La guerra entre el rey emérito Juan Carlos I y su examante Corinna Larsen está en un punto álgido ante los tribunales británicos. Pero este conflicto se ha gestado desde hace años. Según publica El País, Larsen empezó a estar harta de los tejemanejes del emérito desde el 2015, como así lo acreditan unos correos electrónicos con su abogado a los que han tenido acceso desde la cabecera. En estos correos Corinna llega a asegurar: "Él [Juan Carlos I] y sus amigos pueden volver loco a cualquiera con sus tonterías. Estoy muy enfadada. Estoy a punto de perder los estribos".

Después de recibir regalos multimillonarios del borbón el vínculo entre los dos amantes se empezó a tambalear por un enfrenamiento causado por un apartamento de lujo en el barrio londinense de Belgravia. Este inmueble era presuntamente regalo del sultán de Omán, la gestión del cual llevó a Corinna a sus límites y así se lo explicó por correo a Dante Canónica, su abogado en marzo de 2015.

Todo por no ensuciarse

Un apartamento de lujo no es un regalo cualquiera. Es más, es un obsequio que Felipe VI hizo completamente inadmisible cuando reguló por primera vez los regalos que pueden recibir los miembros de la familia real. En el momento en que Juan Carlos recibe este presente el año 2014 hacía poco que había abdicado y Corinna se oponía a que el emérito registrase a su nombre el apartamento.

"Si no recibiera 15 llamadas telefónicas cada mañana relacionadas con este maldito apartamento, estaría relajada, sería realmente relajante. No llegaré a Mustique (Islas Granadinas) hasta el sábado. Entonces, quiero apagar el teléfono y tomar una copa en Basil's. (...) Él [Juan Carlos I] y sus amigos pueden volver loco a cualquiera con sus tonterías. Estoy muy enfadada. Estoy a punto de perder los estribos", lamentaba en un correo Larsen. Sus problemas no se limitaban al registro de la propiedad a un nombre u otro, ella, quien acabó gestionando el inmueble, vio que sería un lodazal.

En el mismo correo lamentaba que el sultán se había desentendido del inmueble y que ya no pagaba las facturas. En su escrito subrayaba como eso la deja a ella en una situación comprometida, ya que intermedió en la operación de compra de este.

"Quizás tendría que indicar que actué de buena fe para ellos [Omán] en la compra, que ayudé a adquirir la propiedad para ellos, confirmando que no recibí compensación financiera de ningún tipo por el trabajo (...) Necesito evadirme de cualquier responsabilidad antes de que eso se ensucie", aseguró a su abogado, a quien le recordó que: "Tendré que tomar todas las medidas necesarias para asegurarme de protegerme lo mejor posible. No tengo inmunidad diplomática y no estoy preparada para aceptar el golpe por tu amigo, primo, etc. Si eso implica tener que notificar al propietario y después a los dos bufetes de abogados de cualquier problema potencial, lo haré".

Frustración acumulada

En los correos de Corinna se explicita la preocupación de la examante del rey y su frustración por la situación. Larsen llega a reprochar a su abogado que juega a favor del emérito y no de ella. "Si quieres ser mediador o solucionador de problemas, tu dilema será conciliar mi posición de hacer las cosas lícitamente con la posición de amigos [el rey emérito] que implica esencialmente violar la nueva ley [del rey Felipe VI] sobre obsequios, vuelos gratuitos y todo aquello que pueda llevar a la institución a un descrédito, mientras potencialmente viola las leyes anticorrupción y blanqueo del Reino Unido", señaló.

Por su parte, el abogado se reafirmó al lado de Larsen. "Solo tengo un cliente, tú, y no tengo ningún conflicto de intereses de ningún tipo. No estoy a cargo del apartamento de Omán. Me contactaron para discutir el tema mencionado. Si quieres que convenza al que llamas "a mi amigo" (que, por cierto, no es mi amigo) para que se siente contigo, estoy dispuesto a hacerlo siempre que reciba instrucciones claras por tu parte. Te deseo buenas vacaciones en Mustique. Disfruta de una copa en Basil's bar", sentenció.

 

 

Imagen principal: Corinna Larsen, examante del rey emérito, en una alfombra roja / Europa Press