Regensburg/Ratisbona (capital del ducado de Baviera, entidad confederada en el reino de los francos); algún momento del año 750. Hace 1.275 años. La nación carantaria (el nombre primigenio de los eslovenos) estaba gravemente amenazada por la presión demográfica de las tribus ávaras —de origen siberiano; que dos siglos antes (546) se habían establecido en el oeste, sobre el territorio de la antigua provincia romana de Panonia. Y en aquel contexto de crisis, el caudillo Boris (Borat en lengua eslava), hombre principal de los carantarios (los futuros eslovenos), firmaba un tratado de alianza política y militar con el duque Tasilón III de Baviera, sobrino y representante del rey franco Pipino (denominado el Breve y padre del futuro emperador Carlomagno).
Las consecuencias del acuerdo con los francos
El acuerdo Tasilón-Boris —que equivalía a decir, la alianza entre los francos y los carantarios— alejó la amenaza ávara. Pero significó el fin de la independencia de aquel primigenio estado "slavoni" o "sclavoni" (como se lo documenta, también, en las fuentes francas) y su atracción hacia la órbita del reino carolingio. Aquel acuerdo, entre otras cosas, contemplaba la cristianización de los carantarios —hasta entonces de confesión pagana—. Precisamente, este proceso evangelizador introduciría la lengua protobávara, que se volvería mayoritaria en una parte del territorio y que provocaría la fragmentación del país: al norte, la futura Carintia (actualmente, parte de Austria) —de lengua germánica— y al sur la futura Carniola (actualmente Eslovenia) —de lengua eslava.
¿Qué pasaba al mismo tiempo en los Pirineos Orientales?
Los reyes Pipino el Breve y Berta del Pie Grande —padres y antecesor del emperador Carlomagno— serían los arquitectos de la expansión carolingia hacia el este y hacia el sur. Mientras su sobrino bávaro atrapaba los slavoni; los reyes francos, personalmente, dirigirían el inicio de la conquista militar y recuperación cultural de la antigua provincia romanovisigótica de la Galia Narbonesa —actual Languedoc— (Nimes, 754); ocupada por los árabes unas décadas antes (723). Esta operación también representaría el fin de un sueño: el proyecto larvado de Flavius Paulus (673) y Ardón (713-720) de creación de un Estado visigótico independiente sobre la Narbonense y la Tarraconense. Las marcas de Gotia (754) y de Carintia (788), se construirían simultáneamente.
Más elementos en común
Esta historia simultánea se pone especialmente de manifiesto con las celebraciones litúrgicas cristianas que tienen su origen en el despliegue de la administración y del clericato carolingios y, más concretamente, del Admonitio Generalis, una capitular que anunciaba la Renovatio de Carlomagno (789), la reforma ideológica, educativa, artística y eclesiástica más importante de la Europa medieval. Las clases dominantes de las marcas de Gotia y de Carintia (los nobles y el alto clericato) las abrazaron y divulgaron y Catalunya y Eslovenia pasarían a formar parte del universo de países de tradición carolingia que celebrarían las festividades de San Esteban y el Lunes de Pascua, aunque, contemporáneamente, los eslovenos ya no celebran al día siguiente de Navidad.
Todavía más elementos en común
La celebración de estas fiestas del calendario cristiano explica el arraigo de la causa que origina estas festividades: el poder carolingio promovía las reuniones familiares en fechas muy señaladas como un vehículo de difusión y aceptación de su ideología. Y San Esteban y el Lunes de Pascua eran las jornadas destinadas al retorno en casa después de largos y provechosos encuentros familiares. Las marcas de Gotia (Languedoc y Catalunya vieja) y de Carintia serían los extremos del Imperio de Carlomagno, una especie de "Far West" salvaje en la zona de choque con árabes y con búlgaros y magiares, respectivamente. Pero, precisamente por esta causa, sus sociedades abrazarían el proyecto político y cultural carolingio con más fuerza que otros territorios menos amenazados.
La aparición de nuevos elementos identitarios
La investigación historiográfica sostiene que hacia el año 820 (tres cuartos de siglo después del acuerdo de Ratisbona), aparece una identidad diferenciada en la mitad sur de la Marca de Carintia. Era la parte donde la evangelización había estado más débil y donde la lengua protobávara había penetrado muy débilmente en la sociedad. El poder central (la cancillería palatina del emperador Luis el Piadoso, hijo y sucesorio de Carlomagno) lo reconoce (para intensificar la evangelización y la germanización del país). Segrega la mitad sur de Carintia y crea la Marca de Carniola, que se despliega en torno a Liubliana, prácticamente sobre el actual mapa de Eslovenia. En el norte, al otro lado de los Alpes Julianos, queda la matriz de Carintia, elemento fundacional de la moderna Austria.
