Dos meses después de la entrada en vigor del artículo 155 de la Constitución, Mariano Rajoy constataba que la mayoría independentista formada por ERC, Junts per Catalunya y la CUP continuaba donde la dejaron el Consejo de Ministros y el Senado, reventando así la estrategia del Gobierno de hacer saltar por los aires la fuerza del soberanismo. Rodeado de los suyos y desde una sala de Génova, 13, el Partido Popular asistía al hundimiento de Xavier García Albiol, con el agravio comparativo que suponía la victoria de Ciutadans, y con el fantasma de "era demasiado pronto para convocar elecciones" planeando por las sedes del PSOE y Cs. Así y todo, los populares se negaban a ver el resultado como un plebiscito sobre la República catalana.

"La supuesta arcadia feliz no fue reconocida ni por Venezuela, ni por Cuba, ni por las instituciones europeas. Ya lo dijo la UE, que fuera cuál fuera el resultado, nunca reconocería a la República, la ruptura y el pisoteo de las leyes y la Constitución" decía el vicesecretario de comunicación Pablo Casado, preguntado por El Nacional sobre las palabras de Carles Puigdemont, relativas a que "la República había derrotado a la monarquía del 155". "No es nadie para decir que derrota a la estrategia de los Estados, es un prófugo de la justicia", se volvía el portavoz, más tarde.

La cuestión es que el partido del Gobierno luchaba en una noche sombría y amarga por cambiar la interpretación de los medios de comunicación sobre la posibilidad de que la estrategia del Estado se hubiera hundido el 21-D. "No ha fracasado ya que ha conseguido que la ley rija en Catalunya" avisaba Casado sobre la aplicación del 155. Por ese motivo, insistía en que la intervención de la Generalitat marcaría un punto de "inflexión", ante la hipótesis de que se volviera activar, si persistían las tentaciones de retomar el camino de la DUI y el incumplimiento de la Constitución.

En segundo lugar, en Génova el luto era evidente por el "mal resultado" de los populares catalanes, que alcanzaban la debacle histórica en unos comicios y que podrían perder el grupo parlamentario propio –a causa de los 3 escaños. "El PP lleva 40 años defendiendo al Estado a Catalunya, ante insultos, desprecios y escraches" relataba al vicesecretario. En Barcelona, si bien, Albert Rivera cargaba denunciando que Cs había hecho "todo lo posible" para batir el independentismo, recordando que había quedado por delante del resto de partidos estatales.

El hecho es que PSOE y Ciudadanos amenazan con pedir explicaciones en las próximas horas sobre el fracaso de dicha estrategia. Pedro Sánchez y Rivera se habían posicionado a favor de que el 155 se prolongara más de dos meses y los comicios se convocaran en enero, o incluso, a mediados de años. Así las cosas, Rajoy prefirió una intervención rápida y elecciones en diciembre. "Las quinielas los lunes se hacen fácilmente y se estableció un acuerdo para tomar medidas de urgencia" se defendía el vicesecretario al respeto, preguntado por este diario.

Así y todo, el portavoz no ha querido explicar qué había dicho Rajoy a los suyos en la sala donde seguían el recuento, donde estaban la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el número uno en el Congreso, Rafa Hernando, los ministros Álvaro Nadal, Fátima Báñez, Cristóbal Montoro, o los portavoces Javier Maroto, Fernando Martínez Maillo, entre otros.

Aquello que sí será de inmediato es el examen de conciencia a que el presidente someterá a los barones del partido, a quien ha convocado este viernes a las 12h. Fuentes de la dirección popular reconocen que quizás se habrían equivocado a la hora de entrar en lucha por el voto útil, como insinuando que quizás les habría ido mejor intentando unir esfuerzos con Cs. "Lo importante es que los constitucionalistas" han "ganado" decía Casado, convirtiéndose así en lo único de los dirigentes de los grandes partidos que admitía preguntas en rueda de prensa. "En este partido damos la cara", sentenciaba.