Sin duda estar confinado en la prisión o en casa es muy diferente, pero creo que hay algunos puntos en común, como pueden ser el montón de limitaciones en un espacio delimitado, cosas que tienes que dejar de hacer de golpe, y todo eso por un tiempo de duración tanto larga como incierta. Esta situación nada previsible, del todo sobrevenida, supone una gran sacudida que puede hacer que dependiendo de cómo te lo tomes, salgas fuerte o en cambio salgas con un deterioro personal en muchos órdenes.

Hay aquel dicho que dice que "de la nata puede hablar quien la ha probado". Como la prisión me impide participar en otras iniciativas de solidaridad que tan extraordinariamente están apareciendo de nuevo en este fantástico país, muy humildemente después de dos años de diferentes confinamientos, querría compartir por si a alguien le pueden ser de utilidad algunos consejos desde la experiencia acumulada, sin ninguna pretensión de "sentar cátedra" (¡Dios me libre!), con el propósito de hacer esta situación de confinamiento mucho más llevadera, sobre todo desde el punto anímico y mentalmente sostenible.

Permitidme antes hacer una previa para mí nada menor para situar mejor esta sencilla pero sentida aportación y alejarme de toda frivolidad que el tema no permite de ninguna manera. Es evidente que cada persona es una misma y sus circunstancias. Cada persona es un mundo. Digo eso porque sería muy diferente un artículo centrado en querer ayudar a aquellas personas que están lógicamente pendientes desde su confinamiento, desde la maldita distancia, del estado de salud de amigos y familiares que sufren gravemente esta u otra enfermedad (experiencia que lamentablemente también nos ha tocado vivir aquí y sabemos cómo se sufre) o peor todavía, la crueldad para aquellos que ahora viven el luto de un ser amado que les ha dejado en razón de una enfermedad, a quien no han podido ni acompañar en las últimas horas ni han podido velarles. O en otro orden muy diferente pero tampoco nada menor para tantas personas que les afecta, y me refiero a todas aquellas personas que piensan qué será de todo su esfuerzo acumulado a nivel profesional a lo largo de tanto tiempo en forma de trabajo o pequeño o grande negocio y que su confinamiento lógicamente les tiene muy preocupados, ocupados y centrados en eso, y que ninguno de nosotros podremos ni mucho menos mirar hacia otro lado, sino todo lo contrario, para ayudar también entre todos a devolver las cosas a su sitio y mejor gestionadas si hace falta.

Dicho esto, comparto con vosotros aquellos consejos y dinámicas que me han ayudado y mucho a sacar provecho y utilidad a largos confinamientos y sobre todo, como decía, a hacerlos más llevaderos desde el punto de vista anímico y mentalmente sostenible.

Lo primero que hay que hacer justo levantarse de la cama. Sobre todo dejad el orgullo propio en un cajón bien escondido (¡que no la autoestima!) y llenad hasta encima del depósito de la paciencia. Eso se muy importante porque te ayuda mucho a soportarte a ti mismo y la situación, y más si compartes espacio con otros, haces la convivencia más fácil y afable. Y eso con los días acumulados no es nada menor. Cuando digo dejar el orgullo propio me refiero a que la situación es la que sea y de nada sirve enfadarte porque todo lo que tenías planificado o podrías hacer estos días se ha ido de golpe al garete, y que por si fuera poco ahora además te toca la mayoría del tiempo hacer una cosas mucho más limitadas, terrenales y simples a lo largo del día que las que estabas acostumbrado y que parecían que eran las únicas que te podían llenar.

Pensar a corto plazo. Gran consejo que me dio el doctor y amigo Jaume Padrós en Estremera. Eso quiere decir no torturarnos ratos y ratos gastando energías pensando en cuánto puede durar, cuándo puede faltar para que acabe, que si tres o cuatro semanas o más. No sirve de nada y solamente alimenta la angustia y la frustración cuando ves que haces previsiones que no se cumplen o las ves demasiado lejos. Y para hacerlo más soportable hay que ir acumulando estímulos y no frustraciones. La decisión de lo que durará no depende de nosotros, eso si, lo único que podemos hacer es ser escrupulosos al cumplir aquello que nos dicen los expertos que tenemos que hacer para que dure menos.

Pensar a corto plazo significa pensar qué harás y qué puedes hacer como mucho en los dos o tres días siguientes. Que los puedas aprovechar al máximo y sobre todo pensar y hacer cosas para que cada día te sea diferente. Hay una infinidad de posibilidades por una razón que acto seguido hablaré motivado por el giro extraordinario que a nuestra vida ha dado el factor tiempo. Si cada día pensáis en hacerlo diferente y no pensáis en más allá de dos tres días, no os daréis cuenta que los días y de rebote las semanas os irán pasando más rápido. No esperéis que terceros o factores externos os lo hagan diferente —que si viene ya vendrá— pero no os fiéis porque si no pasa nada diferente que os venga de otros o de fuera, porque entonces esperando y esperando podéis caer en una rutina absurda, y de esta a caer en la apatía progresiva. Y de la apatía al deterioro personal en ciertos órdenes hay un paso. Y del confinamiento tenemos que tratar de salir pudiendo ser más fuertes.

