Diez minutos. Es lo que duró la llamada de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez el pasado jueves. Mucho menos tiempo es el que tardó el PSOE en rechazar la generosa última oferta de Unidas Podemos. Hacía cuestión de segundos que había llegado a los periodistas que siguen las negociaciones la propuesta de un gobierno de coalición con periodo de prueba y apoyo externo garantizado para toda la legislatura. Pero ya había respuesta de Ferraz. "No se dan las bases mínimas de confianza", trasladaban desde el entorno del presidente en funciones. Sólo tres minutos tardaron los socialistas en despacharla. Desde entonces, nada se ha movido.

Quedan 48 horas para que se resuelva el gran enigma, si habrá investidura antes del 23 de septiembre o elecciones el 10 de noviembre. Pero las dos partes parecen haber llegado a su límite: ni el PSOE ni Unidas Podemos están dispuestos a ceder más de lo que consideran que lo han hecho. Para el entorno de Pedro Sánchez, la coalición ya fue rechazada --y de malas maneras-- en julio y ya no es "viable". Tampoco la coalición en diferido defendida por barones como Miquel Iceta. Para la formación de Pablo Iglesias, el nuevo portazo del jueves certifica que, con encuestas en la mano y guiado por el gurú Iván Redondo, Sánchez siempre ha querido elecciones. El resto, lamentan, sólo ha sido teatro.

Sólo hay dos alternativas a las elecciones, que ya son prácticamente descartadas por los mismos participantes de las negociaciones. La primera, en la que confiaba Pablo Iglesias, es que a última hora Pedro Sánchez acabara cediendo a favor de un gobierno de coalición, especialmente por el peligro real de una desmovilización de la izquierda. "Hoy no parece próxima la posibilidad de una coalición, pero tampoco parecía próxima en julio", decía esta semana una persona de la máxima confianza de Iglesias. La segunda, en la que confiaba Pedro Sánchez, es que Unidas Podemos aceptara in extremis un acuerdo programático justamente para evitar volver a las urnas. Este escenario podría haber llegado de los sectores más partidarios del pragmatismo, como Izquierda Unida o los comunes. Pero hoy también parece estar en vía muerta.

Para que se desencalle, uno de los dos líderes deberá tomar la iniciativa, romper el clima de desconfianza personal y ceder ante el otro. Las diferencias entre ambos, que superan las estrictamente políticas, siguen siendo el principal escollo.

Sea como sea, en estos dos días tendremos todas las cartas sobre la mesa. El árbitro será el rey Felipe VI, a quien inusualmente Iglesias también le ha pedido que haga de mediador. El monarca iniciará este mismo lunes a las diez de la mañana la ronda de consultas con el Partido Regionalista de Cantabria y los partidos con menos representación. El martes será el turno de Laura Borràs, Pablo Iglesias o Pedro Sánchez. El Rey, que es consciente del "desgaste" de cuatro elecciones generales en cuatro años, tendrá en sus manos el destino inmediato de España.

Para que se desencalle, uno de los dos líderes deberá tomar la iniciativa, romper el clima de desconfianza personal y ceder ante el otro

Pablo Iglesias ya ha adelantado que, en caso de que no haya acuerdo con el PSOE, transmitirá a Felipe VI que su grupo se abstendrá "para poder negociar hasta el final", como ya pasó en julio. Pero, de la misma manera, desde Ferraz también han adelantado que, si no tiene previamente garantizados los apoyos, Sánchez hará un Rajoy: rechazará un hipotético encargo del monarca para someterse al debate de investidura. Es decir, para que haya investidura habrá que llegar a un acuerdo antes del martes por la tarde. En vez de vaciar su agenda, el presidente en funciones ha llenado la jornada del lunes, el día clave, visitando zonas afectadas por la gota fría, por la mañana, y recibiendo a la selección española de baloncesto en la Moncloa, por la tarde. Es, cuando menos, sintomático.

Una vez más, ERC no estará en la ronda de consultas en el Palacio de la Zarzuela. No lo hace desde que el Rey se negó a recibir Carme Forcadell cuando fue escogida presidenta del Parlamento en el 2016. A pesar de todo, Gabriel Rufián ya ha reiterado que por ellos "no será". Lo mismo pasa con el PNV, que no pondrá ningún obstáculo si hay entendida. Pero faltan los votos imprescindibles de Unidas Podemos.

Ya han pasado más de cuatro meses desde las elecciones del 28-A. Desde entonces, Pedro Sánchez sólo ha conseguido sumar uno en los escaños del PSOE: el del Partido Regionalista de Cantabria. El último barómetro del CIS, hecho público esta semana, revelaba lo que era un secreto a voces: la desconfianza, el aburrimiento y la indiferencia son los sentimientos que genera la política hoy en la gran mayoría de los españoles. Una dada a tener en cuenta en caso de repetición electoral.