La cabeza de lista de JxCat, Laura Borràs, ha confirmado vía Twitter que este martes ha visitado al rapero leridano Pablo Hasél en la prisión de Ponent, donde ingresó el pasado 16 de febrero después de ser detenido por los Mossos en la Universidad de Lleida al cumplirse el plazo que tenía para ir voluntariamente.

"Salimos de una larga y provechosa conversación con Pablo Hasél en la prisión de Ponent donde hemos conversado de política, de anti-represión y de los que hacen de muleta al Régimen del 78. Es otro preso político de la (in)justícia española convencido de la necesidad de internacionalizar la represión", ha afirmado.

Con esta visita, Borràs es la primera dirigente política independentista al visitar al artista, aunque este ha recibido el apoyo también de ERC, la CUP y los comuns. En Madrid, el líder del grupo de Unidas Podemos, Jaume Asens, ya anunció que la formación había pedido el indulto para él, además de iniciar la reforma del Código Penal porque ninguna otra persona se vea encarcelada por temas similares.

El terremoto del encarcelamiento

El encarcelamiento de Hasél ha causado un auténtico terremoto político, social y policial en el Estado y, sobre todo, a Catalunya. Días y días de protestas acabaron con disturbios, más de un centenar de detenidos y la mutilación de un ojo de una joven por parte de la Brigada Móvil de los Mossos.

Precisamente la actuación de la policía catalana en este tipo de situaciones ha centrado en los últimos días las negociaciones entre ERC y la CUP. La misma cabeza de lista de los anticapitalistas, Dolors Sabater, anunció un acuerdo con los republicanos que se basaba, entre otras cosas, en la moratoria de las balas de foam.

La última protesta de magnitud en la capital catalana provocó que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, mostrara su apoyo a la Guardia Urbana, después de que unos manifestantes intentaran incendiar un furgón con un agente dentro. Tanto Colau como el conseller de Interior, Miquel Sàmper (JxCat), exhibieron ayer mismo unidad ante la "violencia" de las protestas después de reunirse con el vicepresident Pere Aragonès.