Pensar sólo a corto plazo, no quiere decir desentenderse de lo que vendrá y de las consecuencias para uno mismo que tendrá esta situación sobrevenida. ¡De ninguna manera! Ahora bien, en lo que en mi caso me funcionó y me funciona, es dedicar solo un espacio de tiempo al día a aquello que me decía a mí mismo "hora de los quebraderos de cabeza". Pensar en escenarios que se complican por momentos y sobre todo en posibles soluciones. Siempre posibles, nunca seguras, porque el escenario que nos encontraremos no es ni mucho menos seguro. Pero me resistí a que todo el día los quebraderos de cabeza me tuvieran la mente ocupada porque entonces un día lo soportas pero según cuántos, no. Y en esta hora de quebraderos de cabeza está donde la autoestima (no el orgullo propio) se tiene que poner más en valor.

Aprovechar al máximo el tiempo. Aprovechar al máximo que el factor tiempo ha dado un giro radical tiene relación con eso que os decía de pensar a corto plazo y tratar de hacer cada día diferente y aprovecharlo al máximo. El confinamiento, si una cosa nos aporta es justamente tiempo y tiempo seguido poco interrumpido por muchas obligaciones. Siempre he hecho la broma irónica de que cuando era libre no tenía tiempo libre, y ahora que estoy en la prisión tengo tiempo "libre" a espuertas. Pensad por ejemplo cuántas cosas tenéis pendientes de hacer, de aprender, de conocer, de crear hábitos nuevos, de sumergiros en cosas que siempre os han picado la curiosidad y que las tratabais de refilón, pero que nunca os poníais a fondo porque cuando pensabais con los horarios tan pautados de las obligaciones diarias yendo arriba y abajo era el lógico pretexto para no hacerlo ya que no disponíamos de un periodo largo y seguido de horas o quizás de días para arrancar y empezar. Este impedimento con el confinamiento desaparece en muy buena parte y eso nos abre mil y una posibilidades. Y hay que aprovecharlo. Os entretendrá, os hará el día diferente y seguro que lo que hagáis no será en vano.

¡Ah! Y dos cosas en este sentido. Si eso que hacéis de nuevo y diferente, que teníais pendiente, os engancha, y aquel día vais a dormir tarde, con el confinamiento no hace falta que sufráis si al día siguiente estáis más o menos estupendos de fisonomía (si tenéis ojeras, por ejemplo) porque no os verá mucho a nadie por motivos también del confinamiento. Y si vais cansados y queréis hacer aquello que antes no podíais hacer nunca y os apetece como una siesta de aquellas que hacen época, ¡la hacéis y punto! Alguien dijo aquello de que si en un momento dado una cosa considerada que es perder el tiempo, hacerla te hace feliz porque te apetece mucho, pues la haces y punto porque la felicidad nunca es una pérdida de tiempo.

No confundir eso con aquello que dicen "hacer el perro" todo el día porque que volveríamos a entrar en la apatía y el deterioro personal, y de lo que se trata es que cuando salimos salimos más fuertes y preparados. Ni tampoco con obviar aquello que primero es la obligación que la devoción, y por lo tanto aquellas obligaciones que tenemos, aquellos deberes que tenemos los tenemos que hacer, pero si nos organizamos este "tener tiempo a espuertas" podemos sacar mucho provecho, nos sentiremos más útiles, y por lo tanto acumulamos fortaleza.

Y finalmente, en una vertiente muy diferente, este paro y esta grave crisis, esta grave dificultad sobrevivida, sumada al hecho de no poder quedar con las personas en que más apreciamos también hace que más que nunca podamos estar todos más pendientes de todos. Más al lado de todos. El confinamiento nos aparta físicamente de ellas pero nos aporta más tiempo para estar en contacto con ellas. Es una buena manera de redescubrir y resituar muchos ratos no dedicados a personas que nos apreciamos pero que en el día a día nos teníamos un poco olvidados. En casa tenéis el móvil o el ordenador que abre infinitas posibilidades en este ámbito, en la prisión tenemos la cabina de teléfono y las cartas y el calor de tanta gente en tantas movilizaciones (que nunca agradeceré lo suficiente) que nos han hecho descubrir y reforzar muchas complicidades, algunas muy antiguas otras nuevas que han aparecido, que en los momentos de dificultad tanto y tanto se agradece y que tanto te llena y que te hace mucho más vivo. No os haga ni pereza ni vergüenza dedicar parte de este tanto tiempo que disponemos por el confinamiento en aquello más propio del alma que de la materia. En aquello que tan bien sintetizó el libro que hicieron las hijas de algunos presos Abans ningú deia t’estimo y que ahora desde hace dos años confinados nos lo decimos no sé cuántas veces al día. Confiando sintiéndote amado y acompañado no tiene nada que ver con estar confinado y olvidado.

El otro día pude tener la oportunidad de salir de la prisión a trabajar, gracias a la oportunidad que me ha dado un despacho de abogados formado por grandes personas y excelentes profesionales. Ni el cuándo ni el dónde estaba previsto cuando empecé un confinamiento que ha durado ininterrumpidamente unos dos años con las limitaciones de la prisión que son mucho más enormes que las de casa. Estas dinámicas (quizás es demasiado pretencioso decir consejos) y que os he vertido aquí a vuelapluma, con más sentimiento que estilo literario, son entre otros las que hicieron posible que el otro día por unas horas al salir de la prisión lo hiciera mental y anímicamente más fuerte y en forma que cuando entré. Y ahora que aquellas salidas quedaron decapitadas por un nuevo y más duro confinamiento en la prisión, me lo vuelvo a aplicar y de momento me vuelven a servir.

Si a alguien os puede ser de utilidad para hacer más soportable este confinamiento cuando se os empiece a hacer largo, demasiado largo, me daré por satisfecho.

 

El artículo de Jordi Turull i Negre en ElNacional.cat es el primero de un preso político confinado por el coronavirus en la prisión