Sé que desde que no hacemos el mítico programa "Obrim Fil" con Xavier Sardà y Ana Boadas, se echan de menos mis teorías vitales. A ver quién me compra esta. Los grandes amores, amigos, parejas, compañeros de trabajo, los conoces en un 80% durante el primer tercio de tu vida. No pongo de los 30 porque Carrie Bradshaw conoce a Aidan pasado los 35, pero lo que queda claro es que veinte años después y en la tercera temporada de And Just Like That, todavía no ha encontrado a nadie mejor. Por favor, no hablaré sobre que la serie ha puesto su punto i final, porque hace tiempo que los fans ya no la sentíamos nuestra, pero igualmente nos la tragábamos en honor a aquello que fue, aunque se hubieran caricaturizado los personajes. Se tiene que saber acabar a tiempo. En las relaciones y en las series no funciona la muerte natural. De aquí mi teoría del "polvito funeral" que tanto escandalizó en el programa que hacíamos en la TVE1 Catalunya. Que para matar como es debido una relación se tenía que cerrar con aquella última cópula. Aquella que, mientras estás en acción, sabes que será seguramente the last dance. Para despedirse como es debido. Y con las series sería un gran giro de guion que te dejara con un palmo de narices, cosa que Michael Patrick King no ha conseguido por mucho que ha intentado poner a todas las razas, sexos fluidos y todo lo políticamente correcto que precisamente no definían la esencia de la sitcom. Es como si pides un vino tipo riesling y el sumiller te lleva un tempranillo reserva. Solo ha sido fiel a los looks imposibles, pero estamos en un momento vital en el que no nos contentamos con las apariencias y que lo queremos todo.

Pero centrémonos en mi teoría de que casi todos los grandes amores aparecen en la primera mitad del partido. Se es consciente de que hay gente más entregada, capacitada, apta o adecuada con la cual juntarse, pero en la práctica, no encajan. ¿Podemos decir que a partir de una edad prefieres "lo malo conocido"? Sí, exacto, ¿como los vinos clásicos que sabes que no te fallarán, antes que esta nueva variedad experimental? ¿Que bajo el lema "triste es de pedir pero más triste es de robar" prefieres a tus crushes de la uni educados por un par de divorcios que ser la amante del hombre casado que nunca se separará? ¿Como cuando no sabes cómo ir vestida y recurres a la camisa blanca que nunca pasará de moda? Quizás es porque nos volvemos más perezosos a la hora de experimentar o que ya estamos hartos de emociones fuertes y preferimos la tranquilidad emocional. Y es que a partir de cierta edad, preferimos ir cómodos con zapatillas deportivas que estilizadas con tacones y/o cara de pocos amigos. O quizás porque cuando eres joven no tienes el corazón roto en mil pedazos. Debe ser como cuando haces las degustaciones para las guías a primera hora de la mañana, que es cuando tienes los sentidos más despiertos y menos viciados y cansados. Es decir, estás más conectada con la intuición que con la mente. Y tal vez, por esta razón, triunfa más tirar de agenda que de Tinder. Porque, aunque mentalmente creas que se escoge más deprisa, no hay nada más definitivo que olfatearlo. Y no estoy hablando de vino. Sí, creo que la clave de la teoría es que ya no tenemos esperanza en "lo bueno por conocer".

Casi todos los grandes amores aparecen en la primera mitad del partido. Se es consciente de que hay gente más entregada, capacitada, apta o adecuada con la cual juntarse, pero en la práctica, no encajan. ¿A partir de una edad prefieres "lo malo conocido"?

  • Utilizo mucho papel de lavabo — dice la actriz Anna Moliner en la obra teatral de Marta Buchaca Krambick y somos unas cuantas las que reímos fuerte.
  • Me transformo al volante y no paro de insultar — y esta vez la risa nerviosa es de Daniel Vázquez Sallés.

¿Cuántas relaciones nos habríamos ahorrado sabiendo cómo roncan? Una vez, cuando tenía veintipocos y estaba soltera al más puro estilo wines and the city en Barcelona, tuve una cita con un modelo que me confesó que no le gustaba el vino justo cuando acababa de pedir un maridaje con quesos. La verdad es que en aquel momento decidí que la red flag se había activado y que aquello nuestro no tenía ningún futuro inmediato. Por la misma razón no me fui a la cama con un adventista durante aquella Semana Santa en Lisboa, cuando justo ante un Porto espectacular que me acababa de pedir, aquel brasileño me dijo que era abstemio. Y ahora mi actual pareja no puede beber alcohol y eso no me ha importado. Hay que decir que nos conocemos hace más de veinte años (para corroborar mi teoría vital). Y es que es verdad que con los tiempos buscamos otras cosas que compartir una botella de vino. Y que las personas más importantes de mi vida, menos a mis hijos, las he conocido antes de los treinta.