El debate abierto esta semana por el ultraderechista Santiago Abascal sobre el derecho a llevar armas muy probablemente ha quedado eclipsado por la polémica de los lazos amarillos. A pesar de todo, es la metáfora perfecta para describir la situación que vive la derecha española en la víspera de las elecciones del 28 de abril. Ante unos comicios que dan por perdidos si no se produce el milagro (aunque los pedían ellos desde Colón), la cuestión no está en quién es el inquilino de la Moncloa. La clave radica en quien será el jefe de la oposición a Pedro Sánchez. Y para ello hace falta cargarse de mucha munición y gastar los últimos cartuchos.

Con un Vox que va por libre, Pablo Casado y Albert Rivera han entrado en una carrera armamentista. Todos sus esfuerzos están centrados en visualizarse como los líderes de la nueva derecha españolista, que ahora mismo es un pollo sin cabeza que va dando tumbos sobre el tablero político. En esta clave se interpretan todos los movimientos preelectorales, desde los debates televisivos hasta los fichajes estrella. Hoy por hoy, encuestas en mano, la partida la gana Casado. Pero todavía no está todo decidido.

"El 28 de abril es el primer asalto, y el más importante", aseguran voces internas del PP, muy conocedoras de la dinámica del centroderecha español. Puede haber varios asaltos hasta conseguir llegar a la Moncloa, pero es imprescindible llegar el primero en la línea de meta de la derecha el 28-A. En un contexto de fuerte convulsión política, la prioridad es liderar la futura alternativa, asentar el liderazgo novelde Casado. Estas voces no se atreven a hacer pronósticos en tiempos como los que corren, pero son más bien pesimistas sobre la posibilidades de sumar y pactar. Las excentricidades de Vox, admiten, les pueden hacer perder una quincena de escaños "que irían al PSOE y no al PP".

En el otro lado, en Ciudadanos, todavía pesan las expectativas frustradas de anteriores elecciones, donde las encuestas sobredimensionaban su peso real. Pero el liderazgo forzado de Casado, marcado por la sentencia de la Gürtel y la moción de censura contra Rajoy, es visto como la última oportunidad para liderar el bloque del centroderecha. Por eso han puesto toda la carne en la parrilla. Incluso Rivera ha gastado su mejor arma, Inés Arrimadas, pese a las fuertes desaveniencias personales. Le acompañará al Congreso y dejará de ser la líder de la oposición de Catalunya. "O vencemos los dos o morimos los dos". La apuesta es muy arriesgada, pero no tienen más ases en la manga.

Los dos, Casado y Rivera, necesitan cada día de la precampaña reafirmar un liderazgo como mínimo cuestionado. Por eso, sus movimientos han sido idénticos esta semana. Desde suplicar un debate cara a cara con Pedro Sánchez a tres semanas del inicio de la campaña electoral, hasta exigir al presidente español que envíe a la policía española a los edificios de la Generalitat para retirar los lazos amarillos.

Lleno Presupuestos Ines Arrimadas Ciudadanos - Sergi Alcàzar

Foto: Sergi Alcàzar

La confección de sus listas también ha ido en este sentido. Ciudadanos ha gastado su último cartucho, el de Inés Arrimadas, y ha hecho algunos fichajes estrella como el del abogado del Estado que veía rebelión en el 1-O, Edmundo Bal, o varios tránsfugas socialistas. El PP ha tirado de personajes mediáticos, como el periodista Pablo Montesinos o la aznarista Cayetana Álvarez de Toledo por Barcelona. "Ahí estamos en claro riesgo de extinción, de quedarnos sin representación, y por eso hacemos esta apuesta tan valiente pero también tan arriesgada", admiten fuentes de Génova.

Vox radicaliza la agenda

Mientras tanto, Vox va por su propia cuenta. Son contadas las apariciones mediáticas de su líder Santiago Abascal. Tampoco concede muchas entrevistas. Desde el adelanto electoral, sólo ha concedido una: esta semana en el hasta ahora desconocido portal armas.es. Y al más puro estilo Bolsonaro, defendió el derecho a tener armas en casa. Un debate que ni siquiera existía en el Estado español, pero que ha obligado a posicionarse incluso a los ministros de Pedro Sánchez. La misma semana que hemos vuelto a hablar del negacionismo del Holocausto y de la homofobia por culpa de los candidatos de la formación ultra.

Marcar la agenda es la primera gran victoria de Vox. Hace un mes Abascal se felicitaba justamente por eso: "Hace muy pocos meses, nadie cuestionaba la avalancha migratoria, el feminismo supremacista, el espolio fiscal, el tinglado autonomico, el animalismo enloquecido, la historia manipulada por ley, el separatismo legalizado, la sumisión total a Bruselas o el globalismo multicultural".

En sus listas, el partido de extrema derecha ha hecho lo que se esperaba de él: militares franquistas retirados, tertulianos de Intereconomía y víctimas del terrorismo. Su auge ha sido tan trepidante que le ha faltado implantación territorial. Incluso su jefe de prensa, Manuel Mariscal, será cabeza de lista por Toledo, donde competirá contra el recién empadronado Juan Carlos Girauta.

Santiago Abascal EFE

Fotografía: EFE

Todo el centro para Sánchez

Mientras la derecha se adentra a la desesperada en el terreno de la extrema derecha, Sánchez dispone de todo el centro para él solo. No tiene que hacer mucho, porque le hacen el trabajo. La única alternativa de "centro" a la mayoría de la moción de censura que había, el pacto PSOE-Cs, la ha dinamitado el mismo Rivera con su cordón sanitario. Los socialistas tienen un lago enorme donde pescar, el de la moderación, y confían en que lo que pasó en Andalucía genere un "efecto vacuna".

A pesar del contratiempo de Andalucía, esta era la tesis de Iván Redondo, jefe de gabinete del presidente español, desde el otoño pasado: la fragmentación y radicalización de la derecha benefician al PSOE. La fotografía de Colón ya les dejó retratados. Y ahora, desde la derecha, admiten que las excentricidades de la precampaña sólo apuntalan a Sánchez. "Unos con los gays, los otros con las pistolas y los otros con el negacionismo. Les ayuda más a ellos que a nosotros", lamentan.

En Ferraz, aparte de una sólida primera posición, las encuestas les dan hasta 20 diputados para el PSC, que recuperaría su hegemonía en elecciones españolas. Para el PSOE, Catalunya ha sido un territorio tradicionalmente imprescindible para gobernar España. El regreso del voto dual mantiene vivas las esperanzas socialistas.