Aunque la noche de las elecciones algunos hubieran podido fantasear con un camino de rosas, era evidente que la negociación para hacer Govern habría que sudarla. Ya han pasado más de dos semanas del 14-F y queda menos de una y media para el primer match ball. Como máximo el próximo viernes, 12 de marzo, se tiene que constituir el Parlament, con el correspondiente reparto de cargos que ERC pretende que englobe un pacto conjunto que incluya Mesa, investidura, Govern y presupuestos.

La idea de que se repita el guion vivido durante las dos últimas legislaturas, con un periplo de dos meses de incertidumbre, con investiduras frustradas y la amenaza permanente de la repetición electoral, inquieta a las filas republicanas. Ahora que ellos tienen el liderazgo del bloque independentista quieren que se evidencie que ERC es sinónimo de estabilidad, todo lo contrario de lo que ha representado la era Torra. De ahí la prisa para llegar al viernes que viene con un acuerdo transversal, tanto en la forma como en el fondo.

El partido de Oriol Junqueras tiene abiertas tres vías de negociación. Los dos frentes prioritarios son con Junts y la CUP, asumiendo que En Comú Podem será un aliado recurrente pero muy probablemente no un socio estable. A partir de ahí, hay dos velocidades. Los encuentros se han multiplicado en los últimos días y ha habido varias alejadas de los focos, sobre todo con Junts. Los republicanos aprovechan cada conversación con la CUP para exhibir públicamente cada pequeño avance en las reuniones, hasta el punto que Sergi Sabrià -uno de los hombres fuertes del partido y miembro del comité negociador- afirmó en una entrevista en RTVE que la cosa iba mejor con los anticapitalistas que no con Junts. Los comunicados y declaraciones celebrando la sintonía con los cupaires responde a la estrategia de presionar a los de Puigdemont para que se vean arrastrados a pactar para no quedar fuera de juego.

Junts, sin embargo, administra los tempos a su manera y considera que el cronómetro juega a su favor, que cuanto más se acerque el pitido final, más podrán apretar a ERC en la negociación. Fuentes republicanas reconocen a ElNacional.cat que son conscientes de ello, pero avisan de que mantendrán la posición aunque entren en tiempo de descuento. Al mismo tiempo, aunque inicialmente eran un reducto, crecen las voces en Junts que apuestan por partir peras y quedarse en la oposición. Más después del enfado generado por el hecho de que ERC haya dado alas a la CUP con la posibilidad de presidir el Parlament, en vez de dejar claro que, según defienden en Junts, como segunda fuerza independentista, la silla les correspondería a ellos.

La patata caliente de Interior, para ERC

Como era de esperar, el gran escollo entre ERC y Junts está siendo casar las respectivas hojas de ruta hacia la independencia. Durante el mandato de Quim Torra quedaron patentes las diferencias entre la vía pactista y pragmática del tándem Junqueras-Rovira y la confrontación inteligente que propugnan Puigdemont y Borràs. Junts admite que es ERC quien tiene que marcar el paso, porque quedó por delante en las urnas, pero lee los resultados del 14-F como un empate técnico.

Los republicanos quieren arrastrar a Junts a la mesa de diálogo con el Estado, sobre todo para que no la boicoteen una vez vuelva a funcionar. Para acceder a ello, Borràs, Artadi y compañía piden dejar escrito cómo se auditará y evaluará el espacio de negociación con Madrid. Al mismo tiempo, desde de ERC presionan para abrir ya otras carpetas como los programas económicos y sociales y dibujar como será la gestión del día a día, con la consiguiente estructura de gobierno. Desde la sede de Calabria explican a este diario que ellos tienen ya la lista de personas que pueden ocupar cargos en el nuevo gobierno. "Tenemos nombres para todas las conselleries", dicen, pero están a la espera de saber cómo se acabarán repartiendo con Junts. En cualquier caso, dan por hecho que la patata caliente que será la conselleria de Interior les caerá por primera vez en las manos.

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Una furgoneta de la Guardia Urbana quema durante las protestas del sábado pasado en Barcelona. / Pau de la Calle

Acuerdo de gobernabilidad con la CUP

En paralelo avanzan las conversaciones con la CUP. Y aunque ERC manifiesta satisfacción por como evoluciona la negociación con los cupaires, fuentes del partido admiten en privado que será muy difícil que acaben entrando en el gobierno. De hecho, la fórmula que desde el entorno de Aragonès apuntan a este medio que tendrá más números, pasaría más por un acuerdo de gobernabilidad similar al que firmaron en 2012 Artur Mas y Oriol Junqueras. En aquel momento, el líder de ERC se comprometió a garantizar la estabilidad parlamentaria a CiU con la consulta del 9-N de 2014 en el horizonte.

Ahora se trataría de repetir un acuerdo de este tipo por el cual los anticapitalistas apuntalaran el gobierno independentista de ERC y Junts, que solos no llegan a la mayoría absoluta. Este rol de puntal podrían jugarlo también los comunes, tal como hicieron en la pasada legislatura con los presupuestos de la Generalitat para 2020.

Illa, en la retaguardia

Quedan todavía, pues, muchos frentes abiertos para ir cerrando. La fecha límite del 12 de marzo es inamovible. Se llegue o no con un acuerdo global, se constituirá el Parlament y al cabo de 10 días se tendrá que hacer la primera sesión de investidura. En caso de que Aragonès no llegara con los apoyos garantizados, el nuevo presidente del Parlament podría aceptar la propuesta de Salvador Illa para presentarse, como líder del partido ganador de las elecciones.

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El candidato del PSC, Salvador Illa. / EFE

En la imagen principal, Sergi Sabrià y Elsa Artadi en el hemiciclo del Parlament. / ACN