Junts per Catalunya ha registrado enmiendas a la totalidad a todas las leyes (25) que el PSOE, Sumar y el Gobierno español tienen registradas en el Congreso de los Diputados y hará lo mismo con las 9 leyes que han pasado por el Consejo de Ministros y que deben iniciar su tramitación. Esquerra Republicana ha retirado la propuesta de reforma de tres leyes en el Congreso para que Catalunya recaude el IRPF para facilitar las negociaciones de la reforma de la financiación. El actual presidente español, Pedro Sánchez, ha demostrado que es capaz de establecer acuerdos que parecían inimaginables para mantener la mayoría parlamentaria que le debe permitir continuar al frente del ejecutivo. Más por necesidad que por convicción, está claro. El ejemplo paradigmático es la ley de amnistía, que el conjunto de los poderes del Estado han considerado un crimen de lesa patria y harán todo lo posible por neutralizarla.

Los grupos catalanes tenían la correlación de fuerzas más favorable y el interlocutor idóneo (Pedro Sánchez) para sumar fuerzas y conseguir no la independencia pero sí un salto cualitativo en el autogobierno y el respeto a la identidad, pero han preferido debilitarse mutuamente

En estas circunstancias, los dos grupos catalanes que están igualmente comprometidos en ganar espacios de poder y de soberanía para Catalunya, y no pueden hacerlo de ninguna otra manera que llegando a acuerdos con el Gobierno español, se encuentran en la situación y con el interlocutor idóneo no para conseguir la independencia, pero sí para dar un salto cualitativo en el autogobierno y en el respeto a los signos de identidad, principalmente la lengua propia. Pedro Sánchez no se juega la legislatura, sino algo más. Sus adversarios ya proclaman que no pararán hasta encarcelarlo, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha dejado claro esta semana que para Sánchez no habrá indulto ni amnistía como sí la hubo para los golpistas del 23-F y para los condenados por los crímenes del GAL, Rafael Vera y José Barrionuevo.

En lugar de aprovechar la ocasión, JxCat ha optado por desactivarse como fuerza parlamentaria —se ha abstenido esta semana en el asunto de las nucleares que afecta sobre todo a Catalunya— y ERC se ha plegado a dar marcha atrás en su principal reivindicación de la financiación de Catalunya para hacerle la vida más fácil y agradable al presidente Sánchez y a la ministra de Hacienda y candidata del PSOE a las elecciones andaluzas, María Jesús Montero.

También Junts, pero sobre todo Esquerra Republicana, han roto la mínima complicidad catalanista que ha marcado las relaciones políticas de las fuerzas democráticas catalanas desde el siglo pasado...

JxCat y ERC no solo suman esfuerzos, sino que procuran debilitarse mutuamente. Se llaman independentistas, es decir, que buscan el mismo objetivo político, un objetivo que requiere mayorías de apoyo, pero estas dos minorías se relacionan como adversarios entregados prioritariamente a una mutua disputa ridícula. Esto supone la ruptura de la mínima complicidad catalanista que ha marcado las relaciones políticas de las fuerzas democráticas catalanas desde el siglo pasado...

Tal como empezó la legislatura española, parecía que los grupos catalanes lo tenían todo a favor, pero todo apunta a que, a fin de cuentas, lo habrán perdido todo, incluso la propia identidad. Ahora mismo resulta difícil saber qué es, qué representa y qué proyecto tiene JxCat, más allá de tener como líder al presidente que, siendo legítimo, fue destituido. Esquerra Republicana tampoco deja claro qué quiere ser, habiendo sustituido el discurso independentista catalán por la reivindicación de los valores tradicionales de los republicanos españoles, que con indiscutible brillantez y notoriedad mediática ejerce muy oportunamente el diputado Rufián.

ERC ha renunciado a que Catalunya recaude el IRPF porque el PSOE se lo ha pedido, no tanto para no perjudicar a la candidata socialista a la Junta de Andalucía o por la oposición del resto de barones regionales, sino porque son los inspectores de Hacienda, un poder fáctico del Estado, los que ya han dejado claro que no estaban dispuestos a aceptarlo y ya anunciaron su disposición a una batalla tan o más encarnizada que la que desató la ley de amnistía.

Así que no habrá concierto económico, ni financiación singular,  ni recaudación de impuestos, ni nada que se le parezca. Volveremos a luchar y volveremos a sufrir para conseguir un nuevo sistema de financiación autonómica que volverá a ser el mejor de la historia, pero que tampoco esta vez respetará el principio de ordinalidad que reivindicaba hace treinta años Convergència i Unió y hace veinte el conseller socialista Antoni Castells a las órdenes del presidente Montilla.

Eso sí, el Gobierno español volverá a poner sobre la mesa, como ha pasado siempre, la cantidad de millones que Catalunya perdería de no aprobarse el nuevo sistema, que contará con el apoyo entusiasta del Govern de Catalunya, de patronales y sindicatos y de los medios del establishment... con la vieja teoría de que es mejor esto que nada. Ya veremos qué hace ERC, si es capaz de tragarse el sapo o acompaña a Junts per Catalunya en su situación de fuera de juego y sin tocar pelota.

Sin embargo, hay motivos para ser optimistas. El abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha avalado la ley de amnistía, un primer indicio para que también lo haga el propio Tribunal y entregue la justificación al Tribunal Constitucional español para ordenar la aplicación de la amnistía a los tribunales españoles que se han resistido. Todo está por hacer y todo está por ver, pero, si finalmente Puigdemont y Junqueras recuperan su libertad, es de suponer que se irán a casa a descansar, que es lo que les conviene a ellos y al país, precisamente para que el país vuelva a empezar de cero.

El país no espera ni desespera, hace su vida y, en lugar de deprimirse y lamerse las heridas por los desastres recientes, por un lado, procura desconectar y, por el otro, aprovechar el tiempo en asuntos más interesantes y divertidos que la política. Sin ir más lejos, este fin de semana teníamos, entre otras, la Fira de l’Oli i la Mediterrània en Santa Bàrbara (Montsià); el Birramunt, feria de la cerveza artesana en Arenys de Munt; la Fira de l’Oli Nou DOP Siurana en Reus; la Fira del Pa i de la Xocolata en Sant Gregori (Gironès); la Diada de la Fira de Salàs de Pallars; el Mercat del Trumfo i la Sal en Odèn (Solsonès); la Festa Major del Clot, las Fiestas de Sant Martí en Maçanet de Cabrenys, en Teià y en muchos otros pueblos. Vale la pena aprovecharlo porque ya dice el dicho que si el veranillo de San Martín es muy caliente, el invierno será potente, también en la política.