Cuando eres joven, hablas de las personas mayores y los llamas sin contemplaciones "los viejos". Cuando ya no eres joven, los viejos se convierten de golpe en la categoría de "personas mayores". Cada vez hay más: el envejecimiento está aquí. Para las personas mayores hay muchos proyectos asistenciales, pero pocos proyectos "existenciales". Lo ha dicho el Papa, que no es un joven sacerdote, y lo ha hecho porque cada mes escoge un tema que propone como intención de oración a través de una red mundial (Red Mundial de Oración del Papa). Como siempre, las preposiciones son fundamentales, y no es una alianza de gente y colectivos que recen por el pontífice, sino "con". El Papa Bergoglio, robusto mentalmente y con ligeros problemas de movilidad en la cadera, hace saber que él ve en las personas mayores "las raíces y la memoria de un pueblo" que pueden ayudar a los jóvenes a "mirar el futuro con esperanza, pero también con responsabilidad".

Desde Roma se organizan jornadas mundiales por muchas causas, y el domingo 24 de julio se celebra la "Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores". Las Naciones Unidas también proclamaron un día, que coincide con la ya señalada fecha del 1 de octubre, como Día Internacional de las Personas Mayores. Estas festividades tienen dos objetivos. El primero, recordar la existencia —las personas mayores existen y no son un estorbo—, y la segunda, involucrarse en reivindicar el envejecimiento, difundiendo una imagen más positiva que la existente. Ser mayor no es solo entrar en la última fase vital (una evidencia que la vida y sus caprichos no siempre respetan). Ser mayor tampoco es ser un lastre social, un ser únicamente dependiente, solo y con fármacos. Las personas mayores tienen problemas, pero también dignidad, sabiduría, valores y son portadores de soluciones. Empoderarlos con visibilidad y formación no es solo un trabajo que tengan que hacer ellos, sino nosotros, desde los medios de comunicación a los poderes públicos y las instituciones privadas.

El Papa se refiere a los ancianos como un colectivo particularmente atento al cuidado, la ternura y la reflexión. Las religiones tienen en particular respecto a las personas mayores y los grandes maestros habitualmente no son los más jóvenes de una comunidad. Ni las personas mayores son las más sabias del planeta, ni los jóvenes los más desmemoriados y atolondrados. El equilibrio, el conocimiento mutuo, la relación intergeneracional es muy positiva. Pongamos a personas mayores en nuestros equipos y reduzcamos esta visión productiva que arrincona lo que es viejo equiparándolo a inservible. Lo que parece inútil es tantas veces nuestra ancla, brújula y consuelo.