Imagínate que el Tribunal Supremo hubiera confirmado la decisión de la Junta Electoral Central (JEC) de excluir la candidatura al parlamento europeo del presidente Puigdemont y los consellers Comín y Ponsatí. Es fácil pensar que no habría bastante portada para tanto titular. La exclusión no ha pasado (o no ha pasado todavía, que nunca se sabe). Lo que sí ha pasado es que el Supremo ha dictaminado lo contrario, varapalo jurídico incluido. Los diarios catalanes abren portada con esta noticia, aunque, conociendo su trayectoria en este asunto, a los dos mayores les habrá costado sangre.

Los diarios de Madrid, en cambio, llevan el asunto bien escondido y editado con ganas de herir, como La Razón, que habla del "huido Puigdemont".

Es inquietante. No porque se confirma su mal perder ni porque se trate de Puigdemont ("Apartar a Puigdemont", editorializaba El País hace tres semanas), sino porque el caso pone muy en duda el trabajo y la actitud de la JEC, que debe velar por "la transparencia y objetividad del proceso electoral y del principio de igualdad", según la ley orgánica que regula la cosa. Más que apartar a Puigdemont, quizás haría falta apartar a quienes se han mostrado —salvadas las excepciones— parciales y caciques a la hora de velar por el la limpieza del sufragio, momento crucial del ejercicio democrático. Los diarios de Madrid, de todo eso, ni mu. Al llamado "derecho penal del enemigo" habrá que sumar ahora la "legislación electoral del enemigo" y, quizás, el "periodismo del enemigo".

¿No quieres arroz?

Que la fiscalía de Madrid, el viernes, y el Supremo, el domingo, hayan tumbado de forma contundente la decisión de la JEC, tendría que levantar más de una ceja y titular más de una portada. No habla bien de la imparcialidad de los diarios que procuren esconder este caso en concreto, ni que sea tratando de distraer con la fuga de la ministra Delgado del homenaje a los muertos en Mauthausen al oír hablar de los presos políticos, especialmente de Raül Romeva, que es quien más ha hecho para recuperar de las fosas comunes los muertos olvidados de la guerra civil española en Catalunya, y quien puso en Mauthausen la placa ante la cual se celebraba el acto. La piel fina de la ministra y de los diarios para el Holocausto quizás serviría mejor para valorar el trabajo de la JEC. Cuánta ignorancia y afán de humillar.

Mirándolo bien, no hace falta extrañarse ni hacer aspavientos. Todos los esfuerzos para presionar a la justicia en este caso también los han protagonizado esos diarios, desde el editorial mencionado, avant la lettre, en previsión; pasando por las portadas de ayer y anteayer, y hasta el editorial de El Mundo del domingo donde se acusa la fiscalía de "dar apoyo escandalosamente" a Puigdemont. De lo que no me gusta, que nadie coma, dice un refrán que describe ese comportamiento. Todavía puede pasar de todo. De momento, sin embargo, sirve otro dicho: Si no quieres caldo, dos tazas.

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