Las mismas guerras civiles
Mientras se consolidaba el poder carolingio en las marcas del este (Östmark, Carintia) los francos empujaban la frontera hacia el sur. A Nimes (754), la siguieron Carcasona y Narbona (759); Elna (777); Llívia, Urgell y Girona (785) y Barcelona (801). Pero aquellas sociedades, inmersas en complejos procesos formativos, vivirían una etapa primigenia marcada por la construcción de identidades que, en ambos casos, culminarían en sendas guerras civiles. En la Marca de Carniola, los magnates indígenas (eslavos) se enfrentarían a los funcionarios carolingios bávaros (Revuelta de Posavski, 819-823). Y acto seguido en el sur de la Marca de Gotia (Catalunya vieja) los magnates indígenas (visigodos) desafiarían los funcionarios carolingios aquitanos (Revuelta de Aissó, 826-827).
La resonancia de la muerte de los carolingios en Barcelona y en Liubliana
Aquellos conflictos civiles se resolvieron, también, con el mismo resultado: la victoria del elemento funcionarial forastero. Pero aquellas derrotas no impidieron la continuidad de un proceso, en ambos casos, de forja de identidad. A caballo entre el año 1000 se sucedieron una serie de acontecimientos que pondrían, de nuevo, en el mismo camino los poderes locales de Barcelona y de Liubliana. En 988, moría Luis V, el último rey de la rama carolingia principal francesa que había gobernado ininterrumpidamente el reino de los francos (751-843) y el reino de Francia (843-988). Y en 1024 moría Enrique II, el último rey de la rama carolingia secundaria alemana. Estos reyes fueron relevados por elementos de estirpes nuevas que esbozarían nuevos escenarios.
Los nuevos escenarios
Uno de estos nuevos escenarios sería la no renovación del vasallaje de Borrell, conde de Barcelona, a Hugo Capeto, nuevo rey de Francia (988), seguido por todos los condes de la mitad sur de la Marca de Gotia que, reunidos por el Casal de Barcelona, se convertirían en un dominio independiente de facto. La maniobra de Borrell provocaría la fragmentación de la Marca de Gotia en dos mitades como|cómo, anteriormente (820) había pasado con Caríntia-Carniola. Y el otro nuevo escenario se produciría a Carniola. Conrado de Espira, el nuevo soberano del Sacro Imperio (recordamos que el 843, el imperio de Carlomagno había sido fraccionado por los tres nietos del emperador, resultando los reinos de Francia, Lotaringia y Alemania o Sacro Imperio); elevaría la Marca de Carniola —el "Far West" bávaro— a la categoría de ducado.
La aparición de Barcelona y Carniola en el mapa europeo
La transformación de Carniola de marca a ducado cambió radicalmente el paisaje humano y económico del territorio (siglo XI). Como pasó en los condados de la mitad sur de la Marca de Gotia que, siguiendo las huellas|pisadas de Barcelona, se habían independizado del poder central francés (siglos X-XI). Y si bien es cierto que, inicialmente, la Slavonia fue gobernada —conjuntamente— por los duques de Friul-Carniola (1030-1335); también lo es que, durante esta etapa, ganó una progresiva autonomía política que la convertiría en un dominio independiente de facto. Posteriormente (siglos XIV en XIX) pasaría a la órbita de los poderosos Habsburgo que, también, serían condes de Barcelona (1519-1714). Pero siempre conservó su régimen foral.
¿Catalunya, la Eslovenia del oeste?
En 1991, después de formar parte, durante cinco siglos del edificio político de los Habsburgo —más o menos vinculada a los Estados semiindependientes que pilotaban en torno al archiducado de Austria; y después de, también, formar parte casi durante un siglo, de la federación yugoslava —monárquica, primero; y republicana, más tarde— se independizó con una revolución conducida muy inteligentemente. Tanto que ocurrió el modelo a seguir por todas las naciones sin estado que, contemporáneamente, aspiran a su independencia. Quizás es la hora que nuestros caminos —los de Eslovenia y Catalunya— se reencuentren de nuevo, y podamos proclamar que Eslovenia es la Catalunya del este; pero, sobre todo, que Catalunya es la Eslovenia del oeste.