Cuando justo hace un año que volaron los cuchillos en el Partido Popular (PP) y los barones enterraron la carrera política de Pablo Casado, el exlíder purgado y su predecesor en el cargo, Alberto Núñez Feijóo, han comido este miércoles en un restaurante de Madrid coincidiendo con el pleno del Senado, donde el gallego es parlamentario. Según han confirmado fuentes del PP al ElNacional, la comida "se enmarca dentro del clima de normalidad y respeto entre dos personas que han tenido el honor de presidir el PP". La fecha del encuentro no guarda ninguna relación con el aniversario de la guerra fratricida en Génova 13, según explican desde el PP, sino que estaba prevista "para finales del año pasado" y se ha hecho este febrero porque "fue aplazada por motivos de agenda".

Las fuentes consultadas aseguran que Feijóo y Casado "tienen una relación fluida que han ido manteniendo en el tiempo" y añaden que "en el último año han compartido reflexiones en varias ocasiones". De esta manera el PP quiere cortar de raíz el supuesto malestar que hay entre los dos últimos líderes de la formación conservadora a raíz del terremoto orgánico. De hecho, el actual jefe de filas de los populares fue uno de los barones que reclamó a Casado que diera un paso al lado y convocara un congreso extraordinario para escoger a la nueva junta directiva. En este contexto, según explicó El País, la dirección del PP ha descartado rehabilitar a Casado a la primera línea política porque temen que el enfrentamiento fatídico vivido hace un año con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pueda desestabilizar la paz social de la formación. Entonces la madrileña salió al choque con Casado después de que la pusiera en el punto de mira por la contratación de su hermano como proveedor en los meses más duros de la pandemia. Creía que querían destruir su carrera política, que estaba en auge habiéndose situado como contrapoder del gobierno de coalición de la Moncloa

El silencio de Casado

En todo este tiempo, Casado ha optado por el silencio en la esfera pública. Ahora trabaja para una empresa que hace negocios con armas y guarda silencio sepulcral desde la despedida en el Congreso de Sevilla del año pasado que ungió a Feijóo como líder. Alejado de los focos, los dirigentes actuales hacen equilibrios con su etapa y se inclinan por no remover el pasado. Incluso aquellos que un día le pidieron la dimisión y otro lo aplaudían en la última intervención en el Congreso de los Diputados. Un año más tarde, la figura de Casado todavía incomoda. La actual secretaria general, Cuca Gamarra, de quien se han publicado los mensajes de apoyo al exlíder en plena confrontación con Ayuso, explicó el lunes en una entrevista a Radio Nacional de España que su formación hizo "lo tenía que hacer y ahora el partido está centrado". Unas horas más tarde, el portavoz de campaña, Borja Sémper, apostó por mirar hacia el futuro y no por el "retrovisor", sin "enredarse en cuestiones del pasado. Sin embargo, Sémper admitió que "las puertas de la sede están absolutamente abiertas" para Casado y "cualquier otro militante".