Dionís Guiteras era la persona que, con bastante probabilidad, habrían escogido los republicanos para presidir la Diputación de Barcelona. Guiteras es alcalde de Moià, municipio del Moianès, comarca que impulsó el mismo Guiteras y que fue refrendada en todos y cada uno de sus municipios. Guiteras era el vicepresidente de la Diputación de Barcelona a la anterior legislatura y no dudó en votar a los sucesivos candidatos convergentes. Primero, Mercè Conesa. Más tarde, Marc Castells. Gobernó en coalición y los sostuvo hasta el último día. Lealmente, a pesar de las profundas discrepancias.

Guiteras es un tipo singular. Estudiar no se le daba bien, así que empezó a trabajar de bien joven. De espíritu inquieto apostó enseguida por los productos ecológicos. Cogía una furgoneta, bajaba a Valencia a vender el producto y como iba sin un duro dormía al lado mismo de las verduras, dentro de la furgoneta.

Pues he ahí que aquel chico que tenía problemas con los estudios, se espabiló y como buen emprendedor montó una empresa de comercialización de productos ecológicos. Fue pionero en este campo. Al principio tuvo que picar piedra, iba a todo tipo de ferias, por toda Europa, muy pendiente de todo lo que iba saliendo. Invirtiendo horas y dinero, arriesgando. Poco a poco levantó una empresa que hoy, después de 25 años, da trabajo a una treintena de personas y que es de lo más selecto que hay en el sector.

El Ayuntamiento de Moià era una bastión convergente y al mismo tiempo un ayuntamiento en quiebra. El gobierno hizo una gestión económica tan desastrosa que fue el primer ayuntamiento de Catalunya que no podía pagar ni siquiera a los trabajadores. En plena confusión consistorial, con un ayuntamiento literalmente arruinado, Guiteras se presentó a las elecciones municipales y ganó. La vara de alcalde quemaba, no había un real. Y tan grande era el agujero en las arcas municipales que en el 2011 se declaró en bancarrota. La deuda era de un 400 por ciento del presupuesto municipal, ni la luz podían encender.

Guiteras se cargó a los hombros el drama heredado del gobierno convergente mientras la justicia procesaba al exalcalde por delito ambiental y el Tribunal de Comptes le pedía responsabilidades por haber arruinado el Ayuntamiento. Pero como la justicia es ciega, llegó un punto en que decidieron subrogar sobre el alcalde Guiteras todas las responsabilidades por las fechorías del anterior mandato hasta el extremo que le pedían una fianza, por daños y perjuicios, astronómica, con amenaza de apremio sobre su patrimonio personal. La decisión no podía ser más surrealista, como alcalde le exigían responsabilidades penales por toda la confusión heredada cuando él ni siquiera había sido concejal del Ayuntamiento. Era para salir corriendo.

No hace falta decir que hubo medios que no discernieron nada, más allá de aseñalarlo como imputado por la ruina del Ayuntamiento. Guiteras no se puso nervioso y motivos había y muchos. Nuestro hombre asumió todo el drama, dio la cara ante| los trabajadores y técnicos, expuso con frialdad las cifras y respondió ante la justicia por el lodazal que le habían dejado en herencia.

Y salió del apuro, con nota. En una legislatura dejó la deuda por debajo del cien por cien, que seguía siendo una monstruosidad. Pero cuatro veces menos. Las siguientes elecciones ganó con una mayoría absoluta, 10 de 13 concejales. El pueblo de Moià le reconoció el esfuerzo y el sacrificio que no eran menores. Iba de culo porque encima tenía que compaginar el Consistorio con su modus vivendi, la empresa de productos ecológicos. Durante aquellos años no había sábados ni domingos, dormía poco y mal. Los amigos le decíamos que aflojara, que no lo resistiría. Y por si fuera poco, en el 2015 entró en la Diputación como vicepresidente, después de votar a una presidenta, de CiU, para desbancar a los socialistas. Dionís es un tipo bromista e irreverente, afable y generoso. Si comes con él, no sólo comerás bien. No estarás nunca a tiempo de pagar.

Camino del 1 de Octubre, Dionís Guiteras fue uno de los alcaldes que más se significó impulsando el referéndum. Mientras otros iban tirando, él se entregó. También lo procesaron, fue el primer alcalde en estar en el punto mira de la Fiscalía. Un agente de la orden había decidido, por su cuenta, retirar la propaganda en la calle a favor del 1 de Octubre. Y Guiteras dictó un bando para restituir todos los carteles arrancados, siempre —se tienen que tener bien puestos— al mismo momento que envió una carta a la Fiscalía para hacerle saber que la Policía Municipal estaba a las órdenes del alcalde y para servir a la ciudadanía de Moià. La Fiscalía respondió procesándolo. Guiteras no aflojó, es de armas tomar. Qué contraste con los episodios de pancartas y banderas que suben y bajan.

Pues bien, este es el presidente que no tenemos en la Diputación de Barcelona, a pesar de liderar la fuerza con más diputados provinciales, 17 (16 ERC + 1 Tot Terrassa) por 16 del PSC. En su lugar, Junts per Catalunya hizo presidenta de la Diputación a Núria Marín, alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat. La primera decisión que tomó la alcaldesa fue retirar el lazo amarillo de la fachada de la Diputación. Y aquí sí que no hubo ningún sainete, la retiraron y punto. Los amantes de la simbología y la gesticulación en la fachada de plaza de Sant Jaume no dijeron ni mu. Cabe decir que este pacto, de socialistas y convergentes, se ha extendido a la mayoría de consells comarcals metropolitanos. La argamasa sociovergente ha vuelto con más fuerza que nunca, precisamente en la zona del país que más requería un cambio. Precisamente allí donde nos jugamos el dinero y el futuro del país.

Si hoy Guiteras, un gestor honrado y solvente, un patriota de piedra picada, presidiera la Diputación de Barcelona, el lazo amarillo seguiría en Rambla Catalunya. Es un hecho menor, simbólico, pero a ojos de los que han hecho del simbolismo su principal activo político, tendría que ser un hecho a tener presente. Guiteras habría sido un presidente comprometido que habría cerrado filas con el Gobierno de Catalunya y que tendría claras las prioridades territoriales y su gente.

La pregunta que nos debemos hacer, llegados a este punto, es por qué noble y patriótica causa los presidentes Puigdemont y Torra decidieron o avalaron impedir que Guiteras presidiera la Diputación para entregarla, a escondidas, al PSOE. Y estaría bien que la respondieran, sin subterfugios, sin excusas de por medio, confesando la verdad. La gente no se merece que la engatusen tras ninguna bandera. La gente tiene que saber por qué en la Diputación todo va fino como una seda. Este es el ejercicio de responsabilidad política y de honestidad mayor que podrían hacer. Y aunque sólo fuera, por un día, explicar con valentía por qué motivo hicieron pasar el partido por delante del país y se cargaron una alianza que, al revés, había funcionado. Debe de ser que la orden de los factores sí altera el producto.