Excelente noticia la del anuncio de Volkswagen que Seat fabrique coche eléctrico a partir del 2025, con una inversión asociada de 5.000 millones de euros, según comentaba en el artículo de ayer. Como afirma Agustí Colomines, no se entiende demasiado que el Govern no haya convertido la noticia en el eje de la recuperación. Estoy de acuerdo. El proyecto tiene una gran trascendencia económica, por el volumen y por el salto hacia vehículos que sustituirán a los actuales, más respetuosos con el planeta.

Recordemos que una de las condiciones de acompañamiento de la inversión anunciada por la multinacional con fábrica en Martorell es que las administraciones tienen que desplegar puntos de carga del vehículo eléctrico.

La decisión sobre el futuro de Seat se enmarca de lleno en el movimiento de la UE para luchar contra el cambio climático. Precisamente, una de las vías para hacerlo es actuar sobre la movilidad y, en general, sobre el transporte, que es uno de los grandes aportadores de gases de efecto invernadero. En Catalunya, en concreto, lo hace con algo más del 28% del total anual.

A remolque de la apuesta de Volkswagen y a remolque de la necesidad de desplegar los puntos de carga, me ha parecido relevante recoger algunas propuestas que sobre este tema hacía hace medio año la PIMEC en el documento Catalunya frente al cambio climático. Propuestas en 10 ámbitos, uno de los cuales es la movilidad. Se trata de propuestas hechas con perspectiva empresarial.

El transporte es uno de los grandes aportadores de gases de efecto invernadero. En Catalunya, en concreto, lo hace con algo más del 28% del total anual

Empezando por los objetivos, el documento fija dos objetivos que ligan perfectamente con el proyecto de coche eléctrico de Seat. El primero, que en 2030 el 30% de los automóviles de Catalunya sean de cero emisiones (aproximadamente 1,2 millones de vehículos). El segundo, que en 2030 Catalunya disponga de 150.000 puntos de carga de baja potencia repartidos por todo el territorio, y puntos de carga suficientes en alta potencia en las vías de gran capacidad, como autopistas y autovías.

Los requerimientos de carga de los citados 1,2 millones de vehículos se estiman en 5.700 GWh, que es un aumento considerable de la demanda eléctrica y que se cubriría con mayor autoconsumo y con una potenciación de la eólica y la fotovoltaica. De acuerdo con la propuesta, el coche eléctrico, cuando está aparcado de día, tendría que estar siempre enchufado, con baja potencia en horas de producción de energía fotovoltaica. Eso haría posible desplazamientos de menos de 100 km e implicaría la creación de una infraestructura de carga en los aparcamientos de empresa y de edificios de oficina. De noche también tendría que estar enchufado, y eso requeriría una infraestructura de carga en los aparcamientos privados, que se alimentarían del resto de fuentes de energía.

Entre las líneas de actuación que propone el documento las hay que ligan perfectamente con la demanda expresada por Volkswagen:

  • Impulso de la creación de infraestructuras de carga de electricidad de baja y de alta potencia. La inversión tendrá que descansar en el sector privado, pero la Administración tiene que facilitarlo a través de los múltiples mecanismos a su alcance, como la planificación, la facilitación de la inversión...
  • Incentivos a las empresas para equipar aparcamientos con posibilidad de carga a baja potencia.
  • Creación de aparcamientos en el exterior de las ciudades que faciliten la intermodalidad de transporte. En este punto los ayuntamientos son un actor clave.

El coste económico de todo para la Administración no tendría que ser muy grande si las inversiones se autofinancian. Lo sería más si se quisiera acelerar el despliegue de puntos de carga. Personalmente, creo que, si hicieran falta incentivos, no se tendría que dudar ni un segundo para ponerlos. A estas alturas, el futuro de la movilidad (y una parte de la lucha contra el cambio climático) pasa por aquí.