Parece no importar que a la vuelta de la esquina haya elecciones europeas, municipales, autonómicas en algunos territorios claves como Madrid y quien sabe si también españolas. Tampoco que en Andalucía se haya demostrado que, ante la incomparecencia de la izquierda, las derechas convencionales y la extrema derecha más lepenista sean capaces de sumar en las urnas y pactar sin cordones sanitarios para conquistar el poder. La peor crisis interna de Podemos en sus cinco años de historia ha estallado públicamente, y los que entonces hablaban de "asaltar el cielo" ahora tratan de controlar los daños. La implosión también amenaza la alternativa de izquierdas, un hecho que inquieta a Pedro Sánchez en la Moncloa.

Diferencias estratégicas sustanciales, deslealtades personales recíprocas, acusaciones cruzadas, purgas, demandas judiciales... Son muchos los hechos que se han producido hasta el quinto aniversario de la formación. Hoy, de sus cinco cofundadores, sólo queda uno en primera línea: Pablo Iglesias. Los otros cuatro han sido apartados o purgados, o han hecho ellos mismos las maletas.

El último en abandonar el barco ha sido Iñigo Errejón. Esta semana ha empezado con su renuncia como diputado al Congreso de Diputados (donde ya había sido apartado como portavoz), después de recibir presiones y haber escuchado palabras muy gruesas. Y ha acabado con la renuncia de otro peso pesado, Ramón Espinar, que ha abandonado el escaño en el Senado y en la Asamblea de Madrid y la secretaría general de Podemos Madrid. A pesar de ser del sector afín a Pablo Iglesias, rechazaba los planes del secretario general de competir contra Errejón en las elecciones de la Comunidad de Madrid.

En la misma línea iba la reunión que mantuvieron este viernes once secretarios autonómicos del partido en Toledo. Los dirigentes territoriales firmaron una declaración conjunta donde pedían "cooperar y no competir", en clara referencia a la lista de Podemos en las autonómicas de Madrid. Desde la periferia temen que los problemas de la metrópoli les puedan pasar factura. No sólo es la agrupación de Catalunya la que ha tenido problemas durante estos cinco años con la dirección estatal, sino que también la mayoría de comunidades.

Mientras los destrozos del temporal todavía se notan en Twitter, hay quien habla de la "maldición andaluza": después de una derrota en unas elecciones andaluzas, se abre una crisis dentro de la izquierda española. El primer antecedente de ello es el histórico dirigente comunista Santiago Carrillo, que después de los malos resultados de los comicios de 1982 presentó su dimisión como secretario general del PCE. La renuncia fue acompañada de más abandonos.

La onda expansiva llega a la Moncloa

En público, desde la Moncloa sólo aseguran que no sufren por el acuerdo de presupuestos firmado entre el PSOE y Unidos Podemos. Pero, más allá de las cuentas públicas, hay preocupación en el escenario electoral. En Andalucía se ha demostrado que las dos patas de la izquierda tienen que estar fuertes; si no, la suma no da para mantener el poder. Un buen aviso a navegantes de cara a las elecciones españolas, todavía sin fecha, donde Sánhez tendrá que jugar la carta contra la extrema derecha ante de un Vox imparable.

El 2 de diciembre, la candidatura de Podemos, Adelante Andalucía, fracasó. Pero los votos que perdió no fueron hacia Susana Díaz, sino que se quedaron en casa. En cambio, la fragmentación no fue un problema para la derecha. Hubo traspaso de votantes entre el PP, Ciudadanos y Vox, a los que los números dieron e hicieron una triple alianza para conquistar el poder. Y tienen intención de reproducir el pacto por todo el Estado.

Paradójicamente, la crisis interna de Podemos llega en el momento en que más poder de influencia ha tenido la formación, después de la moción de censura contra Mariano Rajoy y la negociación de unos presupuestos del Estado que tratan de revertir años de recortes. Una alternativa que hoy está amenazada.

"La gente se desilusionó cuando empezaron a saberse las primeras trifurcas internas, y ahora ya no se entiende nada", admiten voces muy próximas a Podemos. "Produce una tristeza infinita la deriva de todo", lamentan.