Organizarse la vida de manera comunitaria no es una utopía. Mucha gente ha optado por vivir en comunidad porque ven muchas más ventajas que montarse la vida a solas, no solo por practicidad o economía, sino por ideales compartidos. No es una manera de vivir solo de los religiosos, sino de individuos y familias enteras. Conozco algunas, desde Terrassa a la Barceloneta pasando por Nueva Jersey, Roma o Berlín. Existe, sin embargo, un ideal comunitario global y judío que ha atraído a centenares de personas y que sólo pasa en Israel. Son los kibbutz o kibutz en español. Este tipo de vida encarna un idealismo colectivo, una manera de vivir con y para los otros, una utopía muy realista. Albert Abril ha hecho un reportaje sobre unos jóvenes catalanes que se marcharon de voluntarios a los kibutz de Israel y que se estrena el jueves 28 de enero en el Canal 33. Este documental, Generació Kibbutz, coincide con el Día Internacional del Holocausto, el 27 de enero.

Los kibutz todavía existen, aunque su auge fue después de la fundación del Estado de Israel en 1948. Encarnan la aventura del socialismo que promueve la igualdad y que se basa, sobre todo, en un estilo de vida comunitario. Son instalaciones agropecuarias, granjas, talleres y huertos, con una clara división del trabajo y del tiempo de ocio. Lo que más llama la atención del documental de Abril no es tanto qué es un kibutz sino por qué alguien decide vivir allí. Y las motivaciones no son todas las mismas.

El documental ha sido rodado en Catalunya e Israel y presenta, además de los kibbutzim (los habitantes de los kibutz) catalanes entrevistados, una entrevista con Aya Sagi, directora del Kibbutz Volunteers Program Center, el programa oficial para la acogida de voluntarios que todavía siguen llegando de todo el mundo, año tras año, a Israel para colaborar con los kibbutz de hoy. Asimismo, se entrevistan expertos en el tema israelí y participantes del fenómeno como Vicenç Villatoro, Laura Manaut, Josep M. Renyé, Eulàlia Sariola, Isaac Levy, Jaume Barberà, Oriol Pi de Cabanyes, Imma Puig Antic, Xavier Torrens, Roser Lluch, Alicia Fingerhut o Joan B. Culla. El documental catalán nos ofrece imágenes del primer kibutz de la historia, el de Degania, fundado en 1909. Hoy día hay 270 kibutz.

Los que caminan solos lo hacen sobre una premisa falsa: ni son omnipotentes, ni autosuficientes, ni probablemente capaces

La historia de esta forma de vida ha tenido momentos álgidos y de efervescencia, con la conciencia de construir un país y una sociedad nueva e igualitaria. También ha pasado por momentos de decadencia, en la que algunas cuestiones prácticas han dificultado el éxito de la operación, como la relación con los hijos, el tiempo de ocio con la irrupción de la tecnología que ha hecho disminuir los ratos comunitarios o las dificultades de espacio. Con todo, el ideal persiste y está ligado también al deseo de tantos catalanes que quisieron experimentarlo, no solo que se lo explicaran. De los kibutz han salido artistas, músicos, escritores... y también ingenieros o arquitectos. Las personas que han estado se han llevado un trozo del ideal, aquella idea "kumbayá" con que muchos hemos sido educados y que sigo defendiendo: compartir es amar.

Los kibutz, con sus limitaciones, con las legítimas críticas a las derivadas que hayan podido sufrir, parten de una base que rompe con el individualismo feroz y destructor. No estamos solos, en este mundo, y la colaboración, la cooperación, los horizontes comunes, fortalecen la humanidad. Los que caminan solos lo hacen sobre una premisa falsa: ni son omnipotentes, ni autosuficientes, ni probablemente capaces. La generación de los partidarios de las opciones colectivas nos lo recuerdan. Ahora bien, los otros, sin ser un infierno, como radicalmente define Sartre la alteridad, no siempre son maravillosos compañeros de viaje. Y menos en un espacio pequeño.

Celebro que tengamos testimonios que nos puedan hablar de otras formas de vivir, porque existen y son posibles. Y que lo hagan con honestidad y con conocimiento de causa y recuperando aquella moción interior que les hizo abandonar Catalunya para experimentar una nueva manera de entender el mundo.