Fuerte indignación del entorno de Raül Romeva por el trato recibido en su estancia en el Senado, antes de entrar en el hemiciclo. Romeva ha llegado a la Cámara Alta española hacia las ocho y media de la mañana, custodiado por la Guardia Civil desde Soto del Real, y ha estado esperando solo en una sala de la Cámara hasta la hora entrar en el hemiciclo. Ni su pareja, Diana Riba, que estaba en el edificio, ni sus compañeros de filas han podido verlo ni hablar con él. De hecho, ni siquiera sabían dónde estaba.

No ha sido hasta que su abogada ha intervenido y ha exigido ver a su cliente, que han sabido que estaba cerrado en una sala bajo el hemiciclo. A pesar del periplo y la indignación por la situación, Romeva ha entrado sonriendo en el hemiciclo y se ha podido reencontrar con sus compañeros. No con su pareja, ni con el conseller Alfred Bosch, que han tenido que seguir el pleno desde la tribuna.

Reencuentro en los lavabos

La pareja ha tenido que forzar un encuentro en los lavabos de la cámara alta para poder abrazarse y hablar dos minutos. Romeva, que iba escoltado por agentes de la policía nacional, ha explicado a los agentes que era su pareja y le ha dado un beso. "Es mi mujer", ha explicado Romeva, que ha recibido una respuesta divertida de Riba y que ha arrancado las sonrisas de todos los presentes: "hombre, supongo que no va besando a todas las mujeres que encuentra".

Los dos han aprovechado este momento de reencuentro para hablado de temas logísticos familiares. "Eso se todo lo que tenemos durante quince días", ha lamentado Riba una vez Romeva ha vuelto al hemiciclo.