Laura Borràs se enfrenta este viernes a las acusaciones de prevaricación y falsedad documental por fraccionar contratos a favor de un amigo suyo cuando ella dirigía la Institució de les Lletres Catalanes. El episodio pilla a Junts en un ambiente enrarecido, con Xavier Trias haciendo campaña por Barcelona y el liderazgo de Jordi Turull, que hasta ahora solo ha dado muestras de ser un dirigente aplacado y sin soluciones para la confusión en que vive sumergido el partido. Laura Borràs es hoy un trasto del procés con el que Junts tiene que quedar bien por compromiso, para no perder el voto laurista y no afrontar la división interna que ella encarna. Así como ERC tiene una estrategia de pacificación para el país, el sector de Junts cansado de los episodios de vergüenza ajena y conmoción mediática tiene otra para el partido y las municipales son la excusa para recuperar el orden interno o, por lo menos, aparentarlo.

El orden que exige Trias para el partido parece poco más que una etapa inofensiva para ubicarse, pero indica un tira y afloja ideológico más profundo

Lo que de entrada puede parecer maquillaje y pinceladas de comunicación política no lo es, sin embargo. La tregua solicitada por Trias al partido forma parte de la estrategia de su sector, la gente que entiende que el orden es una marca política, concretamente una marca que despierta confianza entre los posibles votantes. El orden que exige Trias para el partido parece poco más que una etapa inofensiva para ubicarse, pero indica un tira y afloja ideológico más profundo. Parece un pulso entre dos maneras de obrar y más bien es un pulso entre dos pasados ya pisados: el del partido antes de 2017 y el de durante y después de 2017. Son los interiores de un espacio político que no se ha sabido reinventar.

Todavía hay quien considera que Laura Borràs dispone de unos activos que el procés no ha amortizado, a diferencia de las madaulas, cuevillas y dalmases de turno, que son gente borrada de la opinión pública

Laura Borràs es hoy en Junts una molestia necesaria. Junts no quiere arriesgarse a enfrentarse a ella. Ni Aurora Madaula, ni Jaume Alonso-Cuevillas, ni Francesc de Dalmases pueden capitanear este sector porque Borràs arrastra a gente con lo que a muchos nos parece un incomprensible capital político personal. Todavía hay quien considera que Borràs dispone de unos activos que el procés no ha amortizado, a diferencia de las madaulas, cuevillas y dalmases de turno, que son gente borrada de la opinión pública, mientras Jaume Giró aprovecha la ocasión de los presupuestos para sacar la cabeza y Victòria Alsina mueve la cola cuando puede. Trias pide orden porque le juega ideológicamente a favor a él y a los que quieren ganar espacio por el lado de las partidas presupuestarias y la promesa de una Catalunya económicamente próspera y nacionalmente plena. O a medias, lo que quiere decir medio vacía y, por lo tanto, todavía española. La premisa es no ignorar el horizonte de la independencia y explotar las ilusiones que despierta pero sin acercarse demasiado. Mientras tanto, Turull intenta hacerse perdonar las carencias y la desorientación colgado del respeto que cree que la prisión le hace merecer, incapaz de imponerse ni de forjar un proyecto político para el partido, es decir, para el país.

Es un error entender las corrientes de Junts en términos de graduación independentista, porque los que hoy se cuelgan la etiqueta de nosurrenders y donecperficiams ya tuvieron su momento y nos dejaron donde estamos

Este viernes, Junts jugará a lo que sabe jugar mejor: el gesto. No es casualidad que Quim Torra, el president de la ratafía y la pancarta, ya haya expresado en Twitter —evidentemente— su deseo de acompañar a Borràs en el TSJC para "agradecerle su compromiso incansable, positivo y honorable por nuestra cultura y nuestra independencia". Es por eso mismo un error entender las corrientes internas del partido en términos de graduación independentista, porque los que hoy se cuelgan la etiqueta de nosurrenders y donecperficiams ya tuvieron su momento y nos dejaron donde estamos. Este viernes, Laura Borràs hará ver que es tan víctima de España como lo fueron entonces los presos políticos o los exiliados para taparse las vergüenzas. Xavier Trias hará ver que está cómodo, que ahora no le viene de aquí y que no tendrá que fruncir el ceño cada vez que Borràs se pasee por sus mítines recordando que el alcaldable, por mucho que procure esconder las siglas, se presenta por Junts.