Hasta hoy, ¿a cuántos manifestantes de ultraderecha les han mutilado un ojo? ¿A cuántos? ¿Cuántas pruebas de connivencia ideológica tenemos entre los Mossos de l’Esquadra y manifestantes comunistas, anarquistas, independentistas, antifascistas? ¿En qué única lengua, de manera monolingüe y exclusiva, se expresan los Mossos que están protagonizando una de las páginas más lamentables de la historia de la represión en Catalunya? ¿Por qué la represión no es bilingüe? ¿Qué responsable político —he dicho responsable, no sirve cualquiera— está dispuesto a rectificar, a revertir la decisión del infausto Joan Saura (Iniciativa per Catalunya) de admitir policías nacionales de España y paramilitares de la Guardia Civil en el cuerpo los Mossos de l’Esquadra? ¿Hasta cuando la dirección de los Mossos seguirá permitiendo las vejaciones, insultos y acoso público contra Mossos independentistas, como el agente Albert Donaire i Malagelada, que a la vez es activista gay y escandaliza a estos fachas disfrazados de policía? Porque una policía secuestrada por la ultraderecha deja de ser policía. Porque cuando la policía deja de estar al servicio de todos los ciudadanos, cuando deja de ser neutral, entonces deja de ser la legítima fuerza del orden público para convertirse en un objetivo político. ¿Por qué desaparecen, mágicamente, y con tanta frecuencia, grandes cantidades de drogas incautadas en las comisarías de nuestra policía? ¿Cuándo se disolverá fulminantemente la BRIMO o antidisturbios de los Mossos —autodenominados también Dragons, sí, sí, no os riáis- y las ARRO —Árees Regionals de Recursos Operatius— hasta nueva orden? Si al final los de las brigadas especiales de los Mossos acaban pidiendo ayuda a las fuerzas policiales españolas, mejor que se disuelvan indefinidamente y que los Mossos se dediquen a hacer de policía de proximidad y será suficiente. En una empresa privada, cuando una sección no funciona, cuando se ha ganado a pulso la animadversión del público, la cierran sin más miramientos. ¿Está el mayor Trapero en condiciones psíquicas, anímicas, como víctima y represaliado político, de continuar hoy como jefe de los Mossos? ¿Y cuántos ojos más nos costará la incompetencia política del gobierno independentista? Si piensan gestionar la Catalunya independiente como hacen con el Departamento de Interior es para echar a correr, poco honorable conseller Sàmper. Cada día que pasa recuerda más a un buc, que en catalán significa, como bien sabéis, trozo de madera vacío por dentro.

Tanto hablar de fachas catalanes, tanto hacer muecas y sacar morros con el dignísimo empresario Joan Canadell i Bruguera, hoy diputado electo, tanto censurarle porque es una sólida alternativa, civilizada, moderna, a la caricatura empresarial a la que estamos acostumbrados, y al final, mira, mira: se confirma lo que ya sabíamos, que los fachas independentistas solo existen en vuestros sueños húmedos, en vuestra mente tan inquisitorial, tan comunista, Oh Jéssica, Oh Jéssica Albiach, Oh Comunas! Oh medice, cura te ipsum! Aquí los únicos fachas son los de Vox y sus gendarmes, los que entienden la ley como venganza y la voluntad política de la mayoría de los catalanes, nuestra serena voluntad de independencia, como lo que hay que ignorar, ridiculizar, anular, borrar, manipular. Ahogar. Fíjense en las reuniones internacionales donde se reúne la ultraderecha europea. Donde encontramos seguro al Reagrupamiento Nacional de Le Pen, a Salvini y a Abascal. Donde abundan los admiradores de Trump. Id y pregúntenles dónde están los ultras catalanes y verán con qué eructo les responden.