Con motivo del 8-M nos encontramos artículos, reportajes y programas especiales que hablan sobre cuestiones que tienen que ver con las mujeres, con los problemas a los que nos enfrentamos, las luchas aún pendientes de obtener victorias, y también los logros obtenidos. La mayoría de las veces, desde una perspectiva política, social, desde donde se analizan datos y contextos, así como la división en el seno del movimiento feminista. Son muchas las cuestiones que nos permitirían “abrir” un melón con motivo del 8-M. Pero en esta ocasión he querido escribir un artículo para todas, que abordando un asunto que nos importa, nos afecta, también pueda resultar útil. 

Esta semana he entrevistado a Marta León, una ingeniera experta en nutrición, y concretamente en hormonas. Con ella se aprende a cuidar nuestra salud de manera natural, a conocer nuestro cuerpo, sus procesos internos y de manera muy concreta, lo que necesitamos en cada momento, dependiendo de la fase hormonal en la que nos encontremos. El cuerpo de la mujer está constantemente viviendo cambios. Desde que comenzamos a menstruar, hasta nuestros últimos días de vida, nuestro cuerpo genera hormonas diferentes, algo que, en la mayoría de los casos, se produce sin que sepamos lo que está ocurriendo. A pesar de las señales que recibimos, a menudo no las sabemos interpretar. El dolor (a veces insoportable) durante la menstruación —dismenorrea—, molestias intestinales, alteraciones emocionales, cefaleas, cambios en el apetito, en el sueño, pueden ser señales en la mujer sana de que necesita dar a su cuerpo (o quitarle) elementos que suelen estar asociados con la nutrición. 

Normalmente, el ciclo menstrual suele ser de un mes, aproximadamente. Y desde que se inicia, alrededor de los doce años, hasta que termina, alrededor de los 50 (edades aproximadas), se produce de manera constante y cíclica a lo largo de nuestra vida fértil. Dentro de este mes, pueden diferenciarse cuatro fases, donde nuestro cuerpo se prepara para distintos momentos, y en los que necesitará que aportemos —o evitemos— nutrientes. La fase menstrual se produce entre el día 1 y el 5 del ciclo. Es el momento en el que el cuerpo retiene líquidos, nos sentimos hinchadas. Y además, aumenta el cansancio y la sensibilidad al dolor. Es muy posible que se produzcan episodios de tristeza. Es el momento en el que solemos querer “mantita y sofá” y que nos dejen en paz. Es precisamente aquí cuando nos viene especialmente bien consumir alimentos ricos en potasio y en Omega3 (pescados azules), frutos secos, cúrcuma, jengibre. Paseos tranquilos, y descanso. Beber mucho líquido y aumentar la fibra para evitar estreñimiento. Me explicaba Marta León que precisamente la falta de consumo de pescado es uno de los factores que incide directamente en las molestias. Y señala que consumir dos o tres raciones a la semana de pescado nos puede ahorrar tomar algún que otro analgésico para el dolor. 

La importancia de la nutrición y de conocer lo que nuestro cuerpo y mente necesitan debería estar a la orden del día

Inmediatamente después de la menstruación llega la fase folicular, momento en que se va preparando la formación del óvulo. Aquí aumentan los niveles de estrógeno hasta que el óvulo se libera del ovario. Y es aconsejable consumir carbohidratos (como pasta, tubérculos, pan y arroz, a ser posible, integrales). Es el momento de notarnos con energía, positivas, un “subidón” tras la semana de “bajón”. Estamos más activas y el cuerpo necesita “marcha”. 

Será cuando lleguemos a la fase ovulatoria, cuando el óvulo se libera del ovario y desciende por la trompa de Falopio. Es una etapa muy breve, que suele durar horas (de 12 a 36), y ocurre a mitad del ciclo, alrededor del día 15 (dependiendo de la duración del ciclo de cada mujer). Aquí es cuando se nos quita el apetito. Nuestro cuerpo se concentra en la posible fecundación y, si queremos ayudarle, es cuando hay que prestar atención al hierro y al ácido fólico. Toca dejar los carbohidratos estos días y pasar a los hidratos de carbono complejos (tubérculos, legumbres o frutas), frutos secos, cereales integrales y alimentos ricos en hierro. En estos días es cuando sentimos una fuerza y una energía muy marcada. 

