El camino del deber se encuentra enfrente del sendero del egoísmo.”
Niceto Alcalá Zamora

El gobierno central no ha negociado gran cosa del plan de ahorro energético porque, en realidad, no tenía margen para negociar gran cosa. No queda otra que hacer lo que se pide y es lo que van a hacer, en mayor medida que la Península, el resto de los países de la Unión.

Produce bastante hartura el debate estéril. El populismo sin razón de Ayuso, la incomodidad de otros gobiernos. Basta con leer para saber que no queda otra. Basta con leer para darse cuenta que ni siquiera había tiempo para reunirse una y otra vez y discutir y hacerse insumisos de las normas de ahorro. No sirve, porque está todo escrito por la Unión Europea. El margen de maniobra es poco tirando a nulo y eso que el gobierno español ha conseguido rebajar la tasa de ahorro a la mitad (un 7%), aunque eso también fue ridiculizado por la derecha. ¡Habría que haber oído los gritos si hubiéramos tenido que aplicar un 15% como el resto de países!

El día 5 de agosto se publicó el Reglamento 2022/1369 y en él está negro sobre blanco todo lo que no queda más remedio que hacer para ahorrar con planes “voluntarios”, léase voluntarios/forzosos, que deben entrar en vigor inmediatamente para lograr esa reducción “entre el 1 de agosto y el 31 de marzo”, así que las fechas y las prisas no son gratuitas ni, como dice el PP, se deben “a la necesidad de Sánchez de irse de vacaciones a la Mareta”. Estremece tanta mentira y tanta temeridad.

La UE tiene claro que Rusia va a usar “el gas como arma” y que “existe un riesgo importante de que cese de forma repentina y unilateral el flujo de gas ruso”. ¿Cuándo? Puede ser en cualquier momento. Cuando a Putin se le cante. “Los estados miembros deben adoptar medidas para reducir su demanda antes del invierno”. Las fechas y la cantidad están, pues, tasadas. Esa reducción tiene como objetivo aumentar el almacenamiento y posibilitar “hacer frente a las olas de frío de febrero y marzo de 2023 y mantener los niveles adecuados para el invierno de 2023-2024”, con un esfuerzo de reducción “que debe ser el mismo para todos los países”.

Esta es la parte voluntaria, porque lo que la UE prepara es un instrumento de reducción obligatoria que debe estar operativo este mismo otoño. Así que si no conseguimos la reducción, vendrán las restricciones obligatorias. Las reducciones que cada estado logre en este tramo voluntario le serán descontadas si llega el racionamiento obligatorio. Más nos vale hacer los deberes ahora. Todo este esfuerzo y estas instrucciones no son gratuitas, sino que se basan en la doctrina del TJUE que considera la “solidaridad energética” uno de los principios fundamentales del derecho de la Unión. Así que si queremos TJUE para unas cosas, lo queremos para todas.

Putin está esperando a ver cómo nos tiemblan las piernecitas por tener que bajar dos grados el aire acondicionado y hay partidos que le están dando la razón a cada instante

¿Cómo debe formularse ese ahorro? Hombre, como cada uno quiera, pero hasta cierto punto, pues las decisiones deben tomarse teniendo en cuenta el documento de 20 de julio llamado Ahorrar para un invierno seguro. Ese documento deja claro que la reducción no debe afectar a los usuarios protegidos (hogares, centros sociales, hospitales, escuelas…), a los que sólo se sugerirá un esfuerzo voluntario de ahorro energético. El plan de los gobiernos tiene que tener como objetivo la industria, cuidando con no tocar a las industrias estratégicas, al menos de momento. Así que tomar medidas que afecten al comercio, grandes hoteles o grandes cadenas comerciales y comercio minorista es casi la única opción. No obstante, en Francia se ha pedido ya a las industrias que realicen un estudio de las consecuencias que tendrían cortes de dos horas diarias de gas. Estos informes deben ser remitidos a los prefectos para centralizar los datos y poder tomar decisiones si llega el momento de los cortes. Ese documento sugiere también modificar la calefacción y la refrigeración de grandes edificios y de las iluminaciones no estrictamente necesarias.

¿Le quedaba mucho margen al gobierno español para negociar con las comunidades qué hacer? La verdad es que no, porque la disyuntiva no existe. El mandato es hacer ahora eso y si se ponen peor las cosas, los cortes de suministro a la industria de cada país. El racionamiento que se hará de forma solidaria.

Leer los documentos europeos hace devenir ridículos los gritos a favor de la libertad de los escaparates de las grandes zonas urbanas para encenderse cuando quieran. O los referéndums realizados al gremio de la hostelería, que parece haber devenido en algunos lugares un parlamento en sí mismo. La propia inquietud por la falta de hielos resulta del todo absurda. Como lleguen los cortes de gas y de energía a las industrias verán cuántos hielos se van a fabricar.

Así que visto lo visto, no queda otra. Primero hay que intentarlo con estas medidas y si, como dice el PP, no sirven para nada, entonces ya nos podemos ir preparando para cortes que afectarán directamente a la riqueza, al PIB y a la economía general. ¿No será mejor poner un cierre de puertas y apagar las luces que tenemos para presumir de rascacielos?

No es ninguna broma todo esto. La cosa pinta mal. Putin está esperando a ver cómo nos tiemblan las piernecitas por tener que bajar dos grados el aire acondicionado y hay partidos que le están dando la razón a cada instante. Él sólo espera a ver cuándo puede asestarnos su golpe definitivo cerrando el grifo. Ante la realidad, los delirios de Ayuso no sólo dan vergüenza sino que son muy peligrosos. Alegando así esa fricción en las competencias, que siempre se puede arreglar, ni la Generalitat ni el gobierno vasco deberían meterse en la misma barca, porque su objetivo debe ser en todo momento evitar que a sus industrias se les racione la energía.

No queda otra. La realidad no varía a fuerza de esa estupidez que han dado en llamar relato. Eso sí, hacer ruido parece ser gratis.