Xavier Trias, el ex alcalde y candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona ya va primero en las encuestas para las  elecciones municipales del 28 de mayo. En cuestión de semanas, el antiguo conseller de Jordi Pujol, se ha propulsado en los sondeos desde la nada hasta la cabeza del pelotón. Hay ganas de cambio en Barcelona, lo que quiere decir, enviar a Ada Colau a la papelera de la historia después de dos mandatos en que la ciudad parece haber perdido su nombre. Trias no lo va a tener fácil, es obvio, porque falta mucha precampaña y mucha campaña, aunque a cada nuevo sondeo que se publica, el empate a cuatro Trias-Colau-Collboni-Maragall parece reducirse progresivamente a un escenario de bipolarización en que al final la partida será un duelo al sol mediterráneo entre el candidato convergente -no es un lapsus- y la aún alcaldesa, que, como demostró en 2019 al aceptar los votos del xenófobo Valls para robarle la alcaldía al ganador, Ernest Maragall (ERC), no le hará ascos a ninguna fórmula para mantener su trono.

He calificado a Trias de “candidato convergente” y me ratifico en ello. Como dijo el otro día el periodista Francesc-Marc Álvaro, aunque encabece la lista de Junts o sea el alcaldable de esta formación, que lo es, Trias es un candidato “sin partido”. Su oferta es ciertamente él, no la de Junts como fuerza política. Al final, incluso podría articular una plataforma ciudadana amplia, centrada en su apellido y figura, sin siglas. A Trias se le va a votar como alcaldable para rescatar Barcelona del tiempo perdido de la era Colau, no como alcalde "independentista” de Barcelona, como se pudo votar en el 2019 al republicano Maragall, ganador de aquellas elecciones y ahora relegado al cuarto puesto en los sondeos. Pero Trias es un político. No solo un (acreditado) gestor. En realidad, Trias tiene partido, aunque ese partido ya no existe como tal: Convergència. El ex alcalde es el candidato de la buena manera convergente de hacer política. A falta de alternativas, muchos barceloneses pensarán que bueno es el revival.

Después del procés, claro, hablamos de una Convergència seguramente distinta de aquella en la que Trias sobresalió como uno de sus principales y más genuinos valores, pero Convergència al fin y al cabo. Así, Trias sigue estando ni muy a la derecha ni muy a la izquierda, es más soberanista pragmático que independentista épico y, ante todo, milita en el diálogo. Trias es capaz de hablar y entenderse con casi todo el mundo dentro de un orden, desde el PP hasta el PSC pasando por ERC o, en su día, Iniciativa. De hecho, en su lejana juventud, el doctor Trias, médico pediatra en el hospital Vall d'Hebron, militó en el sindicato Comisiones Obreras (CCOO). Que no es un sectario lo dejó claro la semana pasada con la invitación a almorzar a su rival, la alcaldesa Colau. Además de ganas de cambio, el fulgurante ascenso de Trias en los sondeos demuestra que hay ganas de la antigua Convergència. O, al menos, de un cierto retorno de lo positivo que tuvo la manera de hacer convergente. Ahora que los dos principales partidos que se disputan la hegemonía política en Catalunya, el PSC y ERC, han llevado la agenda a la dimensión convergente -como demuestra la negociación de los presupuestos entre Pere Aragonès i Salvador Illa- y ante las dudas de Junts, el alcaldable Trias reclama el copyright. Al fin y al cabo, siempre ha dado más resultado el original que la copia. Y más aún cuando la copia es mala o está algo desenfocada.

En realidad, Trias tiene partido, aunque ese partido ya no existe como tal: Convergència. El ex alcalde es el candidato de la buena manera convergente de hacer política

La onda expansiva del terremoto tranquilo desatado por la candidatura de Trias va a impactar, qué duda cabe, mucho más allá del perímetro de Barcelona. Incluso si Trias no logra la alcaldía, un gran resultado -como el que dibujan los sondeos- puede ser la señal que necesita Junts para (re)enfocar su estrategia y su futuro político. Lo deberá hacer sí o sí antes de las elecciones españolas, a fines de año, y sin perder de vista las catalanas, sean en 2024 si se adelantan o en 2025, si Aragonès consigue llevar hasta allí la legislatura. En esas coordenadas más amplias, veremos hasta qué punto Trias puede aislar su mensaje de las controversias que deparará el procés que el Tribunal Constitucional y el juez Pablo Llarena se empeñan en perpetuar, así como las respuestas que origine la situación del president Puigdemont una vez se pronuncie entre febrero y marzo la justicia europea. El inquilino de Waterloo es el referente político y simbólico incuestionable de Junts y del grueso del mundo independentista. Y cabe decir que la candidatura de Trias cuenta con su pleno apoyo. En todo caso, la vieja Convergència nunca renunció a nada pero siempre tuvo los pies en el suelo, no en las nubes.