Si no se ha producido la fecundación, es cuando nos acercamos a la fase previa a la menstruación. Cuando se comienza a producir el estrógeno y la progesterona. Y viene la irritabilidad, aparecen esos granitos de acné, notamos hinchazón, dolor de cabeza, de pecho, insomnio… Se llama fase lútea y es cuando el cuerpo nos pide “dulce” y solemos tener más apetito. Pero hay que tener en cuenta que el consumo de productos procesados (bollería, bolsas de snacks, golosinas y cualquier cosa que tenga azúcar) influyen negativamente en el malestar. Es habitual que estos días el cuerpo te pida chocolate, por lo que lo recomendable es buscar el más natural posible y de forma puntual. Muchas mujeres “devoran” durante estos días, y esto puede aumentar un malestar anímico porque se sentirán culpables. Es cuando nos viene muy bien comer frutos rojos, cereales integrales, queso, yogur (como el griego, que tiene más grasa), aguacate, chocolate negro. 

Y cuando esta fase pasa, volvemos a empezar. Me pregunto cómo es posible que hasta mis cuarenta, no me haya encontrado con una experta como Marta León que haya sabido explicarme tan bien todo esto. Y constato que no soy la única, pues entre mis amigas, y familiares, ninguna conocía todo esto. Alguna que otra cosa, algún que otro consejo, pero no con este tipo de detalle y con esta forma de comprender todo un proceso y sobre todo, la manera de prepararnos para ello. Qué importante sería que todo esto se nos explicase en el colegio, ¿verdad? En el momento en que nos preparamos para tener la primera menstruación, y tanto nosotras como nuestros compañeros, podamos entender la “montaña rusa” de sensaciones y emociones que aprenderemos a gestionar —por nuestro bien— durante nuestra vida fértil. No se trata de que “te toque” sufrir la regla. Se trata de aprender a entender tu cuerpo, darle lo que necesita en cada momento y ser conscientes de que debemos saber cómo cuidarnos. 

Otro de los momentos increíbles de revolución hormonal se produce en el embarazo. Prepararte para albergar vida en tu cuerpo es clave. En cada fase nuestro cuerpo necesitará prepararse, y cuanto más sepamos lo que nos conviene, mejor. Como en el climaterio, (etapa que nos lleva a la menopausia), nuestras pautas de alimentación han de ser diferentes, para encontrarnos bien. Las señales que el cuerpo nos da, como los conocidos sofocos, la tristeza, el insomnio, la sequedad vaginal, la pérdida de cabello, debemos aprender a interpretarlas y responder a través de la nutrición, de hábitos saludables que incidirán, sin ninguna duda, en una mejor calidad de vida. 

Además de la nutrición, pensar por un momento en el ritmo de vida que llevamos, el estrés al que estamos sometidas; la falta de tiempo para pasear al aire libre o tomar un ratito el sol, son puntos fundamentales a tener en cuenta. La contaminación que estamos incorporando en nuestro organismo también influye, y mucho, por ejemplo, en nuestra fertilidad y es bueno tenerlo en cuenta. Ser conscientes de la importancia de la vitamina D o C en nuestro cuerpo es clave. Y entender que en cada momento necesitamos aportar elementos diferentes. El “sota, caballo, rey” que normalmente nos empuja a la hora de cocinar, debería ser modificado por el aporte de aquello que necesitamos en cada momento. 

La importancia de la nutrición y de conocer lo que nuestro cuerpo y mente necesitan debería estar a la orden del día, y, sin embargo, sigue siendo un asunto todavía muy desconocido. Sirva este breve artículo para animar a adentrarnos en algo que nos interesa (y nos beneficia) a todas.