Jornada de reflexión en Galicia. Después de quince días de campaña electoral arriba y abajo intentando convencer al electorado, los partidos y los candidatos tienen un día de descanso para respirar, hacer balance del trabajo y reunir energía para la jornada de mañana. Han sido muchas semanas con el 18 de febrero en el horizonte y ahora ya es una realidad. Las claves políticas, discursivas y temáticas de los últimos días son conocidas por todo el mundo, pero el sistema político de Galicia ofrece algunas incógnitas que conviene tener controladas de cara a la jornada electoral. El hecho de que haya una barrera electoral del 5% puede hacer decantar las elecciones en un sentido u otro, los resultados del eje atlántico (la Coruña y Pontevedra) pueden dar muchas pistas de las opciones de las izquierdas de llegar a la Xunta y una participación elevada podría poner la mayoría absoluta del Partido Popular en un riesgo real. Así pues, el día de la jornada de reflexión toca reflexionar sobre la política gallega más allá de los grandes mítines y de las declaraciones altisonantes. Después de quince días analizando lo que está en juego, hay que entender las reglas del juego.

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La barrera del 5%: un muro casi infranqueable para Sumar, Podemos y Vox

Uno de los números mágicos de las elecciones gallegas (seguramente solo superado por los 38 diputados que marcan la mayoría absoluta) es la barrera del 5%: los partidos necesitan conseguir, como mínimo, el 5% de los votos en una circunscripción para entrar en el reparto de escaños. En las elecciones generales y en las catalanas, esta cifra es del 3%, pero en las municipales, por ejemplo, también es del 5%. Lo habitual en las elecciones autonómicas, de hecho, es que el umbral se sitúe al 3%. Los otros territorios que, como Galicia, lo fijan al 5% son Cantabria, La Rioja, Madrid y las Baleares. Por su parte, en el País Valencià es el 5% en el cómputo de las tres demarcaciones y Extremadura y las Canarias tienen otras especificaciones más concretas.

¿Y de dónde viene este 5%? Es una maniobra que urdió Manuel Fraga Iribarne en 1992, pocos meses antes de las elecciones, para limitar la presencia de partidos pequeños al Parlamento de Galicia. Sin ir más lejos, en los comicios de 1993, Esquerda Unida-Unidade Galega fregó el 4% de los votos en la Coruña y Pontevedra, pero no pudo obtener ningún representante. Esta misma lógica es la que dificulta que Sumar, Podemos y Vox entren en el Parlamento de Galicia. Los de Yolanda Díaz son los que lo tienen más cerca, pero los morados y los de extrema derecha están casi descartados.

Y es que, realmente, “es muy duro superar este umbral porque es una cantidad de votos notables”, sostiene Bran Barral, profesor de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidade de Santiago de Compostela. En caso de que Sumar y Podemos no superen la barrera del 5%, Fernando Martínez, profesor de Ciencias Políticas de la Universidade de Vigo, apunta que habría “un porcentaje de voto no despreciable que no entraría en el cómputo de reparto de escaños, cosa que supondría una ventaja muy relevante para el PP”, sobre todo en las provincias atlánticas, dado que en las de interior Sumar tiene “muchas menos opciones de entrar”.

Pontevedra y Coruña, el eje atlántico donde las izquierdas tienen que depositar todos los esfuerzos

Uno de los elementos que habrá que mirar con lupa el domingo por la noche es el llamado eje atlántico, formado por las provincias de Pontevedra y la Coruña, las más pobladas, las dos donde hay más escaños en juego y las dos donde las fuerzas de izquierdas vierten sus esperanzas. Como dato: las dos diputadas de Sumar en el Congreso son de Coruña y Pontevedra. Volviendo a las elecciones autonómicas, Bran Barral señala que Coruña y Pontevedra son “las dos circunscripciones más caras en términos de número de votos necesarios para transformarse en un escaño”, pero, al mismo tiempo, “como hay más votantes, para la izquierda será más fácil conseguir escaños allí”. “Sumar probablemente sabe o asume que no tendrá escaños en Lugo u Ourense, pero se tiene que presentar igualmente y tiene que saber competir donde tiene que competir”, concluye. De hecho, uno de los últimos mensajes de campaña de Sumar pone la lupa en estimular los votantes de Pontevedra y Coruña.

Así pues, Fernando Martínez asevera que las poblaciones de más de 20.000 habitantes son “donde la izquierda tiene sus puntales en Galicia” y donde será clave que haya mucha participación. Añade que, por lo tanto, “el elemento fundamental será sacar un buen resultado en Coruña y en Pontevedra, ya que en Ourense y Lugo puede mover solo a uno o dos diputados”. Él mismo completa la radiografía: la izquierda tiene que mover los 42 escaños que tiene ahora el PP a los 37, cinco diputados. Podría ganar uno en Lugo y uno en Ourense (con suerte) y allí donde tiene que mover como mínimo dos es en Coruña y en Pontevedra (y en Pontevedra tendría que intentar mover tres). “Eso no es fácil”, remacha Martínez.

Antón Losada, profesor de Ciencias Políticas de la Universidade de Santiago de Compostela, completa el retrato: “Las provincias atlánticas es donde se concentra la actividad económica e industrial, hay áreas metropolitanas mayores y más población urbana, mientras que las provincias del interior (Lugo, aunque tiene costa cantábrica, y Ourense) son más rurales, con la población más dispersa, las áreas metropolitanas más pequeñas y han crecido a base del despoblamiento de una parte importante de la provincia (como el caso de Ourense)”.

Una mayor participación acostumbra a acompañar el cambio

Ahora hace casi un mes, el presidente español, Pedro Sánchez, proclamó en un acto del PSOE que “a urnas llenas, cambio seguro”. Y es que la participación será clave y los partidos de izquierdas han multiplicado los llamamientos a ir a votar el domingo. Antón Lossada señala que “los datos indican que hay una relación inversamente proporcional entre la participación y el tamaño de las mayorías absolutas de Alberto Núñez Feijóo: cuanta menos participación, mayor es la mayoría absoluta”. Eso revela que, en la era Feijóo, “la abstención o la desmovilización ha castigado más al voto de izquierdas y nacionalista que al voto conservador”. Por lo tanto, “a medida que aumenta la participación, hay más posibilidades de que el resultado esté más ajustado y se igualan bastante las posibilidades entre los dos bloques”.

Un par de cifras: en 2005, el PSdeG llegó a la Xunta en coalición con el BNG en las segundas elecciones con menos abstención de la historia, la misma que dio a Feijóo la mayoría absoluta más justa de las cuatro que consiguió. Cuanta más gente se queda en casa, más cómoda suele ser la victoria del PP.

Todas estas son claves que habrá que tener en cuenta el 18 de febrero a partir de las ocho de la noche, cuando cierren los colegios electorales. Evidentemente, cada elección es un mundo, pero hay patrones de comportamiento electoral en Galicia que los partidos han estudiado al detalle a la hora de diseñar sus estrategias y que será bueno tener a mano para radiografiar y entender el mensaje que salga de las urnas.