Por primera vez en la España democrática, el Estado se ve abocado a la repetición electoral de unas generales. Hoy era el último día para celebrar un pleno de investidura y es seguro que el presidente del Congreso, Patxi López y el rey Felipe VI firmarán mañana el decreto de disolución de las Cortes, y se convocarán nuevos comicios el 26 de junio. En tal escenario, el comportamiento de los ciudadanos puede ser inesperado, después de cuatro meses donde los partidos no se han puesto de acuerdo en la formación de Gobierno, en un escenario nuevo y sin precedentes.
La tesis del doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Lluís Orriols, es que, a diferencia de unos comicios habituales, el foco de la campaña no será sólo la gestión, o las políticas del partido gobernante. El corto periodo de la XI legislatura se ha basado en los intentos en formar Gobierno, de forma que en la campaña “se hablará de la gestión de la culpa”, que actuará como “tema” de la legislatura.
El Partido Popular (PP) acarreará la insatisfacción ciudadana del último Gobierno, pero el escenario podría ser proclive a “desviar la atención” respecto de aquello que es previo al 20-D, así como también a la situación de Gobierno en funciones. Parece que no será una segunda vuelta, ya que el voto no se polarizará a priori ninguna hacia una o dos opciones, sino que éste puede venir determinado por elementos novedosos como "la gestión de los pactos, los nuevos actores y la abstención", afirma Orriols.
Patxi López / EFE
Gestión de los pactos
Según Orriols, el PSOE podría tener escapes de voto hacia C's, debido a la teoría de los “dos cauces” de Julio Anguita. Esta consiste en que existiría izquierda y derecha, pero en el medio no habría nada. Ahora bien, “cuando dos partidos diferentes pactan, la gente infiere que se parecen más de aquello que se percibía antes”, comenta.
Al socio de pacto de los socialistas, la formación naranja, parece que no le habría ido tan mal. “Sin duda, C's es el gran vencedor, porque aunque obtenga los mismos escaños que el 20-D, el 21-D era un partido abatido, con un resultado muy por debajo de sus expectativas", asegura Orriols, quien hace un análisis positivo. “Podrían haber caído en el abatimiento, pero no fue así. Ciudadanos ha sabido situarse en el centro y como un partido relevante para la formación de Gobierno; ha copado su espectro mediático y ha tenido presencia, siendo garantes y propositivos,” afirma.
Sobre qué escenarios esperan en Podemos, el politólogo prevé novedades. “Ahora mismo, Podemos está teniendo fugas de voto hacia IU. Estas fugas hacia IU pueden no traducirse en escaños de forma proporcional a los que pierden [los de la formación morada]”, comenta, como consecuencia del sistema electoral. “Pero la alianza entre ambos podría ser buena para ellos [los podemitas], ya que conseguirían frenar la opción de salida de su elector”, asegura sobre Podemos, a quien también le recomendaría "que vigile el votante infiel, el que es más volátil. Tienen muchos, ya que tienen un perfil de votante más bien joven”, precisa el profesor.
Menos arriesgado se muestra el profesor sobre el PP. “Ganará las elecciones, pero no tengo expectativas a priori. Las elecciones no le serán especialmente adversas, aun así”, afirma.
Congreso de los Diputados / EFE
Culpables
El profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Rubén Sánchez Medero, explica que "las elecciones suponen el fracaso del sistema parlamentario español", en tanto que ninguna fuerza ha conseguido articular una mayoría para sumar con otra.
Al respecto, tiene una explicación el politólogo Pau Vall, Master de Ciencia Política en la London School of Economics. Vall cuenta que para ciertos partidos, no haber llegado a un acuerdo iría más allá de las divergencias ideológicas. Según su opinión, "la duración prevista de un Gobierno en España en esta legislatura, de coalición o en minoría, habría sido más bien corta y habría perjudicado a los partidos que lo hubieran apoyado, desde dentro o desde fuera", apunta como segundo motivo del fracaso de la legislatura.
"Anticipándose al posible coste de unas hipotéticas elecciones anticipadas dentro de un año o dos, y en un contexto de inestabilidad, tanto C's como especialmente Podemos han preferido apostar por la repetición de elecciones. Partirán esta vez de una posición más cómoda, ya que al tener representación tendrán mayor cobertura mediática", comenta Vall.
