Ella, su círculo de confianza y el club de fans lo deseaban, pero el gobierno entre ERC y Junts per Catalunya no se rompió a raíz de la suspensión de Laura Borràs como diputada y presidenta del Parlament. Diría que ni siquiera tembló. El voto de ERC a favor de la suspensión no se consideró suficiente motivo para echarlo todo a perder. A pesar de algún intento poco convencido y algunas declaraciones públicas, el grueso de los que mandan en JxCat no consideró ni por un momento romper con ERC por Borràs. Quizás la posibilidad de que la justicia la pueda condenar por los delitos que se le imputan, ocurridos durante su etapa en la Institució de les Lletres Catalanes también influyó, quién sabe. Eso sí, aquellos dentro de Junts a quienes les tocaba hacerlo salieron, disciplinados, a darle apoyo.

El asunto Borràs, sin embargo, sí contribuyó a tensar las relaciones entre las dos formaciones que gobiernan Catalunya. Ahora, la renuncia del president Pere Aragonès a participar en la manifestación del Once de Septiembre ha caldeado todavía más el ambiente. La decisión de Aragonès ha estado motivada por la durísima crítica al gobierno catalán y a los partidos independentistas, muy particularmente a ERC, lanzada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), convocante de la manifestación. En Junts, por su parte, han preferido hacerse los suecos y acudirán a la cita (por lo tanto, medio gobierno estará y la otra mitad no). Quien no se ha hecho la sueca ha sido Borràs, que ha aplaudido sin complejos las críticas de la ANC, críticas que ella repite —como hizo aparatosamente en la Universitat Catalana d'Estiu— en la multitud de encuentros y otros acontecimientos en que sigue participando, siempre, justo es decir, con bastante éxito de público. Se comporta Borràs, pues, como si ella no fuera la presidenta de Junts, sino de un partido imaginario o todavía por nacer.

Este agosto, Jordi Turull, el secretario general de Junts, dio un ultimátum a ERC en una entrevista en Catalunya Radio. Se refirió a tres grandes ámbitos y exigió a los republicanos una rectificación: cumplimiento de las partes que no se están cumpliendo del pacto de gobierno, un mayor acento del gobierno en la independencia y que se deje de excluir a Junts de la mesa de negociación con el gobierno de Pedro Sánchez. Más tarde ha lamentado la falta de coordinación entre las dos formaciones en el Congreso de Madrid.

En paralelo, hay parte de JxCat —los fans de Borràs entre ellos— que quiere que se someta a votación de las bases del partido la continuidad o no de la alianza con los republicanos.

Sin embargo, ¿le conviene a Junts salir del gobierno de la Generalitat, romperlo, se precipite así o no la caída del Govern? A mi parecer, romper con ERC —digan lo que digan los lauristas y otros irredentistas— presenta a priori más inconvenientes que ventajas.

Para empezar, en términos estrictamente prácticos, no es lo mismo afrontar el próximo ciclo electoral —con inicio previsto para el mes de mayo— desde el gobierno que desde fuera. En segundo lugar, los ciudadanos tienden a castigar, a culpar del naufragio, a aquel socio que abre la vía de agua definitiva, es decir, a la formación política que rompe. Al que se va de casa, por así decirlo. En tercer lugar, hay que tener presente que Junts tiene un problema electoral grave y claro: ni Turull (inhabilitado) ni Borràs (pendiente de juicio) pueden ser el candidato de Junts a presidir a la Generalitat. Por lo tanto, habrá que 'construir' uno. Y esta es una operación que no se completa rápidamente o en cuatro días: requiere tiempo y también planificación. ERC, en cambio, tiene este extremo perfectamente resuelto. No solamente cuenta con un candidato, sino que ya ocupa la presidencia de la Generalitat.

Finalmente, pero no menos relevante, resulta que Junts tiene algunos consellers que destacan en el Ejecutivo por su buen trabajo. Sería estúpido desperdiciar este buen trabajo abandonando las conselleries. En este punto estaría bien, dicho sea de paso, que Jordi Puigneró aprovechara su posición y ejerciera con más fuerza y determinación el rol de vicepresidente y número dos del Govern de Catalunya.