Más allá de las connotaciones ideológicas que supone para mí la celebración de la cumbre de la OTAN, una organización con la que no comulgo en absoluto por su carácter belicista y por las consecuencias que generan sus acciones, lo que se me está atragantando estos días es haber pagado la fiesta.
De momento, de lo que se sabe y ha trascendido públicamente, es que esta cumbre nos ha costado a usted y a mí unos 50 millones de euros. Y remarco lo del “a usted y a mí” porque se ha pagado con dinero público, el que ha dejado de destinarse a contratar a personal sanitario, a mejorar los hospitales públicos, a invertir en cualquier cosa que usted considere, probablemente como yo, de urgente necesidad.
En el BOE (https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2022-10558) se dejaba claro el pasado día 27 que “el Reino de España proporcionará, sin coste alguno para la OTAN y previo acuerdo al respecto, el espacio, las instalaciones, el equipo, los suministros públicos y los servicios necesarios para las reuniones previas y las de la Cumbre”.
Se estima que la fiesta nos ha costado unos 50 millones de euros, pero tampoco se sabe con exactitud, puesto que hay quien ha registrado varias solicitudes de información a través del Portal de Transparencia, “pero las respuestas no arrojan datos a los que se han dado públicamente” (https://www.newtral.es/coste-cumbre-otan/20220624/).
Esta cumbre nos ha costado a usted y a mí unos 50 millones de euros. Y remarco lo del “a usted y a mí” porque se ha pagado con dinero público
A Newtral le han respondido desde La Moncloa que “no era posible individualizar el presupuesto para la cumbre de la OTAN, y que por tanto, no facilitan los datos detallados solicitados porque implica una acción previa de reelaboración de los datos”. (https://www.newtral.es/coste-cumbre-otan/20220624/) La Ley de Transparencia señala expresamente que, si es necesario reelaborar una información para responder a una petición de información, está justificado que se deniegue la información. Chin pon.
El alquiler de las instalaciones de IFEMA nos ha costado 35 millones de euros. Solamente a modo de apunte, recordar que IFEMA MADRID es “una entidad contorcida y participada accionarialmente por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, la Cámara de Comercio e Industria y Fundación Obra Social y Monte Piedad de Madrid”. El contrato lo adjudicó el Ministerio de Asuntos Exteriores el pasado mes de mayo, aprobándolo el Consejo de Ministros. Resulta que cuando el contrato supera los 12 millones de euros ha de ser aprobado “al más alto nivel”. El cabreo de Podemos fue monumental, llegando a acusar al PSOE de adjudicar este contrato “a dedo”.
Desde el Ministerio de Interior se han destinado casi 2 millones de euros para el dispositivo de seguridad. Según la información publicada, “el contrato del Ministerio del Interior no ha sido publicado en la plataforma de contratos del Estado (…) Un portavoz del ministerio justifica que el portal de contratación suele tardar en publicar los expedientes.” Lo que se ha señalado es que el contrato en cuestión ha sido adjudicado “a través de un procedimiento de emergencia”.
Esto significa que los contratos para llevar a cabo la cumbre de la OTAN han sido tramitados “por vía de urgencia”, lo que en casos como el ministerio de Exteriores, ha seguido un procedimiento de contratación “negociado sin publicidad”. O sea: que el contrato se ha adjudicado directamente a una empresa, saltándose el paso previo de publicidad y de presentación de ofertas.
La Ley de Contratos del Sector público señala que la tramitación urgente se contempla para aquellos contratos cuya licitación deba ser acelerada por motivo de interés público.
No sabemos en qué se han gastado todo este dineral de manera expresa. No lo han detallado (ni lo van a hacer), por lo que nunca sabremos cuánto se han llevado los chefs que han hecho sus menús, ni los cantantes que han agasajado a los líderes internacionales, ni cuánto han pagado por las habitaciones de hotel, y por todo aquello que no alcanzamos a imaginar y que hemos pagado usted y yo.
Mientras tanto, Sánchez ya ha avisado de que usted y yo nos vamos a tener que preparar “para lo que venga”, dando a entender que la cosa no pinta bien. O sea, que mientras usted y yo pagamos impuestos religiosamente, soportamos el inaguantable aumento del precio de la gasolina, del gas, de la luz; mientras vemos cómo nos timan en el supermercado metiendo menos cantidad de producto en las cajas de siempre; mientras alucinamos mirando al horizonte y leyendo que habrá problemas en el sector lácteo, que lo tendremos complicado para comprar carne de pollo… Mientras todo esto pasa, usted y yo estamos pagando 50 millones de euros en agasajar a las delegaciones mundiales que vienen aquí a decidir que hay que comprar más pistolas porque el mundo se pone “peligroso”.
¿Por qué se pone peligroso el mundo, señores y señoras de la OTAN? Quizás algo tenga que ver que algunos que se llenan la boca de democracia (pero actúan como auténticos dictadores), decidan gastarse nuestro dinero en invertir en empresas privadas para hacer pistolas, en empresas privadas para hacer “vacunas”, y en alimentar los chiringuitos varios en lugar de destinar el dinero en lo que debe ser de todos.
Ah, claro: que lo hacen por nuestro bien, porque cuidan de nuestra salud y de nuestra seguridad.
¿No será lo adecuado destinar el dinero que aportamos en el sistema sanitario público, en investigación y patentes públicas, en políticas de diálogo y paz? Eso no le dará dinero a las empresas armamentísticas ni farmacéuticas, claro está. Pero garantizaría que todos tuviéramos acceso a sanidad, a alimentos, a trabajo, y a no vivir al límite y en la desesperación, que es lo que empuja a mucha gente a caer en manos de mafias, a tener que buscarse la vida como sea. Y ese “como sea” es lo que estos señores que viven a nuestra costa, consideran “un mundo cada vez más peligroso”.
O sea, que nos quieren proteger de los peligros que ellos mismos están provocando. Que nos quieren convencer de que tiran nuestro dinero por la borda “por nuestro bien”. Y por supuesto que la culpa de todo esto es de un tal Putin, porque ellos, sin lugar a duda, son “ángeles caídos del cielo”.
La cuestión más importante: ¿tenemos opción, usted y yo, de plantar cara a esto?