La pandemia en curso ha significado la irrupción de un fenómeno sanitario con consecuencias económicas nunca vistas. Su novedad, su globalidad y su incidencia sobre lo que considerábamos funcionamiento normal de la economía puso en marcha todos los departamentos de estudios con el objetivo de calibrar su incidencia y elucubrar sobre escenarios de recuperación.

El de las previsiones es un territorio tan cautivador para muchos economistas como peligroso, porque hay muchos desaciertos y, suerte para ellos, no se suele comparar lo que se previó con la realidad. Ahora bien, en este contexto, pasados ya unos meses desde que se declaró la pandemia, tenemos una cierta perspectiva y, sobre todo, datos que permiten calibrar con bastante precisión el alcance de su impacto económico.

El día 10 de septiembre el Idescat publicó la estimación del PIB catalán del segundo trimestre de este año. Estamos hablando de una caída del 21,3% con respecto al mismo trimestre del año anterior. Para situarnos temporalmente, durante prácticamente todo el segundo trimestre han estado vigentes medidas de confinamiento: empezó el 14 de marzo y duró, en sus distintas fases (0, 1, 2 y 3), prácticamente hasta a final de junio. Por lo tanto, ha sido un trimestre de gran alteración de todas las pautas de trabajo y de consumo.

En el primer trimestre, cuando sólo hubo confinamiento durante la segunda quincena de marzo (es decir, una sexta parte del trimestre), el PIB catalán cayó un 4,8% con respecto al primer trimestre del año anterior. Lo que se anticipaba en este corto periodo de tiempo, que era una gran incidencia económica del confinamiento, se ha producido efectivamente, y en una magnitud nunca vista en la época moderna.

La caída indicada del 21,3% del segundo trimestre es especialmente importante en consumo de los hogares y en inversión 

Vale la pena ver, aunque sea a vista de pájaro, el comportamiento de los diferentes componentes de eso que denominamos PIB. Empecemos por el PIB por el lado de la demanda, que está formado por el consumo de los hogares, por el consumo público, por la inversión y por el saldo exterior (exportaciones-importaciones de bienes y servicios). La caída indicada del 21,3% del segundo trimestre es especialmente importante en consumo de los hogares (encerrados en casa hemos consumido menos, un 26,3%) y en inversión (la situación económica ha parado planes previstos e inversiones en curso a la espera de ver qué pasa, un 22,7%). El saldo exterior, aunque ha caído, lo ha hecho en poco más del 4%, porque sí que han bajado las exportaciones pero también lo han hecho las importaciones.

El único componente de demanda que ha crecido ha sido el consumo de las administraciones públicas: los funcionarios han seguido cobrando, se han contratado más servicios sanitarios, la educación a su manera ha continuado operativa, etcétera. Este consumo ha crecido al segundo trimestre un 5,3%, después de que en el primer trimestre también lo hiciera un 4,3% con respecto a un año antes.

Por componentes de oferta, el panorama sectorial de generación de valor a través de la actividad productiva presenta también algunos matices que se corresponden con lo que la simple intuición permitiría entrever y que ahora tenemos con datos. La agricultura ha bajado, pero muy poquito (hemos seguido comiendo, y hemos exportado menos), un 2,3%. La industria y la construcción han retrocedido mucho durante este trimestre (25,1% la primera y 20,4% la segunda). Con fábricas cerradas, obras paradas, exportaciones moderadas, el impacto ha sido grande. Más todavía lo ha sido en los sectores más expuestos al confinamiento, que son el bloque comercio, transporte y hostelería. Aquí la caída ha sido del 40% en números redondos. Con la gente en casa y sin turismo, la caída ha sido enorme. El único sector de oferta que ha aumentado su actividad ha sido el de la administración pública, sanidad y servicios sociales, que ha crecido un 2,1%.

En resumen, una gran afectación económica por el coronavirus, una caída global sin precedentes que sólo se salva en aquellas actividades que dependen del sector público y que se ensaña en actividades muy concretas cuyo consumo comporta proximidad física y movilidad.

Veremos qué pasa en el tercer trimestre. Por ahora, este es un balance fiable del gran impacto que ha comportado la pandemia en cuestión hasta el momento.