Durante algunos años, parecía que el Partido Popular estaba decidido a hacer de la crispación su manera de hacer y entender la política. Desde la llegada de Pablo Casado al frente de la formación conservadora, su estilo se había caracterizado por un claro belicismo retórico, contundente contra el presidente del gobierno y principal adversario, Pedro Sánchez. Los ejemplos durante su etapa como líder del PP fueron numerosos, tildando reiteradamente el ejecutivo español de ser "el peor de la historia" y acusando Sánchez de "mentir a todo el mundo", de ser "quien más ha atacado" la Constitución y actuar con "arrogancia" e "incompetencia". Unos reproches que no se limitaron al mandatario español, sino que también se dirigieron hacia aquellos que Casado describía como los enemigos de España: los vascos, eternamente vinculados a ETA, y los catalanes, perseguidos por su manía independentista y la defensa de la lengua.

Con el tiempo, de hecho, la estrategia de su Partido Popular solo se volvió más extrema, obligada para hacer frente a la amenaza de Vox. La radicalidad de los de Santiago Abascal y el trasvase de votantes de los conservadores hacia los ultras fue respuesta por Pablo Casado con un endurecimiento de sus palabras. En este contexto, había una persona que, a pesar de sus desavenencias con el líder popular (y que acabaron haciéndolo caer), aceptó de primeras esta beligerancia: Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido uno de los principales puntales de oposición contra el gobierno socialista de Pedro Sánchez, y sumando un fuerte apoyo en esta cruzada.

La nueva política del PP

Ahora bien, en los últimos meses eso ha cambiado. Y es que la caída de Pablo Casado, sumada a la llegada de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP, ha abierto una nueva etapa para la formación conservadora, basada ahora en una supuesta moderación y centralidad discursiva. Los medios de comunicación ya se han apresurado a aclamar este cambio, y lo cierto es que el gallego también se ha reivindicado en ello. Hace unas semanas, Feijóo celebraba ante sus compañeros de partido que había empezado la "nueva política" del PP, basada a "dialogar y pactar si es posible, no enfrentarse, no fracturar, no dividir, a favor de los consensos y que no insulta". "Toca paso página a la frivolidad, la división y el radicalismo", añadía.

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Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso / Foto: Europa Press

Andalucía, "el triunfo de la moderación"

Estas palabras de Feijóo se pronunciaban, precisamente, después de la victoria electoral en una Andalucía históricamente atada al PSOE. Un éxito en que había tenido un rol fundamental Juanma Moreno, candidato del PP y presidente de la Junta. Su figura, vinculada también al ala más moderada de los conservadores, consiguió impulsar la formación hasta una mayoría absoluta inesperada, y que los expertos aseguran que solo se explica por haberse alejado de la radicalidad. Así lo manifiesta, en declaraciones en ElNacional.cat, la profesora de Ciencia Política en la Universidad Pablo Olavide Manuela Romero, quien afirma haber hablado con andaluces que, "después de 40 años votando a los socialistas", apostaron por Moreno. Ella misma lo justifica porque el popular ha sabido mostrarse como un hombre de "buena gestión, de centro y moderado."

Con todo, el éxito electoral en Andalucía, sumado a las encuestas que, semana tras semana, refuerzan a Alberto Núñez Feijóo frente a un Pedro Sánchez cada vez más debilitado, marcan claramente que esta es la estrategia que tiene que seguir el Partido Popular de cara al futuro. El exdiputado de los conservadores y hombre fuerte durante el mandato de Casado, Pablo Montesinos, lo constataba en un artículo, afirmando que Juanma Moreno "marca ahora el camino". En sus palabras, Montesinos también lanzaba un dardo hacia "determinados compañeros" del partido, advirtiendo que para los populares había llegado la hora de dejar atrás "batallas ideológicas y hermandades con Vox".

Sin duda, un ataque dirigido principalmente hacia Isabel Díaz Ayuso, quien llegó a decir hace un par de meses que su formación y la ultraderecha de Santiago Abascal "no son lo mismo, pero en muchas ocasiones tienen intereses comunes". Y es que la madrileña es la principal víctima del cambio de dirección que ha tomado el PP. Si después de su victoria en las elecciones autonómicas en el 2021 había un sector del partido convencido de que su estrategia belicista y contundente con los adversarios era la receta para el éxito, ahora es la moderación de Feijóo y Moreno la que marca innegablemente el camino. Delante de eso, algunas voces han pretendido evidenciar que existe un cierto enfrentamiento entre los modelos duro y moderado de los conservadores, especialmente después de que Ayuso advirtiera que, a pesar de los resultados andaluces, ella no cambiaría "ni un milímetro" su política.

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Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo / Foto: Europa Press

Dos vías a la victoria

Pero lo cierto es que la madrileña, el andaluz y el gallego han manifestado una evidente sintonía desde la caída de Pablo Casado, aunque sus estrategias sean diferentes. La misma Ayuso decía que "nadie" lo enfrentaría con Moreno ni Feijóo, y los tres se han dejado ver juntos públicamente en varias ocasiones. Al fin y al cabo, los éxitos electorales hablan por sí mismos: en Madrid, el PP consiguió más que doblar sus escaños y acercarse a la mayoría absoluta, hundiendo al PSOE (que había ganado en el 2019) y frenando en toda regla a Vox, que solo creció en un diputado. Y en Andalucía, una historia similar: doble de escaños, en este caso suficientes para un gobierno nítidamente azul, sumiendo a los socialistas a sus peores resultados en la región y limitando el crecimiento de la ultraderecha a solo dos asientos.

A pesar de las desavenencias de forma, las "dos almas" que integran en el Partido Popular actualmente han constatado ser, en la práctica, fórmulas de éxito. Dos modelos adscritos a diferentes espacios territoriales que permiten ampliar los apoyos sociales de los conservadores. Manuela Romero lo confirma. "La arena política en Madrid y Andalucía no es la misma", dice, de manera que aquello que funciona en una región puede no hacerlo en otra. Mientras que el discurso más contundente y polarizado con Sánchez sirvió en la capital española (largamente un feudo de la derecha), en la región meridional de la península (acostumbrada a la centralidad del PSOE) solo podía ganar un discurso mesurado y tranquilo. "El discurso de Ayuso, si se copiara a Andalucía, tildarlo de radical sería poco", explica Romero. "Allí, ella lo habría tenido más difícil para ganar".

Además, tanto el Partido Popular de Moreno como el de Ayuso acaban defendiendo las mismas políticas. Son dos caminos diferentes que, más allá de los contrastes en las palabras, aplican políticas netamente conservadoras. Tanto él como ella se han centrado en reducir los impuestos para los ricos, recortar el gasto público en sanidad y educación, favorecer la privatización y el comercio, y batallar contra medidas progresistas como la Ley de Memoria, la de Vivienda y la de Eutanasia. "El partido es el mismo", alega la experta. "Con una estrategia diferente para llegar al poder, el proyecto y las bases generales son compartidas". Ayuso y Moreno (y, por extensiva, Feijóo) chocan en las formas, pero tanto la radicalidad de una como la moderación de los otros llevan a la victoria el Partido Popular.

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Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno / Foto: Europa Press