “No podemos ceder a la discriminación basada en la identidad y el odio de unos contra otros. No podemos someternos al chantaje político cuando va en contra de nuestra Constitución”. “Si España es plural, Catalunya también lo es”, cierra. Por otra parte, hay que decir dedica otro capítulo, breve, a los Juegos de Barcelona y la Expo de Sevilla: "1992. El año de España".