Las elecciones no son una segunda vuelta sino el fracaso del parlamentarismo español, del que todavía se espera su aparición
— Rubén Sánchez Medero (@rsmedero) 11 de abril de 2016
La abstención
Otro elemento que parece preocupar a los expertos es la abstención. Tradicionalmente en España, las elecciones generales han sido concebidas como de “primer orden”, es decir, como aquellas que tenían más participación y en las que votaban más ciudadanos. Sin embargo, esta vez se espera una desmovilización del electorado.
“El ejemplo con que se cuenta es el del año 2003, cuando la repetición de las elecciones en la Comunidad de Madrid, a causa de una investidura fallida”, recuerda Orriols. "Pero este fenómeno podría no producirse homogéneamente” para todos los partidos, y el doctor encuentra que es el PSOE quien más riesgo corre al respecto. “Por el tipo de votante que tiene, con un perfil menos interesado en la política, estadísticamente hablando, le recomendaría que sus esfuerzos fueran en la línea de paliar este hecho”, indica.
Sánchez Medero considera que los principales efectos de la desmovilización serán de "rendimiento electoral". "Sobre todo, en la transformación de votos en escaños, con los mismos o menos votos se podrían obtener más escaños", explica.
Albert Rivera / EFE
Nuevos actores
Explicaba hace unos días el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, que la introducción de un elemento diferenciador respecto de los comicios del 20-D, podría servir para amortiguar la abstención. El diputado se refería a su alianza con la formación morada, o al ya improbable cambio de liderazgo en el seno de algún partido. “Si hay cambio de actores, como pueda ser Podemos sumado a IU, se pueden generar dinámicas diferentes”, ratifica Orriols, en la línea de Garzón.
El número dos de la formación, Íñigo Errejón, suele apelar al discurso de la transversalidad. Es decir, a la voluntad de construir una nueva formación, más que no “una sopa de siglas”, justificándose ante el miedo de pactar con un partido más a la izquierda que ellos, IU. Preguntado por si esta opción de "gran confluencia" podría suponer un problema para el partido de Iglesias, el politólogo cree que no. “Tradicionalmente tenía miedo de quedar escorado a la izquierda. Ahora es un partido que difícilmente puede quedar más escorado a la izquierda, al menos en tan poco tiempo”, revela.
El experto pone énfasis al subrayar que Podemos tiene que tomar la decisión en función de la temporalidad de los escenarios que el partido contempla. “Se presenta una disyuntiva. A corto plazo puede pactar con IU, ya que en el corto plazo difícilmente puedes perder al votante de centro, ya no lo tienes”, explica. Según su opinión, le recomendaría optar por esta opción, al menos, “para salvar las elecciones”.
Sobre el medio-largo plazo, el profesor considera que todo variaría de cómo lo gestionara el PSOE. “Si hay gran coalición, habrá fugas masivas de voto socialista”, seguramente voto de centro, que podría recoger el partido de Iglesias. Si la gran coalición no se produjera, entonces parece que habría que reflexionar la estrategia, y sobre si mantenerse con IU dejaría a los podemitas más escorados a la izquierda.
Mariano Rajoy / EFE
Coaliciones
Sánchez Medero añade recuerda un elemento presente el 20D. "Hasta ahora, en España se votaba por el partido de Gobierno y ahora, en cierta medida, por la posible coalición", asegura. También coincide con esta idea Pau Vall, para quien "habrá un gran número de votantes estratégicos, y no sólo en circunscripciones pequeñas. Los electores votarán no sólo en función de sus preferencias ideológicas, sino también de acuerdo con las preferencias de formación de gobierno", indica.
En este escenario "antiguos votantes socialistas pueden decantarse por votar a su segundo partido preferido, C's o Podemos, por ejemplo, con el fin de reforzarlo y hacer que sea necesario para su partido preferido llegar a un pacto en la dirección que ellos desean", considera Vall. Al mismo tiempo, "el PP y PSOE pueden recibir votantes naranjitos decepcionados por el bajo número de votos de C's y que querrían minimizar el peso de una coalición", sentencia.
Ahora bien, "pero los politólogos no somos futurólogos", acostumbra a recordar Vall.