Sábado 17 de junio. Junts y Esquerra Republicana llegan al pleno de constitución del ayuntamiento de Barcelona con un acuerdo para investir a Xavier Trias. Lo que acaba pasando después ya es historia. La capital de Catalunya distaba de los desacuerdos y reproches entre los partidos independentistas en la mayoría de las capitales comarcales —con la excepción de Girona—. En este contexto, Xavier Trias y Ernest Maragall simbolizaban con un abrazo en el Saló de Cent del consistorio barcelonés lo que se tenía que traducir en un frente común que pregonó el president de la Generalitat, Pere Aragonès, después de las elecciones municipales y que también defendió Junts para las elecciones generales 2023.

🟡 Listas electorales en las generales 2023 Catalunya

Los juntaires partieron de la propuesta de concurrir juntos a Madrid después de que Pedro Sánchez acelerara el contador electoral. El 28 de mayo, Junts fue la fuerza independentista más votada y la que ganó en más municipios, pero el PSC obtuvo una victoria contundente que los reforzó en términos de poder institucional a escala municipal y supramunicipal. Esquerra cayó hasta la tercera posición perdiendo hasta 300.000 votos. La desmovilización independentista fue significativa: 350.000 sufragios menos que el año 2019 y una suma de ERC, Junts y CUP que pasaba de casi el 45% de entonces al 40% actual.

Un acuerdo programático que no llega a pesar de la distensión

En el escenario de abstención por parte del electorado independentista, las cúpulas de los partidos lo tenían claro: era el momento de levantar el pie del acelerador y priorizar el acuerdo entre ellos. Y así lo consensuaron en una reunión la secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, y su homólogo de Junts, Jordi Turull, en Ginebra. Pero las desconfianzas y los acuerdos que fueron cerrando con el PSC cada uno de ellos por su parte entorpecía la reconstrucción de un frente común, que se fue diluyendo en una posible lista conjunta en el Senado (que tampoco se materializó y los republicanos lo han acabado haciendo con Bildu) y se ha ido reduciendo todavía más a un acuerdo programático que, en pleno ecuador de la campaña, no parece que llegará. Ni tampoco se avista la posibilidad de acordar un precio a una eventual investidura de Pedro Sánchez.

Transcurrida la primera semana de campaña, hay una calma tensa entre los tres partidos independentistas. El fuego cruzado ha bajado de intensidad, con alguna pequeña excepción. Los tres son conscientes de que hay mucho en juego y, tras el toque de atención de las municipales, existe el riesgo de que estas generales se conviertan en un correctivo más duro para el independentismo. La abstención es el fantasma que preocupa y ocupa en las salas de máquinas de Junts, Esquerra y la CUP, que insistirán mucho en la segunda parte de la campaña en la movilización del electorado independentista. Las consignas que han ido impulsando desde los actos que han celebrado por todo el país es que, a pesar de comprender el enfado y malestar que ha generado la lluvia de reproches entre ellos y la falta de objetivos fijados, un mal resultado de los tres partidos puede condenar a los intereses de Catalunya porque no ir a las urnas no significa que aquellos escaños que ahora el independentismo tiene queden vacíos, sino que serán ocupados por otros que van "contra Catalunya".

Esquerra busca combatir el efecto del voto útil al PSC

En esta primera semana de campaña, Gabriel Rufián se ha centrado más en atacar al resto de partidos de izquierdas (obviando a la CUP) que se presentan a las elecciones generales: el PSC y los comunes, ahora bajo el formato de Sumar. Tanto el cabeza de lista como Teresa Jordà y el resto de candidatos han criticado el veto a Irene Montero por parte de Yolanda Díaz, como si la ministra de Igualdad fuera de su propio partido y no de Podemos. El también concejal de Santa Coloma de Gramenet habla de PSOE y Sumar en términos de "izquierda de mentira", que no sirve para detener a la "derecha de verdad", en referencia a Vox y un PP que ha comprado buena parte de sus discursos y que necesitará de su apoyo para poder gobernar, previsiblemente, después del 23 de julio.

Además, desde el cara a cara protagonizado por Feijóo y Sánchez el pasado 10 de julio, en que el popular pidió al todavía presidente del Gobierno que se comprometiera a dejarlo gobernar si ganaba las elecciones, Rufián ha exigido al PSOE que aclare si aceptarán este contrato. En Catalunya, y también por todo el Estado, el PSC ha hecho campaña por el voto útil para detener a la derecha y Rufián ha ido advirtiendo: "No quiero a nadie decepcionado el 24 de julio". Si ERC consiguió dos victorias históricas en el 2019, en abril con más de un millón de votos y 15 diputados y en noviembre bajó hasta los 13, ahora las encuestas apuntan en otra dirección: igual que pasó con las elecciones al Parlament en 2021 y en las municipales del mes de mayo, las generales las ganaría el PSC en Catalunya.

