Hace un año había cosas que parecían impensables. Por ejemplo, que en la agenda del debate político estuvieran temas como la derogación de la legislación contra la violencia machista. O el cuestionamiento de la existencia de la misma violencia machista. O que se hablara con tanta frecuencia de un concepto como la "ideología de género". Aquello que hace un año era impensable, hoy es una realidad gracias a la irrupción de la extrema derecha de Vox. Pero también gracias a una derecha tradicional en connivencia, que ha comprado algunos de los mantras en plena carrera electoral.

El 8-M del 2018, con motivo de la huelga feminista internacional, centenares de miles de mujeres salieron a las calles de todo el Estado. Ya eran muchos los motivos que tenía el movimiento feminista para salir a hacer sentir su voz. Un año después, todavía se ha cargado de más razones con la amenaza de la derecha. La convocatoria de este año mostrará una radiografía política del debate por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Toda la derecha, con más o menos intensidad, ya se ha desmarcado de la huelga.

Desde las elecciones andaluzas, la posición de Vox es muy clara: ir contra todas las conquistas del feminismo. Por si quedaban dudas, su dirigente Rocío Monasterio anunciaba esta semana que no participarían. "Soy mujer y quiero liberarme de vuestro burka ideológico, que pretende imponer una doctrina totalitaria", aseguraba, al mismo tiempo que denunciaba las "supremacistas feministas" e "ideologías autoritarias y anticientíficas como la ideología de género".

El PP también se ha desmarcado. Este miércoles por la tarde, aunque había anunciado su participación en la manifestación del 8-M, el Partido Popular hacía marcha atrás. En un comunicado, los populares argumentaban que el manifiesto de la convocatoria está "politizado" y es "partidista", y denunciaban la injerencia de la "extrema izquierda". Acusaban a los organizadores de "buscar el enfrentamiento entre hombres y mujeres". Este jueves, Pablo Casado justificaba que las "feministas de izquierdas" no defienden a las mujeres de los guardias civiles de Altsasu o la secretaria judicial Montserrat Toro.

Y Ciudadanos sigue haciendo el juego de equilibrios que hace desde las elecciones andaluzas. El partido empezó la víspera de la huelga feminista con un spot donde se desmarcaba, reivindicaba lo que llaman "feminismo liberal" y decía que "este 8-M no volverán a hablar en mi nombre, nadie". Pocas horas después, Albert Rivera aclaraba que participaría de la manifestación de este viernes en Madrid para "no renegar" de sus principios, aunque dejaba claro que no compartía el manifiesto de los organizadores.

¿De qué habla el manifiesto de los organizadores? Que hay que combatir la violencia machista, que la justicia tiene que "aplicar de forma efectiva" las leyes contra la violencia machista, que "las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos", que se tiene que educar contra "estereotipos sexistas, racistas y LFTBIfóbicos" o que "el aborto esté fuera del Código Penal", entre otras demandas.

 

Servicios mínimos en Moncloa

A un lado hay las tres derechas que se manifestaron en Colón. En el otro, el bloque de la moción de censura. El gobierno de Pedro Sánchez se ha sumado sin medias tintas a las movilizaciones del 8-M. Este viernes, la única actividad institucional del ejecutivo será la reunión del Consejo de Ministros. Ninguno de los ministros tendrá más agenda de trabajo que esta.

Este mismo viernes, después de ser publicado en el BOE, también entrará en vigor el decreto de igualdad laboral, que entre otras cosas busca luchar contra la brecha salarial entre hombres y mujeres a través de varias medidas. También contempla la igualación de los permisos de maternidad y paternidad, que no entrará en vigor hasta el 1 de abril para dar tiempo a las empresas para su organización y adaptación. Moncloa confía en tener los apoyos suficientes a la Diputación Permanente del Congreso, con las Cortes disueltas. Ciudadanos ya ha anunciado su voto en contra de todos los decretos de Sánchez, también este.