Oy me he propuesto escribir un articuló enterro con faltaz para demostraroz que la ortográfia ez importante, i para, iros preparando: para el fúturo ke nos ezpera. Paro porque me estoy mareando. Me parece que esta frase es suficiente para que os deis cuenta de que no tener en cuenta las faltas de ortografía en la selectividad o PAU (prueba de acceso a la universidad) es un error mayúsculo. Quienes vivimos de cerca el cambio de BUP a la ESO sabemos que el declive intelectual del alumnado —¡es broma!, esto también forma parte del declive—, de los alumnos —quería decir— empezó aquí. Fue el inicio de un buenismo muy dañino para la salud mental e intelectual de los futuros adultos. No sé quién tuvo esta idea tan brillante de rebajar el nivel académico en lugar de que los alumnos mejoraran intelectualmente. Han borrado la palabra esfuerzo del diccionario y la han sustituido por la palabra apatía. No hace falta ser psicólogo para saber que una vida sin esfuerzo (una vida en la que te lo dan todo masticado) y/o sin retos intelectuales te lleva directamente a la depresión. Sería interesante comprobar cuál es el porcentaje de ansiolíticos y antidepresivos que consumen actualmente los jóvenes —dejando a un lado las drogas ilegales y la adicción a las redes, que son más difíciles de controlar y, por lo tanto, de conseguir sus porcentajes de consumo.

El buenismo académico apuesta por no presionar a los alumnos, por no ofenderlos en ningún momento, en definitiva, por no traumatizarlos; y no se dan cuenta de que actuando así están provocando todo lo contrario, están gestando adultos dependientes, depresivos, apáticos, sin iniciativa e ineficaces. Como los alumnos, por naturaleza, no quieren esforzarse y les da miedo traumatizarlos si los obligan a ello, optan por bajar el nivel académico en vez de hacer que los alumnos lleguen al nivel académico. Y esto se traduce en material didáctico de primaria para los alumnos de la ESO, en pasar curso aunque lo hayas suspendido todo y en utilizar palabras como alumnado o profesorado en vez de alumnos y profesores. No sé si son conscientes de que cuando los alumnos sean adultos y tengan que espabilarse solos se darán de bruces con una realidad que no tiene miramientos hacia nadie.

Un ejemplo de todo esto lo viví yo misma en la universidad cuando estudiaba Lengua y Literatura Catalanas en 2014-2015. Para que os situéis: un doctor en filología (y con muchos estudios más de la época en la que se estudiaba de verdad) tuvo que dar una asignatura de ortografía a alumnos de filología (todos menos yo venían de la ESO) porque hacían unas faltas de campeonato (ejemplos: a ver —en vez de haber—, hay —en vez de ahí—) e incluso nos tuvo que hacer palmear para separar las sílabas (ya os podéis imaginar cómo me sentí). Si se saliera del instituto sin hacer faltas de ortografía, esto no habría ocurrido. Y ahora me diréis, pero ¿por qué la gente que estudia ciencias también tiene que saber escribir bien? Pues, en primer lugar, para no parecer que tienen pocas luces (el lenguaje configura el pensamiento); en segundo lugar, porque, si es de ciencias, entenderá que las convenciones son necesarias para entendernos, y, en tercer lugar, porque da muy mala imagen —y crea desconfianza— que una persona teóricamente culta te envíe un correo electrónico como la frase que he escrito al principio de este artículo. ¿O me equivoco?

¿Por qué el alumno todavía hace faltas de ortografía en los exámenes de selectividad? Porque no se le ha enseñado a no hacerlas.

Lo que necesita un adulto para ser independiente son límites, y lo que está haciendo esta sociedad buenista (por no decir que le falta un hervor) es eliminarlos todos; está abocando a los jóvenes a una angustia perpetua y a la apatía (no desean), a pasarse el día frente al móvil mirando tiktoks e historias de Instagram por falta de alicientes. Nadie les ha enseñado a esforzarse, a tener que luchar para conseguir las cosas, a aceptar el fracaso, a caer y a volverse a levantar solos; se lo han dado todo masticado, los han apartado de la realidad de la edad adulta… , y esto tiene unas consecuencias muy graves en la salud mental de estos jóvenes y de los que vendrán. El intento de no penalizar las faltas de ortografía en la selectividad es un ejemplo más de todo esto. ¿Por qué el alumno todavía hace faltas de ortografía en los exámenes de selectividad? Porque no se le ha enseñado a no hacerlas. Así de simple y triste. ¿Y por qué intentan no penalizarlas? Para tapar la ineficiencia académica, porque casi nadie aprobaría los exámenes y para no traumatizarlos a causa de esta ineficiencia académica que están perpetuando, que viene de arriba, del sistema hiperburocratizado que han implantado. Y la pregunta que se me ocurre ahora mismo y que dejo abierta es: ¿por qué se está haciendo todo de la peor forma posible?