Semana decisiva para encauzar un acuerdo para formar Govern. Esquerra Republicana encara las próximas horas y días con la voluntad de acelerar el ritmo de las negociaciones y consciente que de los tres actores con quienes aspiraba a construir un  ejecutivo, hay por lo menos uno, En Común Podem, que se descolgará. De ahí que los esfuerzos se concentren ahora mismo en Junts per Catalunya y la CUP. De momento, en cada uno de estos dos casos, el foco se sitúa en un ámbito diferente. A lo largo de estos días, empezarán a correr los documentos con propuestas específicas.

El equipo negociador de los republicanos urge a junteros y cupaires para sellar un pacto cuanto antes. "Tenemos buenas sensaciones", confiesan desde la dirección de ERC que, si puede, querría cerrar un acuerdo esta misma semana. En el horizonte, el viernes 12 de marzo, que es la fecha límite en que se tiene que constituir el Parlament de Catalunya. Si bien no es obligado llegar con un pacto de investidura y de gobierno -en anteriores legislaturas no ha sido así y se ha apurado hasta el último suspiro-, ERC pretende tenerlo todo atado como mucho aquel día, que es cuando se tienen que repartir cargos decisivos en la Mesa del Parlament. Unas sillas entre las quese encuentra la de la presidencia de la cámara, que dependerán de cómo se encuentren las conversaciones.

El quid de las negociaciones pasa por la concreción del programa de Govern. Es por eso que este jueves Pere Aragonès se dirigirá a los catalanes en una conferencia para desgranar las líneas maestras del plan de actuación de su Govern. Según fuentes de su entorno, el vicepresident ya está trabajando en el discurso, que se acabará de perfilar en las próximas horas y tendrá un peso específico el contenido de las conversaciones con anticapitalistas y junteros.

Auditar el diálogo con el Estado

Fuentes conocedoras de las negociaciones explican a ElNacional.cat que en los encuentros entre ERC y Junts, algunas los cuales no han trascendido para alejar la presión de tener que anunciar un acuerdo, avanzan lentamente y todavía no se habría entrado en la fase de definir la estructura de gobierno. La divergencia de criterios en relación a la hoja de ruta independentista, que quedó patente durante el anterior mandato y se acentuó con la campaña electoral, es el principal escollo.

"Seguimos hablando de programa", apuntan a este diario desde el núcleo de las conversaciones. Con respecto al contenido, los republicanos se emplean al convencer a Junts de la necesidad de resucitar la mesa de diálogo con el Estado, cuya génesis fue obra de ERC, a raíz del pacto de investidura con Pedro Sánchez. Los de Junqueras criticaron la actitud de Quim Torra, que tenía que capitanear el diálogo por la parte catalana, a quien acusan de haber boicoteado este espacio. Ahora que serán ellos los que tendrán la presidencia, quieren asegurarse que Junts no torpedee la mesa de negociación desde dentro. Para que eso no pase, el partido de Puigdemont exige garantías. Es entorno en este punto que giran las conversaciones, en encontrar los mecanismos que permitan auditar el diálogo y establecer unos "criterios evaluables" -en palabras de los negociadores- para evitar que acabe siendo papel mojado, como ha pasado a lo largo del último año.

El punto más difícil, la petición de Junts de acompasar agendas en el Congreso. ERC mantiene una alianza de coordinación con Bildu que pasa por rascar acuerdos con el gobierno de Pedro Sánchez siempre que sea posible, como pasó con los presupuestos. Una estrategia de la cual discrepan los de Borràs.

La erosión en las relaciones entre ambos partidos fue in crescendo y la campaña electoral acabó de rematarlas. Ahora, ERC y Junts trabajan para restablecer la confianza en la medida del posible. Para evitar -o minimizar- las turbulencias, uno de los objetivos es establecer un protocolo que sirva para asentar las relaciones.

