A los corresponsales de The New York Times destacados en países del Tercer Mundo les tienen prohibido citar a taxistas como fuente. Es una norma que no dice nada malo de los taxistas: más bien habla del rigor del diario. Es justamente lo que se echa de menos, una vez más, en el enésimo artículo que equipara el independentismo catalán con el terrorismo etarra. Este es de El Español, y se titula "Agentes de la Guardia Civil alertan: 'La Cataluña de hoy recuerda en el País Vasco de los años 80'", y es una confusión fabulosa desde el mismo titular, apoyado en una afirmación que no aparece en el texto. Es indicio claro de la importancia —no muy elevada— que el autor da a la realidad. Y es sólo el primer indicio.

De hecho, en el artículo nadie hace ninguna referencia a los años 80 en Euskadi. Es el segundo.

Un tercero es para, digamos, especialistas. Si el titular es una afirmación tan contundente, tan grave, tan colosal, se hace extraño que no se documente en el primer párrafo. Como mucho, en el segundo. Es un tópico profesional tan obvio que cualquier periodista que lea esto ahora estará asintiendo con la cabeza.

La cosa que más se parece al titular no llega hasta el octavo párrafo, exactamente a mitad de la pieza. Un guardia civil dice que le han dicho "los veteranos de los GAR [Grupos de Acción Rápida] en la lucha contra ETA". Lo que le han dicho es que en Catalunya "se respira el mismo ambiente de mierda que entonces se respiraba allí". Este "entonces" podría aludir "al País Vasco de los años 80", pero si no los has vivido no lo puedes suponer por el contexto de la nota.

Veteranos inexistentes

Veamos, los GAR son como Los Hombres de Harrelson de la Guardia Civil. Los guardias y cabos son baja en esta unidad a los 40 años y los suboficiales a los 45. ¿De qué "veteranos" habla este agente si entre "años 80" y hoy han pasado entre 28 y 37 años, y los guardias ingresados en el cuerpo antes de 1999 se jubilan a los 56? El último que vivió alguno de los "años 80 en el País Vasco" salió de la unidad en 1998. No debe quedar casi ninguno de aquellos en activo, menos aún destinado a la represión del 1-O.

El agente describe "el ambiente de mierda" así: "el mismo rechazo social, la misma incomodidad, la misma sensación de no sentirte en tu casa cuando estás en tu casa". A ver, la "incomodidad" de ser guardia civil en los años 80 en Euskadi no debió ser el "rechazo social". En esa década, ETA asesinó al 44% de sus muertos, a razón de tres al mes. ¿Tres muertes al mes y lo que recuerdas es "el rechazo social" y lo llamas "incomodidad"? Vamos, hombre.

El testimonio apesta a pescado podrido. Pero supón que es verdad, que seguramente es así. ¿Qué valor tiene un testigo que recuerda los años de plomo de ETA con esa desproporción tan flemática? Flota la duda de cómo es posible, con este único testimonio, equiparar al independentismo catalán con el periodo más sangrante de ETA: 376 asesinatos.

Abrazos y escupitajos

Peor todavía, sin embargo, es "la anécdota" que sirve el autor para describir el momento en Catalunya (en un punto lo denomina "acoso separatista") y compararlo con "los años 80 en el País Vasco". Dice el agente: "Te explicaré una anécdota. En agosto, tras el atentado de Las Ramblas, nos enviaron a Barcelona con todo el equipo. Y la gente nos abrazaba en el aeropuerto de Barcelona. También nos decían: 'Qué bien que estéis aquí'. Un mes después, esa misma gente nos escupía. Y no es una metáfora: nos escupían literalmente, nos llamaban hijos de puta y nos decían que nos fuéramos de allí. Y era la misma gente, de los mismos barrios. ¿Cómo pudieron olvidar tan rápido lo que había ocurrido sólo un mes antes?".

Concluye el autor: "Lo que había pasado, obviamente, era el nacionalismo".

Es decir, que en un mes de "nacionalismo", gente que abrazaba a los guardias había pasado a escupirlos. Es sorprendente el poder tóxico de este "nacionalismo", pero todavía lo es más el poco caletre de la gente que pasa del amor al odio a tanta

Por otra parte ¿es creíble reconocer, entre los que rodeaban a los colegios electorales, a alguno de los que te abrazó en el aeropuerto un mes y medio antes? "La misma gente, de los mismos barrios," dice el agente. ¿Los que abrazaban en el aeropuerto dijeron de qué barrio eran o cómo se come? Un reportero cualquiera advertiría que la fuente te está montando la piedra.

Además de un caso de no comprobación, este es también un caso formidable de evidencia anecdótica. És una falacia lógica que utiliza hechos, ciertos o no, para llegar a conclusiones que no pueden ser deducidas de ellos. Como más vividos y de mayor carga emocional son los hechos o experiencias, más engañosos.

Revolución

El resto de la pieza va añadiendo en desorden declaraciones fantásticas. Para hacer plausible la equiparación independentismo y terrorismo, se explica que "el 1-O se desmadró todo", se añade la palabra "revolución" y concluye: "Muchos agentes decían: 'En cualquier momento hay un detonante, alguien se carga a alguien y salta todo por los aires'".

Claro. Peor habría sido si se hubiera abierto un volcán en la plaza de Sant Jaume. ¿Qué sentido tiene retroceder en el tiempo y hacer futuribles cuando ya se sabe qué pasó —no hubo detonante, muertos, ni volcán? Es como querer hacer un Regreso al Futuro con el 1-O, con el problema de que Regreso al Futuro es una película y al 1-O quien "salta por los aires" es la gente y no los guardias civiles.

Hay más, pero ya es suficiente. La pieza deja la sensación que han engañado al autor o que se ha dejado engañar, con gusto o por obligación.

El titular perdido

El caso se agrava si se lee el final, donde se deja perder dos titulares como la Sagrada Familia. Uno son las críticas de los agentes al gobierno español. Es grave. La Guardia Civil es un instituto armado y sus agentes, como los militares, no opinan de política, como el artículo recuerda al principio.

Sin embargo, perdido en empatar independentismo y terrorismo, el autor entierra y/o obvia esta declaración de un agente: "La decisión de usar la fuerza el 1-O fue fatal. Era tan fácil como dejar que se celebrara el referéndum falso y decir después de que no era válido. Pero lo que se hizo parecía una rabieta de hermano mayor, que te pega cuando no puede impedir que hagas alguna cosa. [...] El gobierno [español] dio a los separatistas aquello que deseaban —imágenes de contundencia policial— sin obtener nada a cambio".

Qué más quieres, Manolito. "Te pega cuando no puede impedir...", etcétera. Una confesión en toda regla. En el penúltimo párrafo. Eso no es "el País Vasco de los años 80", es la Catalunya del 2017 y se parece... ¿A qué se parece? Seguramente lo sabremos en el siguiente artículo.