Que el centro de sus críticas sean el PSC y Sumar no quiere decir que Rufián no se haya referido durante esta primera mitad de campaña a los otros partidos independentistas, a pesar de que sí que ha rebajado el tono y su principal reproche ha sido que ERC ha tenido que luchar "sola" en el Congreso para conseguir avances para Catalunya. De hecho, explicar a los votantes estas mejoras, desde los indultos a los presos a la ley de la vivienda, es uno de los grandes objetivos del partido durante la carrera electoral. Rufián ha confesado que pensaba que el trabajo hecho por los republicanos en Madrid había llegado hasta el país, pero se ha encontrado con que ha triunfado más el lema de "a cambio de nada", en referencia a sus concesiones al gobierno de coalición, que no el hecho de haber conseguido aprobar, por ejemplo, una subida de las pensiones o el Salario Mínimo.

Junts apuesta por la confrontación y entra Puigdemont como aliciente

En Junts destacan que su prioridad no es "desgastar" a Esquerra, sino "recomponer" la unidad. En paralelo, lo quieren compaginar con una estrategia de confrontación y con una línea dura contra el Estado, aproximándose a lo que defiende Carles Puigdemont desde el exilio. La candidata Míriam Nogueras recalca constantemente que, si ellos tienen la llave, "nada será igual" y que no forma parte de los objetivos de Junts ir a Madrid para investir a ningún presidente que no reconozca el derecho a la autodeterminación, hasta el punto que si el PSOE no aceptara el precio de sus votos no descartan el escenario del bloqueo. El partido quiere coincidir con el hartazgo de parte del electorado que amenaza con no ir a votar el 23-J, y de aquí emerge en parte el lema "ya basta". Entre los candidatos, Nogueras es probablemente quien menos hace referencia en sus intervenciones al riesgo de abstención, pero en cada mitin de Junts hay alguna voz que, desde el atril, alerta de los "inconvenientes" que supondría para Catalunya esta desmovilización. "Sería un tiro al pie", decía Antoni Castellà, el candidato al Senado, en el acto de presentación de la candidatura de Junts.

En una entrevista con El Nacional.cat, el líder de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, apelaba a la movilización del independentismo para votar "sea a quien sea", aunque no fuera a los republicanos. Fuentes de Junts hacen una afirmación casi idéntica: hay que ir a votar aunque sea a otra opción independentista. ¿Pero hasta qué punto afecta a la abstención? Las encuestas auguran un retroceso del independentismo en el Congreso, siendo ERC la principal perjudicada y con la opción que Junts haga el sorpaso a los de Oriol Junqueras. Hasta ahora, la suma llegaba a los 23 diputados. Las encuestas más optimistas sitúan a ERC, Junts y CUP en los 20 escaños.

Más allá de esta necesidad de no atacarse entre ellos, Junts también ha puesto el foco en el PSC por el riesgo de que se concentre el voto en los socialistas ante la amenaza de un gobierno del Partido Popular con Vox. En el caso de los juntaires, equiparan al PSOE y el PP y los invalidan como "voto útil" porque cuando pueden pactan con la derecha, recordando lo que pasó en el ayuntamiento de Barcelona o la abstención del año 2016 en la investidura de Mariano Rajoy —aunque el PSC votó en contra—. En los próximos días, Junts se reafirmará en la línea de denuncia de los agravios del Estado hacia Catalunya y señalarán al PSC como un partido que "no toma las decisiones en Catalunya", reivindicándose ellos como los únicos que defenderán los intereses del país. En medio de las críticas a un Estado que "reprime y expolia", todas las miradas estarán puestas el domingo en Amer, la localidad natal del president Carles Puigdemont, donde Junts hará su acto central. De hecho, será el día en que Puigdemont entre en campaña y que evidenciará esta línea de "plantar cara" como eje nuclear de la estrategia de Junts en Madrid.

La CUP insiste en el referéndum como precio a una investidura de Sánchez

Mientras tanto, la CUP también ha centrado buena parte de sus críticas de campaña en el PSC, partido con el cual no comparte casi nada de electorado, equiparándolo en temas como el negacionismo climático o la unidad de España con la ultraderecha de Vox. Aunque antes de la campaña Rufián pedía al independentismo poner un precio más alto a la investidura de Pedro Sánchez, de momento la CUP son los únicos que han anunciado a bombo y platillo cuál es el suyo: fecha y pregunta para un referéndum de autodeterminación. En el caso de que los candidatos no se comprometan, no tendrán su apoyo en la investidura, tal como ha explicado el cabeza de lista, Albert Botran, en una entrevista en El Nacional.cat, y no temen que eso pueda llevar al Estado a una repetición electoral: no sería culpa suya.

Finalmente, si se confirma el desgaste del independentismo la noche del 23 de julio, fuentes de Junts opinan que hará falta hacer un "análisis conjunto" y abrir un periodo de reflexión sobre lo que está pasando. El president Pere Aragonès mantiene que no adelantará las elecciones al Parlament aunque ERC tenga un mal resultado. Ante la posibilidad de que Junts quede por delante de los republicanos, en Bofill (pasaje de Barcelona donde Junts tiene la sede nacional) hay voces que no verían con buenos ojos pedir elecciones anticipadas porque puede abrir un escenario que acerque a Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat y descartan "jugar" a que se pueda repetir una operación como la del ayuntamiento de Barcelona.