La Fiscalía sacude el debate sobre el Parlament

En medio de este melón, se ha colado la querella de la Fiscalía contra la Mesa del Parlament por desobediencia, precisamente por las iniciativas parlamentarias promovidas como reacción a la sentencia contra el 1-O, en octubre de 2019. En la sede de Calabria, ven en la oportunidad del momento elegido por el ministerio fiscal, la voluntad de hacer tropezar el acuerdo por un gobierno independentista. Justamente los dos partidos con los que ERC negocia, Junts y CUP, se han postulado para presidir la segunda institución del país. Por ahora, el grupo de Aragonès no toma partido, a la espera de cómo se desarrollen las conversaciones y sólo defiende que sea un independentista el que ocupel el cargo. 

El argumento con el que tanto Junts como la CUP se proponen para la presidencia es que hay que garantizar que no se claudique ante posibles futuras envestidas del Tribunal Constitucional. 

La viabilidad del modelo de orden público de la CUP

Con respecto a la carpeta de la seguridad, la gran novedad de esta legislatura es que ERC tiene todos los números para comandar por primera vez la conselleria de Interior.

La semana pasada terminaba con una reunión entre ERC y la CUP que, según las dos partes, "dio frutos". Los republicanos se comprometieron a trasladar una propuesta concreta a los anticapitalistas con soluciones específicas a sus exigencias sobre orden público. Concretamente, la eliminación de las balas de foam, apartar los antidisturbios de los desahucios y que la Generalitat deje de ser acusación en las causas contra independentistas.

Los cupaires habían puesto estos puntos como condiciones imprescindibles para sentarse a hablar seriamente de cualquier tipo de pacto de investidura y de gobierno. Y salieron satisfechos. Ahora esperan que Vilalta, Sabrià y compañía les entreguen documentos de trabajo con respuestas concretas.

Desde de ERC muestran sintonía con los planteamientos de la CUP y están abiertos a estudiar su viabilidad, sin embargo, ante de los nervios de Junts, niegan que se haya cerrado nada todavía. De momento han destinado un equipo de trabajo específico que aporte las soluciones jurídicas y técnicas que hagan falta, más allá de la respuesta política. La opción que toma más fuerza es enmarcar el debate sobre el modelo de orden público en una comisión específica en el Parlament, como se hizo el año 2013 con las pelotas de goma.

Una vez sorteado este obstáculo, llegará el momento de profundizar, también con la CUP, sobre el camino hacia la independencia. Los anticapitalistas apuestan, como ERC y como Junts, por hacer un nuevo referéndum antes de 2025. En las filas republicanas no son partidarios de poner fechas para no volver a frustrar expectativas. 

Los presupuestos

El objetivo de ERC pasa por acompañar el acuerdo de investidura y de Govern de un pacto de presupuestos. Aragonès quiere blindar la estabilidad del futuro ejecutivo y por eso aspira a ligar antes de empezar a caminar los apoyos para la ley más importante de cualquier gobierno. Si ERC sólo consiguiera reeditar el pacto para gobernar con Junts, volverían a estar en minoría en el Parlament. Les faltarían tres diputados para la mayoría absoluta.

En caso de que la CUP acabara optando por quedarse a la oposición, podría ejercer un papel de socio preferente, con un acuerdo de gobernabilidad que incluyera el compromiso para aprobar presupuestos. De hecho, los anticapitalistas ya llegaron a un compromiso de estas características con Junts pel Sí. A cambio del paso al lado de Artur Mas, se comprometían dar salida a los presupuestos de Junqueras. Al final, el acuerdo quedó en papel mojado. Según los anticapitalistas "mutó".

El otro actor que podría apuntalar el gobierno si este se quedara en minoría serían los comunes. Los de Jèssica Albiach fueron los que dieron salida a las cuentas de Aragonès en la pasada legislatura, después de que la CUP se desmarcara nuevamente.

En la imagen principal, la fachada del Palau de la Generalitat